N/A: ¡Hola! Muchas gracias por continuar al pendiente de esta historia y de mí. Sí, tardé más en actualizar que el tiempo que pensaba. Lo sé, lo reconozco, y lo lamento. Los exámenes me tienen loca, y más aún las tareas, pero al menos ya terminé con los exámenes por un tiempo más, y por eso estoy en la gloria. (?)
Con respecto a mi otro fanfic, ¡lo actualizaré dentro de poco, no se preocupen!
Disfruten este capítulo, espero con ansias sus comentarios y hasta la próxima. ♥
PSD: ¡Gracias por los casi 50 followers en wattpad! ♦♦
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Capítulo XII. ¡Dos tragos de cloro, por favor!
En momentos cuando la noche caía, los perros aullaban porque se les daba la gana, y algunas personas con piercings y vinos salían a bailar, se podía distinguir con una increíble facilidad a dos personas que podían mezclarse como uno en la oscuridad. Siendo imperceptibles, ocultos entre las sombras, de no ser por su inoportuna torpeza y claro entusiasmo. El rubio llevaba consigo lo que le parecía necesario, es decir, porno y condones en un pequeño portafolio. En cambio, su amigo, el de cabellos oscuros como el carbón, llevaba en una mochila un silbato, una linterna, máscaras, una soga y binoculares, objetos indispensables para el espionaje.
Las personas de sus alrededores los miraban de una forma extremadamente rara, como era lo usual. Kenny juntaba sus palmas con toda su emoción, una y otra vez, sin aplicar una fuerza y el ruido siendo amortiguado por sus guantes, mientras que Stan tenía el temor de ser descubierto clavado en lo más profundo de su pecho. Sin embargo, ambos estaban determinados en poder concretar su tarea, poder cumplir el objetivo por el que habían salido.
—Si mis cálculos no me fallan, ellos dos estarían en casa de Cartman en... —observó su reloj de mano —ya. —Terminó Stan, acomodando su propia manga. Kenny le miró, manteniendo una ceja enarcada, y finalmente sonreír como si fuera un niño otra vez.
— ¡Vaya! ¡sí que eres organizado! —Comentó el rubio con su característico tono suelto y animado, logrando causar un sutil rosado en las mejillas del menor. El último mencionado rechistó, bajando su mirada y apretando sus cosas con algo de fuerza para ocultar sus nervios y pánico que le daba pensar en lo que harían. Se concentraron en seguir caminando, con la vista en lo alto y sus ideas claras.
En otro lugar, más adelante, el semanal encuentro se llevaba a cabo. Dos conocidos, casi amigos, que llevaban todos los días consigo una pura fachada, se desvestían con miradas cómplices y sonrisas con dejes lujuriosos. Cada beso que formulaban era un encanto más, como un arte del que cada vez eran más y más prisioneros, sintiendo que caían bajo, pero subían muy alto al mismo tiempo. La habitación, como de costumbre, estaba cerrada, y el ambiente estaba inundado de una absoluta oscuridad, en donde la luz que provenía de la ciudad por los cristales de la ventana era más que suficiente para cautivar a ambos. Las mejillas del menor estaban mínimamente iluminadas al ser tan prominentes, al igual que la punta de su nariz. Al mismo tiempo, estas estaban sumidas por el rubor de una traviesa vergüenza y excitación. Por otro lado, la respiración del pelirrojo cada vez era más agitada, su pecho subía y bajaba como prueba de ello. Claro que ninguno de los dos sabían que en cualquier instante podrían ser vistos.
Kyle abrazó a Cartman de su cintura, llevando su diestra hacia su trasero y apretándolo con todo el lujo que podía darse, desquitando el deseo reprimido durante una semana en sólo unos minutos. Eric reprimió un quejido sobre la piel ajena, y con sus manos enrolló sin ninguna clase de delicadeza las prendas del mayor, y coló sus dígitos para acariciar su abdomen como se le diera la regalada gana. Ambos, en el sexo, solían ser impacientes, rudos y deseosos. Cada vez querían mucho más. Quizá por el odio y disgusto que habían guardado por años, o tal vez porque simplemente esa era la naturaleza de ambos.
