Juntos caminaron hasta el Comedor D-6. Para Wade, como siempre, fue una experiencia amarga tener que esposar a Justin de pies y manos. Le dolía verlo así, pero como trabajador de una de las empresas más exitosas del país debía mantener la compostura y el profesionalismo.
—Espera un momento aquí —Dijo Wade, cuando notó su teléfono vibrar en el bolsillo de sus pantalones—. Tengo que contestar una llamada, y es importante —Le comunicó al ver que era su esposa. La esposa de Wade no lo llamaba con frecuencia al trabajo así que no le costó deducirlo—. ¿Crees que podrías quedarte aquí un momento? Seré breve.
—Sí puedo. No estoy solo, de todos modos.
Justin alzó a su almohada para que Wade notara su presencia allí. Éste último bajo la vista un momento, alicaído, y después asintió y se alejó, desapareciendo por una puerta.
Un minuto pasó y Wade seguía al teléfono con su esposa. Pronto, Justin oyó pasos acercarse. Él recordaba bien lo que les pasaba a los trabajadores, no importa el cargo que tuviesen, si dejaban solos a sus pacientes. Por nada del mundo quería que Wade fuese despedido. Recordando los tratos desdeñosos de los demás trabajadores, se estremeció y se apresuró a esconderse tras una pared.
Un puñado de doctores pasó a su lado, enfrascados en una conversación. Se detuvieron a no muchos pasos de Justin.
—¿Conseguiste el nuevo objeto para el siguiente sueño a fabricar, Blake?
—Sí, señor —Dijo éste. Justin reconoció las voces como las de Morgan Kramer, Jefe de la Conferencia Medicinal, y Jared Blake, uno de los miembros más antiguos.
Y aunque no lo sabía, autor intelectual de la pérdida de su cordura.
—Creemos que éste debe ser uno de los sueños que mejor deben ser resguardados— Prosiguió Blake—. Hemos llevado el nivel de continuidad al máximo posible, y hacer que éste siga de acuerdo a cómo el cliente se comporte dentro del sueño.
—No pudimos emplear mejor el realismo en este sueño, señor —Acotó una voz que Justin no logró reconocer ni asociar con ningún recuerdo que tuviese.
—Perfecto, perfecto. ¿Ya está listo para ser resguardado?
—Sí, señor. Simplemente quisimos mostrarle el objeto que conseguimos para éste sueño. Me parece que será de su total interés.
Entonces hubo un silencio en el cual se podía deducir que Blake y la mujer incógnita le mostraban el objeto a Morgan. Justin buscó asomar su cabeza para ver, curioso, pero después de recibir un "regaño" de parte de Luna, se quedó tranquilo.
Morgan soltó una risa amarga.
—No me lo puedo creer. ¿Cómo lo consiguieron?
—Sabe que esa pregunta está demás, señor —Bromeó Blake—. Ya sabe que fue por las malas.
Y entonces sus pasos se alejaron y doblaron en un pasillo a unos cuantos metros de ahí.
Justin salió de su escondite, tembloroso. ¿Qué hubiera pasado si lo veían? Quizás lo ejecutaban. Y no podía dejar a Luna sola, no señor.
Fue ahí cuando se percató de algo en el suelo. Hacía mucho tiempo que no veía una de esas cosas. La tomó, era como un papel, pero hecho de plástico. Tanto había pasado en su vida desde que vio por última vez una de esas cosas que ni siquiera pudo identificar el nombre de inmediato.
—Una... una...
Fotografía, Justin. Le dijo Luna en su mente.
—Sí... —Susurró Justin, contemplando a la chica de la foto— Bonita...
¿A quién se le pudo olvidar recoger esta fotografía del piso? Se preguntó Justin, contemplando a la chica de la foto. De cabello rojizo, menuda y de ojos color chocolate. Justin sintió una punzada en su estómago al verla, un sentimiento vagamente familiar.
Guardó la fotografía dentro de Luna un par de segundos antes de que Wade reapareciera.
—Lamento muchísimo haber tardado. No me querían dejar ir ahí dentro —Rio—. Querían mi opinión sobre unos análisis. ¿Vamos?
Justin giró sobre sus talones. Era obvio que no se le iba a olvidar, y es que, ¿cómo podría? Llevaba soñando con aquello durante mucho tiempo.
Caminó y caminó, seguro de a dónde iba por el mapa del edificio que había robado momentos atrás en el Departamento de Información Confidencial.
Nadie pasaba tanto tiempo con Justin desde que perdió la razón para decirlo, pero habían momentos donde parecía que no estuviese enfermo en absoluto. Aunque sonara inaudito, la inyección que le fue aplicada cierta noche años atrás ha sido usada tan pocas veces que no se podía decir si era un efecto adverso o sí, muy en el fondo, un Justin sano e intacto estaba luchando por salir.
Había llegado. Sonrió, tan ampliamente que de seguro cuando los guardias revisen las cámaras de seguridad en la mañana se sentirían incómodos ante esa imagen.
Sus ojos recorrieron el nombre de la sala, gravado en un rectángulo de plata.
"ÁREA CONFIDENCIAL: CÁMARA DE SUEÑOS A-1"
Para la suerte del joven, las medidas de seguridad se debilitaban durante cierta hora de la noche para ahorrar energía, uno de los principales objetivos del país desde hace ya muchos años. No era tonto, no, él había robado una de las tarjetas de los trabajadores de esa área, la cual pasó por el escáner y las puertas se abrieron con lentitud, apenas haciendo algo de ruido.
—Ellos te robaron algo que tú nunca podrás recuperar, como mínimo, debes hacerles lo mismo— Sonó una voz en su mente, que para su sorpresa, no era la de Luna.
Justin no pensaba con claridad como para saber que si bien ellos nunca podrían recuperar los sueños que ahora mismo él estaba robando, podrían crear unos nuevos con los cuales ganarían igual o más dinero. Lo que a él le robaron, nunca lo podría reemplazar.
Pero eso a él muy poco le importó.
Con aires de victoria Justin iba saliendo de la cámara de sueños A-1, cuando algo sucedió.
Uno de los sueños resbaló de sus manos, rompiéndose en el suelo, destilando una neblina plateada en los alrededores.
Justin cubrió sus orejas, frotándolas, sintiendo como uno de sus peores temores se materializaban.
Las alarmas se habían activado.
Consciente de que pronto un puñado de guardias se acercaría al lugar, hizo lo único que se le ocurrió.
Corrió. Corrió como si le fuera la vida en ello y probablemente así era. Un par de sueños más se le resbalaron de las manos, rompiéndose, y las palabras "Alerta Roja" resonaban por todo el edificio.
Lo iba a conseguir. Ya veía la puerta de salida. No estaba muy seguro de qué haría después, pero, ¿si quiera eso importaba? Corrió con más fuerza, sosteniendo precariamente el único sueño que tenía en sus manos.
Entonces, una voz distinta a la de la alarma sonó. Con firmeza, enfurecida.
—Quieto ahí.
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Sognare → j.b
FanfictionJustin Bieber, hace no más de dos años uno de los doctores más aclamados del continente, hoy se fuga del Edificio Sognare -principal comercializador de sueños y casa de experimentos del país- tras robar uno de los sueños más importantes ahí fabricad...