Capítulo 9

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Recuerdo mi trabajo sobre Isis, aquella diosa que me inspiró a perseguir el amor. Aquella en la que creí que podría convertirme. Ahora me doy vergüenza. He renegado de mi amor dos veces, y no sé si tendré una tercera oportunidad. Llevo dos días pensando sin parar en las palabras de Nicole. ¿Hacerme amiga de Oliver? Ya funcionó una vez, aunque no estoy segura de si aquello era solo amistad o, sin embargo, comenzamos a sentir algo el uno por el otro desde el principio, así, sin darnos cuenta. 
Ayer lunes pensé en ir a buscar a Oliver y hablar con él, pero me acobardé. Del mismo modo en que me acobardé para hablar con Brenda. Quería decirle lo mucho que me ha molestado el que se haya chivado a Gideon después de confesarme con ella, pero ni siquiera puedo pensar en quitarme el pijama y salir y hacer frente al mundo. Ahora lo único que me apetece es desconectar de mi vida, solo un poco. El domingo me encerré y no salí hasta que por la noche tenía demasiada hambre como para quedarme en la habitación. Ayer lunes salí cuando escuché a Gideon irse y paseé por casa, inspeccionando el lugar en el que ahora vivía. Me quedé sentada en la barra de la cocina fumando y mirando Londres sin hacer nada, solo esperando que pasara el tiempo.

Hoy está lloviendo. Es seis de marzo y llueve tanto como o haría cualquier día de diciembre. El cielo está tan gris que me cuesta creer que tras esas nubes hay un radiante sol amarillo. 
Antes de salir me pongo mi abrigo rojo y me hago con el paraguas. Mis botas negras se llenan de agua nada más salir a la calle y el viento me despeina y me enfría la cara. Hoy he decidido caminar hasta clase. Y me siento rara, es algo irónico que me apetezca pasear cuando casi no puedo hacerlo. 
Todo el que pasa a mi lado va corriendo, con prisas, evitando mojarse. Los coches tocan el claxon sin parar queriendo moverse, las motos hacen zigzag entre los vehículos y los semáforos hoy parecen tardar demasiado en cambiar de color. La policía toca un silbato y un agente parece regañar a un conductor como una profesora a su alumno. 

Entre todo el caos consigo llegar a clase. Me siento cerca de la puerta, en la primera fila y cojo apuntes de todo lo que oigo. Al terminar la primera clase salgo al pasillo y camino hasta la siguiente. Esta vez Brenda y yo tenemos esta misma asignatura, con suerte llegará tarde como siempre y no tendremos contacto visual. 
Al entrar en el aula al primero que veo es a Mason, está leyendo unas hojas sentado sobre la mesa. Subo hasta él.

- ¿Puedo sentarme? -le pregunto. Él levanta la cabeza y me mira sorprendido.

- Por supuesto -responde.

Me siento y saco mis cosas sobre la mesa. Él termina de leer sus hojas y se sienta en la silla a mi lado.

- Ya creía que aguantaría solo esta tortura -me dice.

- No estarías solo, Brenda acabará viniendo.

- ¿Brenda? Lo dudo -dice y lo miro-. Ayer no la vi en todo el día, y hoy me ha escrito diciendo que le pase los apuntes de hoy y de ayer. 

- O sea, que no va a venir.

- Eso parece. ¿Sabes qué le pasa?

Niego con la cabeza. No tengo ni idea del motivo por el cual no ha venido ni va a venir. Es decir, soy yo quien está enfadada con ella, ¿por qué no querría verme?
No puedo llevarme toda la clase pensando en eso o me volveré loca, pero sé que no voy a poder ignorar el problema, así que recojo mis cosas y me pongo en pie.

- ¿Dónde vas? -pregunta Mason.

- A buscar a Bren.

- Ah, genial, me vas a dejar solo en esta tortura. 

- Aprende a sufrir, Mason, o te va a ir muy mal en la vida -le digo antes de salir corriendo.


(I'm) Yours: In love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora