Capitulo 14

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Taylor entró en el ático de Karlie, no muy diferente al que poseía a solo seis manzanas. Las habitaciones eran amplias, de techos altos, con increíbles ventanales que ofrecían vistas panorámicas a Central Park.

Aceptó una copa de vino blanco y se acercó a la ventana para contemplar el parque que tan bien conocía. Se acordaba cuando se había mudado a New York, con su madre y sus hermanas.

-¿Taylor? -le llamó Karlie a su espalda.

Sobresaltada, Taylor dio un sorbo de vino.

-Perdona, estaba pensando.

-¿Puedo saber qué?

-En nada interesante. Cosas.

-A mi siempre me interesa.

Karlie se había quitado el traje de ejecutiva agresiva y se había puesto unos pantalones de chándal blancos y azul marino. Su cabello parecía muy suave al enmarcarle el rostro y sus ojos reflejaban una preocupación sincera al contemplarla.

-Gracias.

Taylor no dijo nada más. Le fascinaba estar tan cerca de Karlie otra vez y también le daba un poco de miedo, porque la última vez había tenido un final de lo más confuso. Aun así, Taylor no podía evitar mirarle los labios a Karlie repetidamente, como si pudiera saborearlos de nuevo con solo concentrarse en ellos.

-En primer lugar, me alegré que tu madre confiara en mí lo bastante como para contarme lo de tu rincón en Central Park -dijo Karlie, indicándole a Taylor que se sentara en el sofá que había al lado de la ventana. Ella se sentó lo bastante cerca de la cantante como para que las rodillas les rozaran, y Taylor se estremeció internamente. Puede que subir a casa de Karlie hubiera sido un error.

<<Pero si podemos hablar las cosas como adultas, ¿Qué esperanzas hay para nuestros asuntos profesionales?>>

-¿Y en segundo lugar? -preguntó Taylor cuando Karlie no continuó.

-Ah, sí. En segundo lugar, me alegro de que hayas venido conmigo. ¿Tienes hambre?

-No, no demasiada. -Taylor volvió a mirar por la ventana -. La verdad es que la otra cosa que me atrae de Central Park son los perritos calientes. Hace un rato me he comido tres.

-¿Tres? -se asombró Karlie, cuya voz sonó media octava más aguda, algo que Taylor no había oído nunca.- ¿Y dónde diantres los metes?

-No como perritos muy a menudo; si no, seguro que se notaban. -Taylor dejó escapar una risita-. Tendrías verte la cara. Ni que te hubiera dicho que tomaba drogas.

-Es que me ha sorprendido. Perritos calientes. Hace años que no me como uno.

-Tambien tengo debilidad por los churros.

-¿Ves? Eso no me importaría tanto.
Karlie se llevó un dedo a los labios y pareció pensativa unos segundos.- Yo... siento haberte besado como lo hice.

-¿Lo sientes? A Taylor se le encogió dolorosamente el corazón. Al parecer había estado en lo cierto al sospechar que Karlie lamentaba haberla besado.- No pasa nada. No tiene importancia -dijo apresuradamente, mientras dejaba la copa en la mesita de café. Le temblaban tanto los dedos que temía no poder sostener el fino pie de cristal.

-No, sí que tiene importancia. Has firmado un contrato que en cierta manera te hace dependiente de mí.
Ponerte en una posición así de vulnerable no es justo para ti.

-Soy una mujer adulta, por si no te has dado cuenta, Karlie -objetó Taylor, más triste que enfadada-. No voy a morirme por un beso.

-Mi primera prioridad debería ser siempre tu carrera y mi compañía.

Kaylor - Obertura SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora