CAPITULO TRES: DEFENDIENDO LO INDEFENDIBLE.

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CAPITULO TRES: DEFENDIENDO LO INDEFENDIBLE.


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Bostecé mientras estiraba los brazos... miré por la ventana y la claridad del sol inundaba toda la habitación dejándome ver que ya eran a lo muy poco las nueve de la mañana... pude haberme levantado inmediatamente a salir a buscar trabajo nuevamente como lo venía haciendo, pero con lo que pasó ayer, todo lo que pasó ayer, esa locura que hice y que por un mínimo error me hubiera metido en fuertes problemas sin darme tiempo a arrepentirme, me había dejado una pequeña cosa: la satisfacción de tener un poco de dinero con el cual pasar estos días y aunque sea por "unos días", no tener que ir a hacer el ridículo en otro lugar intentando encontrar un trabajo que se acompleje a mi actitud.

Lancé un bufido por lo alto con mucha pereza recorriendo mi cuerpo, este ambiente no es el mejor para el cual levantarse con ánimos de vivir y lanzarle una sonrisa a todos los que se me atraviesen en el camino, no, lo que hice ayer, lo que fuí capaz de hacer ayer, sin siquiera analizar las consecuencias y arriesgándome así a confiar en chicos de calle que pudieron haberme matado o entregarme a la policía solo me demostró una inútil cosa: que soy capaz de agarrarme de cualquier cosa con tal de no caer.

Estuve quieto pensando por otros minutos más, cuando escuché un ruido provenir de la sala, fruncí el ceño sabiendo a la perfección que era mi tía, pero me sorprendí que estuviera en casa y más que estuviera cocinando o haciendo algo... me levanté colocándome un suéter por encima de mi camisa al igual que un pantalón para después salir y verla a ella arreglada, no perfectamente, pero si como si fuera a salir a algún sitio.

- ¿A dónde Vas? -pregunté llamando su atención desconcentrándola de una búsqueda hasta ahora desconocida. Detuvo lo que estaba haciendo para verme fijamente.

-Pensé Que No Estabas-dijo sorprendida dándole un trago a una lata de cerveza que estaba sobre la mesa de centro- ¿Por Qué La Puerta De Tu Habitación Estaba Cerrada? -inquirió pasándose un pintalabios sin medir en su capacidad de hacerlo bien.

Resoplé caminando al refri, abriéndola y concluyendo que en esta casa, jamás iba a haber comida-¿Recuerdas Que Intentaste Entrar En La Noche?-dije serio, hizo un gesto, casi como disgusto-¿Qué Intentabas?-pregunté demostrando enojo de ver eso en una tía.

Enarcó las cejas observándome fijamente-No... No Recuerdo Eso-sonrió como si le pareciera Gracioso-Eso... Es Lo De Menos-le quitó importancia.-Habeces Olvido Lo Que Hago Ebria-puso su mano en su frente-Está Bien Que No Confíes En Mí, Después De Todo Solo Llevas Unos Días En Esta Casa-su intento por hacer parecer que todo estaba bien, me causaba repudio.

Abrí un par de cajones, hasta que encontré en uno de ellos, un viejo bote de café con contenido necesario para hacer solo un vaso de café. Me empezaba a cansar esto de que ver todo vacío, con cucarachas en completo desorden.

¿Me volteé para verla luego de un rato de silencio y luego de analizar sus respuestas, rodé los ojos sabiendo que ella era el tipo de mujer que no se ponía a pensar en lo que estaba haciendo con su vida, ni en los errores, ni en nada, como yo cuando era más joven, es mejor no pensar en esas cosas tan absurdas-Vas A Alguna Parte? -pregunté mientras metía una taza con agua al microondas.

Se acercó a mí de una manera rara-Voy A Ver A Tu Mamá-

-Imposible-dije pesadamente.

- ¿Por Qué? -alzó.

Volví a bostezar con un poco de pereza-Ayer Quise Verla, Pero No pude... Dijeron Que Estaba Internada En No Sé Qué Mierda Esa-expliqué malhumorado.

No Deberías Amar 2 (Historia Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora