Capitulo 28

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Karlie nunca había sentido una necesidad tan grande, como si fuera a implosionar si no sentía el cuerpo desnudo de Taylor contra el suyo.
Intentó explicarse apresuradamente.

-Te prometo que tendremos nuestro baño romántico, Taylor. No sé qué me pasa, pero te necesito ahora.

-Yo también te necesito. Te deseo muchísimo.

Taylor apartó el edredón de la cama y se metió entre las sábanas. La cama con dosel hecha de hierro forjado era un hermoso centro focal para el dormitorio, pero Karlie solo tenía ojos para la mujer a la que amaba con cada célula de su cuerpo.

Su piel blanca salpicada de gotas de agua centelleaba como si estuviera cubierta de diamantes. El pelo le caía en risos húmedos alrededor de la cara y por la espalda. Taylor abrió los brazos, para que Karlie se tumbara con ella, y esta no lo dudó. Se deslizó junto al sedoso cuerpo de Taylor y gimió de los más hondo de su garganta.

-Suena muy feroz -le dijo Taylor, casi sin aliento.

-Y tu pareces una pantera, cariño -contestó Karlie. No sabía que la ponía más caliente, la sensación de Taylor bajo sus manos o la visión de su cuerpo increíble. -Eres preciosa. Te quiero muchisimo.

-Y yo a ti, Karlie. -Fue como si Taylor adivinara lo que necesitaba su amante-. Aquí, tocáme. -Se tumbó y se abrió de piernas-. Soy tuya. Toda tuya.

Karlie jadeó mientras le pasaba la mano por el vientre y le acariciaba entre las piernas. Taylor subió las piernas y se abrió con total entrega hacia ella, sin dejar de mirarla a los ojos. La confianza que le demostraba era muy sexy, pero al mismo tiempo increíblemente extrañable.

Karlie fue muy cariñosa al explorar los pliegues mojados de Taylor, tan calientes y resbaladizos que era dificil centrarse en su clítoris. Nunca había sentido una ternura semejante por nadie cuando le acariciaba el pequeño centro nervioso. Al poco, los gemidos de Taylor se convirtieron en maullidos quejumbrosos.

-Karlie por favor, méteme los dedos. Quiero que me penetres, que me poseas.

La respiración se le escapó en exhalaciones ardientes entrecortadas al ponerse en tensión. Clavó los pies en la cama, con las rodillas flexionadas y las piernas bien abiertas, arqueándose hacia Karlie cuando le metió dos dedos. Los fuertes musculos de Taylor envolvieron sus dedos en su ardiente centro y la atrajeron aún más hondo.

-Dios, qué caliente estás -respingó Karlie, encima de Taylor y sin apartar los ojos de ella-. Eres increíble. Tú suéltate, cuando quieras. Te tengo.

-¿Karlie? -algo rayano en el pánico contrajo el rostro de Taylor-. ¿Karlie?

-Estoy aqui. Shh, te tengo. -La besó con suavidad mientras le metía y le sacaba los dedos-. Tú abrázame y déjate llevar.

-Kar-lie... -Taylor se arqueó y apretó los dientes-. ¡Ah!

-Muy bien. -Karlie le metió los dedos más hondo y los enrroscó en su interior.

Las convulsiones se alargaron durante varios precisos segundos, hasta que Taylor se desplomó, temblando.

-Eh, ¿estás bien?

-Nunca había estado mejor -jadeó-. No te exagero.

Karlie tiritaba, tanto por culpa del aire acondicionado sobre la piel mojada como por su propio deseo.

-Levanta la pierna, cielo.

-Mmm, no.

-¿Que? -Karlie se quedó helada.

-Quiero mirarte -le dijo y se puso agatas-. Quiero que abras las piernas y me lo enseñes. Como hiciste por teléfono. Enséñamelo.

Los ojos azules de Taylor eran como las ascuas ambarinas que refulgían bajo la tenue luz de las lamparillas de noche. Karlie notó que se mojaba todavía más.

Kaylor - Obertura SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora