¿Otra vez?

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Luego de el beso, Cristina y yo nos cambiamos y fuimos a mi casa.

-Oye...- le dije mientras caminábamos a mi casa.

-¿Si?- preguntó ella, sonriente.

Me puse roja.

-¿Esa fue tu primera vez...?- pregunté.

-Sí... ¿Por qué? ¿Lo hice tan mal?- se detuvo, me miró suplicando una respuesta honesta y sus ojos se cristalizaron como si estuviese aguantando las ganas de llorar.

-¡No! Es más, lo hiciste demasiado bien...- me sonrojé.

-¿Ah sí?- se acercó a mí.- Yo podría repetirlo justo ahora.- dijo en una voz seductora.

-E-estamos en plena c-calle.- aunque la verdad, tengo ganas de volver a hacerlo...

-¿Y?- respondió, agarró mi mano y la puso sobre su pecho.- Siente lo rápido que late mi corazón... ¿Me vas a dejar con las ganas?- sonrió. Mierda, ¿por qué es tan hermosa?- Vamos... Sólo un ratito.

-Y-yo... Ehhh- traté de quitar mi mano de allí, pero ella la apretó más contra su pecho. Por si fuese poco, agarró mi otra mano y la posó sobre la parte trasera de su pantalón. En otras palabras, su trasero. Me puse rojísima. Inconscientemente apreté su trasero y ella dio un grito acompañado de un pequeño salto.

-¿Ves que sí tienes ganas?- dijo, puso su mano sobre detrás de mi cuello y me acercó a ella para besarme. El beso fue intenso, lengua con lengua, ella mordió mi labio inferior y yo di un leve gemido, tratando de contenerme porque estábamos en medio de la calle. Ella se separó un poco y me miró sonriendo triunfante, se acercó nuevamente y me tomó por la cintura acercándome a ella. Me besó nuevamente, pero esta vez fue por el cuello, sentí que me derretía por dentro, mi corazón estaba demasiado acelerado, igual que el de ella. No podía contener mis ganas de tocarla así que empecé a hacerlo.

Metí una de mis manos dentro de su camisa, acariciando su abdomen repetidas veces, subiendo y bajando hasta llegar a sus pechos, noté que ella no traía sostén.

-T-tócame más...- me suplicó ella sonrojada, algo se apoderó de mí y me volví una especie de bestia sexual.

Introduje mi mano en su pantalón y empecé a acariciar su parte íntima, ella comenzó a gemir, de pronto detuvo mi mano y desvió la mirada; me miró nuevamente pero estaba seria, me arregló la ropa y empezó a arrastrarme en dirección a mi casa.

-Después de todo tenías razón, no debíamos hacerlo allí...- hizo una pausa. -Vi a un tipo observándonos de forma pervertida. Lo mejor era salir de allí rápido, podría haberlo golpeado si fuese necesario.

-¡Maldición!- se escuchó como un susurro viniendo de una esquina oscura, no alcancé a ver quién lo decía.

-¡Estúpido pervertido!- gritó ella mientas miraba en dirección a esa persona.

-V-vámonos de aquí...- dije con un poco de miedo. El extraño se volteó y se fue, maldiciendo a todo lo que se cruzara en su camino.

En casa de Ámbar

Una vez en mi casa, noté que mi mamá dormía, aproveché eso a mi favor y le metí a Cristina en mi cuarto a escondidas. Cerré la puerta y volteé a verla.

-Al fin eres mía.- susurró ella mientras se mordía el labio. Me puse ligeramente roja y ella se acercó a mí. -¿Dónde nos habíamos quedado?

-Emm... L-la verdad yo t-tengo s-sueño... ¿P-podemos dormir?- Me rehuso a tener sexo, eso que hice en la calle... ¡No podría hacerlo de nuevo!

-¿Dormir?- se acercó a mi oído. - Cuando termine contigo estarás tan cansada que dormirás como nunca.-¿Q-q-q-qué? ¡Puedo sentir cómo arde mi cara!

Agarró la parte de abajo de mi camisa. -Hasta entonces... Creo que esto está de más.- dijo mientras me la quitaba.

-Cristina...- dije tímida.

-¿Dime?- dijo mientras empezaba a besarme el cuello.

-Eres muy buena en esto...- nuevamente mi cara ardió. Ella se detuvo y me miró con una sonrisa de satisfacción.

Amo esa sonrisa.

-Y me volveré mejor ahora que tengo con quién jugar un poco.- me levantó y me colocó en la cama. -En esta posición te ves muy bien...- dijo mientras se mordía el labio sonrojada.

¿En qué posición estoy?

Me miré y me quedé impactada por la posición que tenía. Mis piernas estaban un poco abiertas y el verme sin camisa claramente la excitaba, mi falda estaba ligeramente levantada y permitía la vista a mi ropa íntima, mi cabello estaba despeinado y estaba acostada en la cama.

Ella tomó mis manos con una de las suyas y las mantuvo agarradas por encima de mi cabeza. Su otra mano la utilizó para acariciar mi abdomen hasta subir a mi brazier,  de alguna forma logró desabrocharlo con una mano y luego comenzó a utilizar su boca para satisfacer su necesidad de morderme los pezones, comencé a gemir inevitablemente y a moverme mucho, ella se negaba a soltar mis manos.

-Estás muy inquieta, creo que podemos arreglar eso.- metió su mano en su bolsillo y sacó unas pequeñas sogas. -La próxima vez serán esposas...- dijo mientras me amarraba ambas manos por encima de la cabeza y me ataba a la cama.

-¿Q-qué estás haciendo?- pregunté rojísima.

-Le agrego un poco de perversión a nuestro pequeño juego.- empezó a amarrar ahora mis pies a la parte inferior de la cama.

Hace in momento me decía que la tocara, ahora me tiene atada a la cama... A todo esto, ¿por qué no la estoy deteniendo? ¿En qué clase de pervertida me convertiré ahora? ¿Podré dormir esta noche...?

Esta chica es extraña. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora