Capítulo 5

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Storm

—¡¡Vamos!! ¡¡Despierta!! —me despierta una vocecita aguda y siento como si alguien saltara en mi cama —¡¡Vamos!! ¡¡Tengo hambre!! —añade esa voz.

—Sylvia-chan, ya tienes edad para hacerte el desayuno. Y si no, espera a que me despierte —le digo sin abrir los ojos a esa voz mientras sigue saltando en la cama.

Para de saltar y dice:

—No soy Sylvia, soy Luna. Luna Dragneel.

Acabo de recordar de que ayer era un bebé y de que hoy sería una niña de 8 años.

Me siento en la cama y Dragneel está sentada con las piernas cruzadas mirándome. Lleva mi camiseta, pero es la que llevaba ayer.

—¿Porqué llevas la camiseta que llevaba ayer?

—¿Me vas a hacer el desayuno? —dice inclinándose.

—He preguntado yo primero.

—Porque... —agacha la cabeza y se pone colorada.

—Porque... —digo forzando a que me lo diga.

—Porque huele a ti... —dice en un tono muy bajo, pero la he entendido.

Hago como si no lo he escuchado, pero me pongo un poco colorado.

—¿Qué quieres para desayunar? —le digo levantándome yendo a la cocina. Ella me sigue.

—Quiero tortitas —dice sentándose en la mesa —, como las de la otra vez.

—¿La otra vez? —digo extrañado.

—Si —dice mientras mueve las piernas —, las del día de los equipos —sonríe —. Me encantaron.

Aunque sea una niña de 8 años y que seguramente no sea consciente de lo que dice, sigue siendo la chica de la que estoy enamorado. Y me hace feliz que Dragneel me diga eso y no puedo evitar sonreír mientras me dirijo a la nevera a por las cosas de las tortitas, pero me faltan cosas.

—Me faltan cosas.

—No pasa nada —se baja de la mesa —, vamos a comprarlas.

—Voy yo solo.

—Pero yo quiero ir contigo —dice inflando los mofletes.

—¿Con qué ropa? No puedes llevar la mía.

—Ya he pensado en eso —dice con una sonrisa brillante —. Necesito la camiseta más pequeña que tengas —añade dirigiéndose a mi armario.

Lo abre y encuentra un camiseta blanca de manga corta. La coge y se va al baño. Cuando sale, parece que lleva un vestido para una ocasión especial.

—¿Lo ves?

—De acuerdo, ¿y los zapatos?

—Iré descalza. Como Mavis-sama!

—Vale —cojo una camiseta y unos pantalones del armario y me dirijo al baño —, pero si te haces daño, no te quejes —digo antes de entrar.

Cuando salgo del baño, está saltando en mi cama otra vez. Lo que me espera este día.

—¿Nos vamos? —dice saltando todavía.

—Si, vamos —digo poniéndome los zapatos en la puerta de mi habitación y ella salta al suelo.

Ya no hay nadie en Fairy Hills masculino, todos están en el gremio o haciendo misiones, y yo cuidando de esta niña. Y lo peor, es que no puedo decirle nada a Natsu y Lucy ni acercarme al gremio. Menudo día.

Del Amor al Odio hay un solo Paso [Fairy Tail Nueva Generación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora