04. "No más celdas"

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—Es hora de seguir —Le dijo Justin a Mae, después de que esta lo mirara con extrañeza. ¿Cómo es que la entregaron a su dueño en un basurero, a medianoche?

—De seguir, ¿con qué?

Justin frunció el ceño.

—¿No lo has asimilado aún? Tu propósito es ayudarme a huir de Sognare y del ojo público.

Después de un momento que le pareció eterno, Mae asintió.

—Debemos ir al este, hay menos puntos de seguridad allí. La mayor concentración de policías y guardias se encuentra totalmente al otro extremo —Su voz, femenina y casual al principio, sonó robotizada al final de la frase. Mae carraspeó, sintiéndose avergonzada.

Un acompañante debió ser tratado muy mal para tener fallas así.

—Localiza un refugio seguro para ambos de camino allí.

—Entendido.

Habían caminado un largo trecho cuando Justin empezó a sentir las calles bastante familiares, incluso en la oscuridad en la que todavía estaban inmersos y que no duraría mucho.

Mae no habló sino un par de veces en las cuales pensó que Justin se dirigía a ella cuando en realidad hablaba con Luna. Y honestamente era mejor así. Justin se encontraba más calmado y menos propenso a ataques de ansiedad durante los momentos silenciosos. Se acostumbró tanto a la soledad, que su mente aprendió a rechazar el bullicio.

Mae se detuvo frente a la puerta de una casa en un vecindario bastante lujoso —Hemos llegado —Le dijo a Justin.

Él se encontraba en una de sus fases de distracción, en las cuales su comportamiento lo hacía lucir mucho más joven de lo que era, y escuchaba vagamente lo que se desarrollaba a su alrededor. Así que no reparó mucho en el aviso de Mae.

—Y entonces el gusano y la hormiguita vivieron felices para siempre... —Terminó de contarle a Luna, soltando una risita nerviosa, y la arrulló en sus brazos.

Los acompañantes desarrollan sentimientos rápidamente, no importa las veces que sean reiniciados, estos olvidarán su pasado y empezarán de nuevo con su dueño actual. Mae se sintió un poco desconcertada al sentir el punzante dolor en su estómago que creía ella era la primera vez que experimentaba.

La realidad es que empezaba a sentir pena por Justin.

Mae tocó la puerta. En seguida, un tablón informativo se desplegó en ella, demostrando los nombres de todos los miembros de la casa, qué estaban haciendo en dicho momento y si podían ser molestados o no.

La chica robot paseó sus ojos verdes por el tablón, seleccionando el único habitante de la casa y sin prestar mucha atención a que la información proporcionada decía que se encontraba durmiendo, selección el botón que dejaba saber que era algo urgente.

Mientras tanto, una alarma despertaba a Wade Strahm de sus sueños. Para su suerte, no estaba empleando ningún sueño fabricado en Sognare. De ser así no hubiese despertado hasta la hora programada en la esfera. Se levantó, desperezándose tomó su bata de dormir, y fue escaleras abajo para averiguar quién lo necesitaba con urgencia a tales horas de la noche.

Podrán imaginarse su sorpresa cuando vio a una chica robot y a un hombre que debería estar en la sección más resguardada de Sognare.

—¿Justin? —Fue lo único que pudo salir de sus labios. Su voz, usualmente ronca tras dormir, salió tan chillona que se avergonzó.

—¿Wade? —Replicó éste, muy sorprendido de que Mae lo haya llevado hasta allí. ¿Cómo sabía ella...

Wade, bastante desconcertado, encendió las luces de la sala de estar y se echó hacia atrás, trastabillando, para que ellos pudiesen pasar. No sabía por qué ni cómo Justin llegó allí, pero lo seguro es que no fue por decisión de los hombres a la cabeza de Sognare, así que no era conveniente que estuviese en medio de la calle.

—Me dijiste que te buscara un lugar seguro. La verdad es que no tenía más opción —Aseguró Mae, que se apresuró a añadir: —Mi sistema me dice que vienes del Edificio Sognare. Todos los que mantienen aislados allí tienen un sistema de rastreo que sólo puede ser desactivado por un trabajador del lugar. Wade Strahm es un trabajador del lugar, un honorable médico y según mi sistema dice, gran amigo tuyo. Además... —Continuó cuando ya Wade se disponía a hablar— Estás enfermo. Has sido prácticamente conejillo de indias de una inyección que nunca antes había sido utilizada en nadie y te hizo perder la razón. Teniendo en cuenta todo lo que antes he dicho de Wade este es el mejor lugar para que estés. O mejor dicho, estemos.

Como era de esperarse, Justin había desarrollado dolor de cabeza por tanta información junta y empezó a frotarse las orejas con fuerza, no sin antes dejar sus únicas pertenencias sobre la mesa más cercana. Wade, por su lado, se limitó a guardar silencio por un momento mientras recapitulaba todo para entender mejor las cosas.

—Es tarde —Dijo finalmente—. ¿Cómo es tu nombre? —Le preguntó a la chica robot.

—Soy Mae Greene.

—Bien. Mae, ¿Qué tal si vas al cuarto de huéspedes y descansas? Dudo que los haya traído un taxi desde Sognare, y no estás hecha para largas caminatas. Puedes descomponerte y no queremos eso. Es el primer cuarto en el pasillo derecho de por allí —Le indicó con el dedo—. No creo que tengas problemas en encontrarlo. Yo me encargaré de Justin.

Mae miró a Justin, expectante. Al fin y al cabo ahora él era su dueño y sólo aceptaría órdenes de él. Wade miró a Justin, y le dijo que expresase que estaba de acuerdo, Justin asintió vagamente: se había distraído con un bonito reloj que había en la pared.

Mae se alejó tras las indicaciones que le fueron dadas, dejando a Wade y Justin solos. Justin le estaba preguntando a Luna si encontraba la casa bonita, pues él si lo hacía.

—Nada como esa celda, ¿verdad, Luna? No más celdas... —Dijo en tono soñador, y Wade sintió como el corazón se le encogió ante la imagen.

Un hombre que antes era alguien autoritario, con aspecto y mentalidad de líder, de gran coeficiente intelectual, había pasado a hablarle a una almohada como si de una persona se tratase.

—Hola, Justin —Le dijo con el tono que siempre empleaba con él cuando el ojimiel se comportaba así, de modo infantil—. ¿Me permitirías tu brazo derecho, por favor?

Justin obedeció, tendiéndole el brazo derecho a Wade. Estaba lleno de rasguños y algunas cicatrices.

Wade sabía lo rápido que Justin podía afligirse y estar al borde de un ataque, así que prefirió morderse la lengua y no preguntar cómo se las había hecho. Además, la respuesta estaba más que clara. Cuando el mundo parecía venírsele encima y Justin no podía diferenciar la realidad de la imaginación y el presente de los recuerdos, él recurría a hacerse daño físicamente para olvidar el mental.

A Justin le habían inyectado un chip de rastreo en Sognare que se presentaba a modo de pantalla en su brazo. Las letras resplandecían en un tono azul eléctrico en su brazo, destacando por encima de los cortes y rasguños. Wade fue directamente a la opción de desconectar por periodo indefinido, de este modo, liberando a Justin de ser encontrado tan fácilmente cuando los trabajadores lleguen al amanecer al edificio.

—Listo. ¿Estás cansado, Justin?

Este le contestó con un bostezo.

—¿Puedes... conseguirme un lugar donde dormir? ¿Aquí? ¡No te preocupes! —Se apresuró a decirle a Wade, aunque éste no tenía intención de interrumpirlo— Me puedo conformar con cualquier cosa, aunque sea un lugar pequeño y sucio... no creo que sea peor que la celda.

El corazón de Wade se apretujó en su pecho aún más si era posible. Le dolía, pero debía permanecer impasible. Debía ser fuerte como todos estos años.

—Tengo una habitación para ti que de seguro te gustará —Le aseguró.

—Pero... ¿Luna puede venir?

Justin estrechaba en brazos a la almohada, y sostenía firmemente la caja con sus pertenencias.

—Claro, Justin. Luna puede venir.

Sognare → j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora