09. "Su valor equivale a su peligro"

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Justin se puso muy mal desde que Dakota se fue de aquel modo. Creyó que no le había gustado el detalle que tuvo con ella y que se fue para poder burlarse con total privacidad.

A pesar de que Wade sabía que esto no era así, la verdad no sabía cómo justificarla. No entendía por qué había reaccionado de aquel modo, el cual le dio a Mae más cosas negativas que pensar de la chica.

Así que no les quedo más que decirle a Justin que no se preocupara, que quizás Dakota había tenido un mal recuerdo y por eso se fue de ese modo.

Pero Justin había entrado en un ataque de ansiedad. Las voces habían vuelto a su cabeza, diciéndole entre tantas cosas, que era un idiota y que habiendo tantas personas allá afuera que le pudiesen regalar algo mucho mejor, a él y a su tonto cerebro se le habían ocurrido darle una estúpida flor.

Ahora Justin se encontraba en su habitación, encerrado. Se mecía en su asiento, y abrazaba sus rodillas fuertemente contra su cuerpo. Era como si lo estuviesen torturando mentalmente. No se había sentido así desde que abandonó Sognare, y el hecho de que los ataques de ansiedad seguían una vez fuera de ese condenado edificio lo hizo sentir peor.

Era como si el mundo se le estuviese viniendo encima.

La puerta sonaba una y otra vez, retumbando en su cabeza de manera dolorosa. Mae y Wade no podían dejarlo solo en un momento así, pero separados por una puerta no era mucho lo que se podía hacer.

-¡Haz algo! -Apremió Mae, viendo como Wade llevaba ya más de un minuto tratar de abrir la puerta en vano-. Mi sistema dice que...

-Mira -La cortó el, sus dientes apretados en un gesto amenazador-. Me importa muy poco lo que tu sistema diga en este momento. Haz algo útil, por el amor de Dios, y tráeme un martillo, o lo que sea. Voy a destrozar la cerradura o tiraré la puerta abajo.

Desconcertada por el tono que usó Wade, Mae bajó corriendo las escaleras para buscar algo que le pudiera servir para destrozar la cerradura. Abrió la caja de herramientas en el garaje que estaba inoportunamente lejos de la habitación donde estaba Justin, y con dedos temblorosos tomó un martillo que en menos de un minuto ya estaba en manos de Wade.

-Si se ha hecho algo juro que... -Farfulló él por lo bajo mientras la cerradura cedía ante los constantes golpes.

La puerta se abrió con un chirrido. Mae y Wade se miraron, nerviosos. Temerosos a lo que sea que pudieran encontrar del otro lado.

No podían perder tiempo, sin embargo, así que Wade entró y Mae lo siguió. Ellos nunca habían visto a Justin tan tranquilo. Ni siquiera mientras duerme, pues cuando lo hace se retuerce y murmura cosas inentendibles por lo bajo.

La cosa era que Justin no estaba durmiendo.

Se encontraba en la cama tendido, sí, y con los ojos cerrados. Pero en su pecho, como conectado a su corazón, se encontraba la esfera de cristal plateada que había robado de Sognare.

Justin estaba usando el único sueño que pudo robar.

-¿Podemos despertarlo? -Preguntó Mae.

-Me temo que no -Dijo Wade en respuesta-. Cuando alguien... bueno, usa una de estas cosas, especifica cuánto tiempo desea pasar dentro del sueño. Y nada ni nadie lo podrán despertar de ahí.

-¿Y los sueños tienen algún límite? -Preguntó ella con desespero- ¿No podrán quedarse ahí dentro por siempre... o sí?

-Sólo se ha creado hasta el momento un sueño con duración infinita. Y este fue valorado por una cantidad de dinero enorme. Claro que su valor equivalía a su peligro. Y ese sueño, Mae... es ése que tiene Justin en el pecho.

Sognare → j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora