-A casa Morris, por favor.
Taylor se acurrucó en el asiento trasero de la limusina. Morris había escrutado su rostro con senblante sombrío en cuanto regresó al vestíbulo, en donde la había estado esperando pacientemente. La conocía muy bien y ni todas las gafas de sol del mundo bastarían para esconderle a él sus emociones.
-¿Estás bien? -le preguntó Morris, echándole una ojeada por el retrovisor.
-Sí.
-No es verdad -murmuró él-. ¿Qué ha dicho esta vez el capullo de tu agente? ¿O ha sido la Kloss esa?
-Los dos. Da igual, tengo que volver a casa y prepararme para el viernes por la noche. No puedo preocuparme ahora de lo que piensen esos tiburones sedientos de billetes.
Taylor trató de concentrarse en el miniconcierto que tenía el viernes.
Se suponía que tenía que cantar en un acto benéfico. Annelie Peterson, editora y productora de Hollywood, que se lo había pedido personalmente. Además de sus ocupaciones, llevaba una organización no gubernamental que, entre otras causas, recogía dinero para refugios de niños y mujeres maltratadas.Taylor había accedido, pero no le pidió a Annelie que contara con su agente, sino que lo arregló todo ella misma. Tenía previsto cantar sus propias canciones, porque era una buena oportunidad para probarlas con público en directo, sin que Kloss o Brad interfirieran.
Sólo pensar en Karlie Kloss le hizo fruncir ligeramente los labios para que no se le escapara ninguna ordinariez. La habían criado para no decir palabrotas, para ser educada y humilde en todo momento, pasara lo que pasara, pero cuando se calentaba, su reacción instintiva era estar de acuerdo con los que decían que Karlie Kloss era una tiburona empresarial y una zorra de primera.
Siendo francas, Karlie se había mostrado tan superior al resto de los mortales como en su fiesta de cumpleaños dos años antes.
<<Y ha ido igual de sobrada>>.
Cuando estaba en una habitación la llenaba como si fisicamente fuera mucho mayor de lo que parecía.
Taylor calculaba que Karlie debía medir alrededor de uno ochenta y cinco, unos centimetros más que ella.
Y aunque la cantante siempre llevaba tacones de quince centimetros, Karlie tenía tanta presencia que a Taylor le daba la impresión de que era mucho más alta.A la hora de comerse todo aquel que se le oponía, la voz ronca y profunda de Karlie era también un valor a tener muy encuenta. Extrañamente, la melena castaña que le caía a la altura de los hombros parecía de seda y los tonos suaves de maquillaje que utilizaba no sólo le otorgaban una belleza clásica, sino que le suavizaban las facciones.
-Ya hemos llegado, Taylor.
Morris aparcó en la calle, delante del complejo de apartamentos.
Mientras el portero corría hacia la limusina y abría la puerta, un grupo despierao de paparazzi zumbó alrededor del vehículo. Taylor se aseguró de que llevaba las gafas de sol bien puestas antes de salir del auto.
Se abrió paso apresuradamente entre la multitud, el chasquido de las cámaras y las voces que reclamaban su atención.
El portero la condujo al interior del edificio y ella le dejó una generosa propina. Ya en el ascensor, mientras subía a su apartamento, hizo un esfuerzo por parecer contenta para no preocupar a su madre y a sus hermanas. Le había prometido a su padre que cuidaría de ellas y que nunca olvidaría sus origenes. Una promesa era una promesa.
***
Taylor metió sus partituras en la carpeta y comprobó de nuevo su aspecto en el espejo.
Estaba un poco pálida, pero eso era fácil de remediar con algo de la surtida bolsa de maquillaje que llevaba siempre encima. En la puerta del dormitorio tenía colgado en su funda protectora el vestido verde largo que había escogido y se disponía a sacarlo cuando su madre asomó la cabeza.
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Kaylor - Obertura Salvaje
FanficAdaptación: La superestrella de la música, Taylor Swift se niega a grabar la música que sus productores han preparado para su nuevo disco. Incluso está dispuesta a romper su contrato, si es necesario, porque lo único que quiere es una oportunidad de...