03. "Mae Greene"

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Uno de los guardias apuntaba a Justin con un arma de fuego. Esbozó una sonrisa de victoria al ver de quién se trataba el fugitivo.

—Dejen de buscar —Ordenó a un chip de comunicación en su hombro derecho. Como es obvio, los radios y los walkie talkies quedaron en el milenio pasado—. Ya lo encontré.

—¿Necesita refuerzos, jefe? —Resonó una voz con claridad en respuestas.

—No... no —Sonrió con malicia—. Yo me puedo encargar solo. Barran la zona, mejor. Asegúrense que no haya escapado nadie más.

Entonces tocó el chip y este iluminó una luz roja que dejaba ver que se había apagado.

—No quiero hacerle daño, doctorsito... —Canturreó el guardia. Justin creía recordarlo vagamente, pero no sabía de dónde— Así que le aconsejo que se entregue.

Justin no movió ni un dedo por unos segundos. Entonces dejó a Luna, quien tenía dentro todo lo que él había robado, en el suelo, en una esquina —Quédate quieta ahí, Luna. Ahora nos iremos.

El guardia bufó. Era uno de los peces gordos. Uno de esos que se creían la gran cosa por ser el jefe de su departamento, y aunque su departamento fuera claramente un cero a la izquierda, ellos eran muy ciegos para verlo. O quizás no querían hacerlo.

—¿A quién le estás hablando, Bieber? ¿Acaso tienes una amiga imaginaria ya? Espera que se lo cuente a los...

Pero no pudo terminar la frase. Subestimó tanto a Justin que bajó la guarda el tiempo suficiente como para que éste hiciera una llave con su brazo, lo golpeara en las rodillas inmovilizándolo y haciendo que cayera al suelo, desarmado.

Muy mala idea pedirle a sus colegas que se quedaran en sus lugares mientras se enfrentaba con alguien que en años atrás había tomado avanzados cursos de defensa personal.

Ahora Justin tenía el arma de fuego en su poder. Por su cabeza pasó fugazmente el pensamiento "mátalo". Pero no. Justin podía ser una víctima, un trastornado, un infortunio del destino... pero jamás un asesino.

Sin embargo, debía hacer algo para escapar. Con la culata de la pistola golpeó la cabeza del guardia, para dejarlo inconsciente —más no herido de gravedad— tomó a Luna, y cómo la prometió, salieron de las instalaciones del Edificio Sognare.

Empezó a correr. No tenía tiempo para celebrar que había salido victorioso de ahí, no podía. Pronto se darían cuenta de que había logrado burlar al guardia e irían a su búsqueda.

Aún peor. En unas horas amanecería y todos los trabajadores se darían cuenta de lo sucedido, y su cara aparecería en los noticieros y tablones informativos de todo el país.

No faltaría mucho tiempo para que todos conocieran su nombre.

Recorrió corriendo la ciudad que no había visto hace tanto tiempo sin rumbo alguno hasta que se quedó sin aire. Paró cerca de un basurero, terriblemente cansado, estrechando a Luna en sus brazos. Dejó su caja a un lado, en la cual había almacenado con mucho cuidado el único sueño que pudo sacar del Edificio Sognare.

¿Qué haría con él? Lo más probable es que lo use. Los sueños creados en Sognare se amoldan a la realidad del cliente y le dan la vuelta, haciendo que todo sea como ellos quieran al principio. Después, según sus acciones, puede que no siga siendo así. Una lección de vida, lo llaman. La mayoría de estos sueños son unos reflectores de la felicidad. Dentro de ellos, no hay sufrimiento.

Es por esto que Justin anhelaba tanto uno. No quería sentirse más como la víctima, como el hombre con futuro brillante que se truncó, como el loco, el trastornado.

Aunque el pobre estuviera muy enfermo para saberlo, no habría nada que le gustaría más que su vida anterior de vuelta.

Su estómago rugió. Aquel día no había comido por los nervios. Había olvidado que en su caja tenía raciones extra, así que echó un vistazo en el basurero, buscando algo comestible.

Pero encontró algo mucho mejor.

Dentro del contenedor de basura se encontraba un robot. O bueno, una de las versiones más avanzadas de un robot, algo que era casi humano. Los llamaban acompañantes, y esto debido a que en un principio iban destinados a un público con poca familia y amigos, que necesitaran compañía. Después, los tomaron como parejas. Luego fue a otro nivel, teniéndolos como sirvientes y esclavos. Aún había personas que los usaban para el bien, pero la verdad muchos acompañantes había tomado un destino lamentable.

Justin sabía todo esto. Lo recordaba. Y es que claro, junto con su padre pasaron cuatro años trabajando en la creación del prototipo de estos productos.

Lo tomó. Tenía la apariencia de una mujer. Estaba intacta, para su sorpresa. Su cabello era castaño, su tez morena, y sus ojos estaban cerrados debido a que se encontraba apagada, así que no sabía de qué color eran. Era muy bonita, algo típico de los acompañantes. Una apariencia amena era fundamental al momento de su creación.

Le dio la vuelta. Desabrochó su sujetador, para poder ver lo que parecía un tatuaje marcando su piel, que en realidad era su área de configuración.

ACOMPAÑANTE C-387

Nombre del Sujeto: Mae Greene.

Edad Simulada: Veinte años.

Cabello: Caoba oscuro.

Ojos: Verdes.

Tez: Morena.

Dueño: Keith Adams.

Propósito: Tareas del hogar.

Como era de esperarse, al lado de Dueño y Propósito se encontraba la opción "cambiar". Justin ni siquiera vaciló. La realidad lo había golpeado al salir de Sognare y sabía que no llegaría muy lejos si no ocupaba algo de ayuda, ayuda que ningún humano se ofrecería a darle.

El sistema de Mae empezó a reiniciarse. Ahora tendría a algo, o bueno, alguien, que le proporcionaría información sobre buenos lugares para esconderse, cuando alguien se acercaba y quien, y dónde conseguir ríos y árboles frutales cerca.

Era justo lo que necesitaba.

—¿Ves? Ahora tendremos una acompañante, Luna —Susurró Justin muy emocionado. Mae estaba reiniciada al ochenta por ciento—. No te preocupes, sabes que no te reemplazaré —Soltó una risita nerviosa.

Mae abrió los ojos. Empezó a parpadear, y sus ojos verdes rodearon todo el lugar, preguntándose quizás donde se encontraba y buscando la información a su sistema, ahora como nuevo.

Entonces fijó los ojos en Justin.

—Identifícate —Le dijo. Los acompañantes no le dirigen la palabra por primera vez a nadie más que a su dueño.

Justin miró a Luna con complicidad y emoción.

—Justin Bieber. Tu dueño.


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Se me olvidó por completo que tenía que subir esto el lunes kskdjsks. En fin. En multimedia un manip de Justin y Marie, aka Mae, que yo hice<3

Sognare → j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora