«sexto acto»| Lemmon

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- tu y yo vamos a MI habitación ¡ahora!-

Esas palabras resonaban de forma insistente en la mente del castaño, sabía que Bill estaba enojado (por decirlo de forma sutil) con él y con Pacífica. El mago ya había tomado represarías contra la rubia, solo quedaba él, asustado e indefenso ante alguien con tantos problemas de control de ira como lo es Bill.

- es-escucha Bill... n-no es lo que parece... ella- un fuerte apretón en su brazo le obligó a callar- mgh~ Bill me lastimas.

- si no quieres empeorar las cosas, Mayen la boca cerrada niño- gruñó aflojando un poco el apretón, para alivio del menor claro.

Cuando se vieron frente a la puerta de la habitación de Bill, Dipper vio pasar un par de aquellos "falsos" recuerdos de las últimas noches, sintiendo que había dejado cosas sin resolver y temas por tratar con aquella extraña chica de sus sueños. Bill, que no dejaba de husmear en la mente del castaño lo supo enseguida, sintiendo celos de la atención que le daba a Mabel, aunque fuera inconsciente de ello.

Bill lanzó a Dipper hacia el interior, cerrando la puerta tras de sí con algo de fuerza. Dipper se encogió sobre sí mismo y apartó la mirada del mayor, sintiendo como su cuerpo empezaba a temblar.

- mírame- ordenó Bill sin recibir una respuesta por parte del menor- Pino, mírame- hablo por segunda vez, obteniendo el mismo resultado que antes- ¡¿qué no me escuchas?' ¡MÍRAME NIÑO! 

Asustado, Dipper levantó la vista hacia el mago, encontrando aquel ojo azul eléctrico iluminado por la magia que de allí salía. Bill no era idiota, se había dado cuenta de las miradas discretas de Dipper cuando practicaban, o que dejaba la falda del vestido un poco más alta de lo usual para provocarlo. Sabía lo que pasaba por esa curiosa mente.

- escucha...- suspiro agachándose a la altura del otro, quitando los guantes de sus manos- lamento si reaccione mal, pero esa chica se pasó de la raya contigo, tal vez me excedí.

- ¿por qué... por qué reaccionar así?- cuestionó Dipper, limpiando las lágrimas que se empezaban a acumular en sus ojos- todos dicen que matas a quienes se quedan hasta el final... ¿Por qué a mí no?

- seré sincero- río Bill, sin poder creerse sus propias palabras- eres un chico muy lindo de mirar. Con ese cuerpo, me sorprende que nadie te haya querido tocar antes- tomo a Dipper entre sus brazos, se levanto y encaminó hacia la cama- pero sabes, eso está bien para mí, porque así me aseguro de ser el primero, y único, que tenga tu atención.

(BeBo BeBo BeBo. No sé ni porque hago un aviso si igual tod@s leen, pero Ñeh~ ya saben. Si son de mente frágil, no lean y Blah, Blah Blah.)

Recostando a Dipper con suavidad en la cama, regalándole una cálida sonrisa, en un vago intento por calmar los nervios del menor. Dirigió su mano a los hombros de Dipper, bajándola por sus brazos para después llevarla a la espalda del chico, desatando el vestido en un fugaz movimiento.

- ¿tienes miedo?- preguntó antes de retirar el vestido del delgado cuerpo de Dipper; si pensaba tomar, sería por las buenas.

Dipper negó, seguro de sí mismo- no, Bill. No tengo miedo.

- bien- fue lo último que pronunció antes de, con ambas manos, retirar el vestido de Dipper. A sus ojos quedó expuesto el blanco pecho del menor, carente de vello por culpa de las hormonas. Bill sonrío para sí mismo, se acomodó sobre el menor, con las piernas a cada lado del cuerpo de su Pino. Se desabrochó el chaleco y la camisa, dejándolos caer por ahí, sin cuidado.

Se inclinó hacia el rostro del menor, rozando sus labios con los del menor, como pidiendo que fuera él quien terminase de aceptar la distancia entre ambos. Dipper lo hizo, aquello que quería hacer hace un par de semanas, beso a Bill; al inicio fue un contacto tierno, convirtiéndose poco a poco en un beso cargado de pasión y lujuria.