Kyle sonrió y se acercó al rostro del castaño para morder su labio inferior. Cartman, por supuesto, no iba a quedarse atrás, y mientras el pelirrojo lo mordisqueaba y besuqueaba, él dirigió sus manos al pantalón ajeno para bajar su bragueta y desabotonarlo, dejando que estos obedecieran la ley de la gravedad y cayeran a los tobillos del mayor. Se separó del rostro y anatomía del judío, y de esa forma se quitó a sí mismo su remera, impaciente. Ya se había convertido en casi una costumbre estar al desnudo junto a su némesis.
Kyle suspiró de forma breve, y volvió a atraer al más bajo a su propio cuerpo, para quitarle sus pantalones y su ropa interior de una única vez. Lo llevó a la cama, echándolo hacia atrás, quedando él encima del robusto. El neonazi frunció el ceño, el judío se mostró confundido por ello. Cartman se acercó al oído ajeno, donde respiró lentamente.
—No quiero esta posición esta vez... —murmuró, y mordió el lóbulo de la oreja del contrario. Los colores de Kyle se subieron a sus mejillas en menos de lo que canta un gallo. Se mordió su labio inferior.
—Entonces, ¿cómo? —Preguntó el pelirrojo, abriendo sus ojos sólo un poco más de lo normal, y apegando ambas narices para estar más cómodo de esa manera.
Cartman simplemente sonrió por esa pregunta, y sujetando al mayor de sus costados, giró rápidamente de forma tal que el contrario quedara debajo de él. Se acomodó con más cuidado, sentándose sobre la ropa interior ajena, y mirándole a los ojos expectante y relamiéndose. Kyle, avergonzado, cubrió sus mejillas con sus manos.
— ¡Kyle, no seas un marica! —Retó Cartman, ganando que el pelirrojo hiciera una mueca de fastidio.
—Entonces ve directo al grano y no actúes como un pendejo en una situación así. —Dijo Kyle, llevando sus propias manos al elástico de su ropa interior. —Muévete, debo sacarme esto.
— ¿Y si no quiero? —Murmuró Cartman, con un tono algo seductor, o al menos un intento de ello. Kyle arqueó una ceja por el comportamiento ajeno. No pudo decir nada, pues inmediatamente el neonazi empezó a hacer unos suaves y lentos movimientos de cadera sobre la tela del fino bóxer ajeno. Broflovski se ruborizó nuevamente en cuestión de segundos. Esos sutiles movimientos seguían de tal forma que eran una maravilla para ambos. Kyle no podía aguantar más de esa forma, realmente quería ir a algo concreto, y a pesar de que Cartman deseaba lo mismo, no podía evitar darse el gusto de torturar al judío.
Finalmente el castaño se hartó de las malditas perdidas de tiempo que tan divertidas se le hacían, y decidido puso sus dedos en el elástico de la ropa ajena, tirándola hacia abajo, cosa que Kyle agradeció totalmente. Cuando se la quitó por completo, el pelirrojo pensó que se desvanecería, y que el propio Mesías estaba llegando por primera vez a la Tierra; empero la misma sensación le dio a Eric. Una luz destellante y blanca surgió de la ventana justo en ese momento. Cartman cerró los ojos fuertemente debido a que era incandescente, y Kyle, cuando se dio cuenta que de Mesías no tenía un carajo, intentó reincorporarse, y apegó al menor en su cuerpo nuevamente, como un sincero abrazo.
Cuando los ojos de los dos se acostumbraron a la luz adquirida, ambos se ruborizaron como si fueran unos tomates, y aquellas dos personas que espiaban ya sin ninguna discreción se metieron a la habitación sin tener permiso y sin decir ni "mu". Como acto seguido, simplemente vieron flashes y el ruido de la cámara de un celular.
— ¡TE DIJE QUE CARTMAN ERA EL PASIVO! —Exclamó una voz conocida, o mejor dicho, la de Kenny.
Kyle y Eric sólo pudieron mirarse, y pensar lo mucho que necesitan un trago de cloro en ese momento.
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El Desconocido de Omegle. [South Park] [Kyman] [Yaoi] [Lemon] [Smut]
FanfictionCartman tiene una rutina de la madrugada cada vez que tiene una pizca de deseo en su cuerpo: entrar a Omegle. Encontrarse con un desconocido al azar era su mayor diversión en esos casos, pero un día se encontró con alguien más, un desconocido, un e...