Fanática de la elegancia, la cruda sinceridad, la buena vida y redes sociales. Así es la vida de Ariana Macbeth.
O no, tacha eso, no puedo obviar lo más importante y la que la llevó a este punto: multimillonaria. Esa es la vida de la rubia más famo...
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—Que buen apodo. —digo fingiendo una alegría que no tengo.
Creo que él lo nota pero solo ríe y antes de que pueda tocar la manilla de la puerta una hoja se desliza por debajo de la misma.
A primera instancia él no la nota, al menos no lo hace hasta que la pisa y creo que uno de mis ojos tiembla porque acaba de arruinar una nota que estuve esperando por bastante tiempo.
Quiero ahorcarlo.
Él frunce el ceño y se agacha para tomarla, pero antes de que pueda leerla se la arrebato de sus manos. —Creo que debes irte. —digo tajante.
Alza una de sus cejas y yo trato de no tomar de muchos lugares de la hoja mientras la coloco en la mesa de centro.
—De acuerdo, lamento haber dañado la nota. —su tono dice lo contrario, y estoy tan segura que si él hubiese sabido antes que era importante para mí mantenerla limpia y sin huellas, él la hubiese pisado con más fuerza.
Abre la puerta y la cierra detrás de él.
Dejo salir un suspiro y busco un pañuelo para luego abrir la nota.
Sé que es el mismo idiota que me ha estado dando dolores de cabeza, así que por esa razón quería que la próxima nota no estuviese contaminada con mis huellas o con las de otra persona, y él lo jodió todo.
Paso una mano por mi frente y suspiro, comenzando a leer la nota que ahora contiene una imagen distorsionada.
El gato y el ratón ya comenzaron a jugar, ¿quieres saber cuál es mi papel? Porque por supuesto que hay otro integrante en la partida, solo tienes que ser un poco lista y lo averiguarás.
Tus compañías me están poniendo de los nervios, no querrás que pierda contra mi escasa paciencia, ¿o sí, preciosa?
Erick Hamilton está fuera de la partida, no lo quiero cerca de ti o habrá consecuencias.
C.
Por supuesto que era ese idiota.
Frunzo mi ceño tratando de ver la imagen y luego al darme cuenta de que es una foto de mi habitación siento mis vellos erizarse.
Joder.
Quiero arrugar la hoja, quiero quemarla, y por todos los cielos que quiero hallar al maldito que piensa que soy una idiota que quiere atrapar. No sabe con quién se está metiendo.
—Maldito hijo de puta, ¿te crees intocable? Ya lo veremos. —murmuro y dejo la hoja allí.
Por mucho que quiera joderme la existencia, sé que él dejará una pista en algunas de sus estúpidas notas, y luego yo podré saber quién es.