" el mundo se rige por la lujuria, los demonios solo ayudamos a que los humanos lo noten" recordó las palabras de Zack años atrás, cuando se enteró de los sentimientos del demonio por Will; ahora entendía el sentido de aquello.

El beso lo corto Bill, para bajar de a poco hasta el cuello del menor, encontrando allí la cinta que cubría aquella parte. La retiro para besar, morder y chupar la pálida piel del menor, escuchando como luchaba por guardar los gemidos y quejidos de placer en su garganta.

Río ante ello, llevando la mano izquierda al pezon del menor, pellizcando y acariciando el rosado botón, sonriendo triunfal al escuchar como un gemido con su nombre escapaba por los labios del menor.

Pasaron minutos así, con las caricias de Bill sobre el cuerpo indefenso de Dipper, gemidos que empezaban a llenar la habitación y unas cuántas miradas traviesas que se perdían al momento en que se besaban. Así fue hasta que Bill, llevado por aquel molesto instinto, hizo aparecer en las muñecas de Dipper unas esposas de tono azul eléctrico.

A pesar de la sorpresa, Dipper se dejó hacer, sabiendo que disfrutaría todo lo que Bill hiciere con su cuerpo.

- ¿puedo?- preguntó Bill terminando de bajar el vestido, dejando a la vista el miembro erecto de Dipper. El castaño solo asintió, con las mejillas brillando en carmesí- bien, perdón si soy algo rudo.

Se levanto, retirando la poca ropa que aún le cubría a él y a su compañero. Abrió las piernas de Dipper, metiendo dos dedos en un ágil movimiento que, ya fuera porque estaba desprevenido o porque fue mucho para él, arrancó un grito de dolor de los labios del castaño.

De a poco, con ayuda de las estocadas que simulaba Bill con sus dedos, Dipper reemplazó las pocas lágrimas que tenía por los gemidos de placer que a Bill tanto deleitaban.

Sintiendo que estaba listo, retiró sus dedos y se acomodó, con las piernas de Dipper sobre los hombros; entrando de una sola embestida, deleitándose con la sensación de tener a Dipper bajo de sí, con la imagen que le brindaba su Pino; las mejillas rojas, los ojos cerrados, la boca abierta y las manos esposadas sobre la cabeza. Simplemente hermoso.

Dipper movió hacia Bill las caderas, rogando más. Bill obedeció a los deseos del chico, la habitación se lleno de gemidos, gruñidos y algunos gritos ocasionales de parte de ambos. Se estaban disfrutando mutuamente, gozando de la sensación que les brindaba el cuerpo ajeno rozando piel contra el propio.

- Bi-Bill... ya no...- gimió Dipper, sintiendo como su cuerpo llegaba al límite; corriendo se entre ambos, manchando sus cuerpos con el blanco líquido.

Bill lo siguió poco después, sintiéndose en el paraíso al acabar dentro de su preciado Pino. Sin duda esa había sido su mejor noche. Al salir del interior del chico, se acomodó a su lado y los tapo a ambos con las mantas de la cama.

- Dipper ¿aún dudas de la veracidad de tus recuerdos?- cuestionó luego de un rato de silencio, temiendo por la reacción del castaño.

- no lo sé... esos sueños se sienten tan reales- murmuro, acurrucándose en el pecho del mayor- pero... confió en tu palabra más que en estúpidos sueños.

Bill sonrío tranquilo, besando su frente callaron dormidos, abrazados como si el otro fuera a desaparecer si le soltaba. Sintiendo que no pertenecían a nadie más.

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Son 1240 palabras contando el aviso del medio, ignorando este.

Es el capítulo más largo de esta novela hasta ahora. Wow, me impresionó a mí misma.

Dos cosas por decir: 1. My God con ustedes; el quinto acto tiene más votos que el cuarto y en tan solo dos días, nuevo récord humanos.
2. Hace MUCHO que no escribía Lemmon, apretó si da asco pero es lo que hay, además a mí me gusto.

Espero lo hayan disfrutado. Nos leemos pronto :)

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