Capítulo 11

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Regresé a casa y me encerré en mi habitación, pero no podía dormir. Le acababa de decir a mi amiga, básicamente, que no dejase a su novio porque yo no podía tenerlo. No sé si ha sido una buena idea, pero no sabía qué otra cosa hacer, no puedo permitir que Oliver se me escape otra vez. Y puedo ser egoísta al no querer dejar a Gideon pero tampoco renunciar a Oliver. Ojalá los dos fueran la misma persona, así todo sería más fácil.

Tras dar varias vueltas en la cama me levanté y entré al baño, en el espejo me vi con esos años de más que últimamente no dejo de ver, esos que parece que tanto me pesan. Por Dios, tengo dieciocho años, no puedo tener este cansancio en los ojos, como los de una mujer con hijos y que no deja de trabajar. Dieciocho años sí, pero me voy a casar. ¿Cómo podían, antiguamente, casarse siendo tan jóvenes? Yo no dejo de pensar qué será de mí unos años más adelante. Quiero decir, si ahora me caso con dieciocho ¿significa que a los veintidós tendré mi primer hijo? No quiero que así sea. Quiero... quiero disfrutar de la vida. Una vez oí decir a unas señoras en la calle que el matrimonio no es una atadura si te casas con alguien que no te ata. Gideon no me ata, me ato yo sola. Y no quiero casarme por miedo a convertirme en algo peor. Por ser yo quien se ate y no se deje hacer cosas.
Me desnudé y me di una ducha. Agua caliente y geles con olores exóticos. Al salir, todo el baño estaba rebosante de vaho con olor al Caribe, y ni rostro de Londres. Tenía la sensación de que si asomaba la cabeza por la ventana vería una playa de azul cristalino y unas flores rojas en los arbustos en lugar de una ciudad con nubes grises constantemente y tráfico que no deja de contaminar. De repente me di cuenta de que no estaba segura de si quería vivir en Londres, tal y como siempre pensé desde pequeña.
Me lié el albornoz al cuerpo y me dejé caer en la cama, encendí el televisor e hice zaping hasta que me cansé. Entonces salí, fui a la cocina y me hice con chocolate y vino. Camino a mi habitación me encontré con Gideon.

- Bombones de trufa y vino –dijo-, buena elección.

- Sí, supongo.

- ¿Qué ha pasado con Oliver?

- Flora. No la encontraba.

- Alex, qué más ha pasado.

- Nada.

- Llevas bombones y chocolate –señaló-. Aunque supongo que no tienes por qué contármelo.

Pasó a mi lado y siguió su camino. Antes de abandonar el pasillo me dijo:

- Pero si quieres charlar... estaré en el salón. Voy a ver una peli, puedes traer el vino. Y el chocolate.

Salió del pasillo y me quedé mirando los bombones y la botella de vino en mis manos. Iba a pasar la noche sola en mi habitación haciendo zaping y lamentándome de mi existencia. Dos segundos después estaba atravesando el pasillo para ir con Gideon.


A la mañana siguiente me desperté acurrucada en el sofá con una manta echada por encima. Gideon no estaba, pero había dejado una nota sobre la mesa baja.

<<Recuerda que hemos quedado con nuestras madres. Aunque si llegas tarde te cubriré. Tampoco me apetece estar con ellas...>>

Me desperecé y con calma me preparé café y desayuné. Luego me vestí y salí a pasear por las tiendas. No sabía por qué, pero me sentía bien de repente. Mejor, sin duda, que hacía unas horas.
Dos horas más tarde conducía a casa de los Barnes con el coche lleno de compras de Gucci, Yves Saint Laurent, Chanel, Versace... todas las cosas que veía y me gustaban las compré. Hacía tanto tiempo que no malgastaba el dinero de esa forma que fue extraño, pero al mismo tiempo me sentó de maravilla.

(I'm) Yours: In love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora