Capítulo 17

756 44 1
                                    

Hoy he hecho algo impensable para Alexia Larson. He salido a correr. Y no ha sido como en los libros y en las películas que, de pronto, sin haber corrido nunca antes, las chicas se ven perfectas, sin tropezar, sabiendo respirar y llegando lejísimos. Bueno, nada de eso me ha pasado a mí, evidentemente. Dejando los tacones a un lado me sentía diferente, como si volviera a ser la Alex del fondo de mi pantalla de ordenador. Me calcé unas deportivas casi nuevas, que solo me he puesto una única vez y por cosas que me obligó a hacer Bren, unos leggins negros, una camiseta de manga corta y una sudadera con cremallera encima. No es que hiciera frío, pero vivo en Londres. Aunque el sol llegue a verse en alguna ocasión, realmente no hace buen tiempo. Y eso lo sabe todo el mundo. 

Bajé en ascensor e hice unos calentamientos recordando las clases de gimnasia del señor Byström, el entrenador en Abbey College. Aunque en verdad creo que nunca los hice bien. En definitiva, eché a correr. Y a los cinco minutos no podía con mi cuerpo. Me costaba respirar, me sentía como si el sudor se evaporara de mi frente debido al calor, soy como una olla hirviendo agua. Me paré, me doblé sobre las rodillas e intenté tranquilizarme. <<Tú puedes, Alex>>, me animaba constantemente a pesar de saber que no podía más. No es que se me diera mal el deporte, es más, me gustaba practicar ciertos deportes, pero ninguno incluía trotar, correr o similar. Jugaba a bádminton, al tenis, al padel... alguna que otra vez al squash. En realidad todo tenía relación, casi todo era lo mismo. En uno de los primeros años en Abbey College intenté jugar al fútbol, y se me daba bien. Formaba parte de la defensa de mi equipo siempre, y todos confiaban en que evitara los goles a nuestra portería. Pero el curso siguiente abandoné el equipo, quería centrarme en los estudios, no quería ser como Gideon y su grupo de amigos, todos centrados en el campeonato de atletismo. Todo el año pensando en ello. Aunque, ahora, años después, creo que debería haber seguido jugando. Me sentía bien al jugar, estaba en forma y me divertía con mis compañeros de equipo. Ahora no soy capaz de correr por cinco minutos seguidos. Intento echarle la culpa al tabaco, pero sé de sobra que la culpa es mía y de mi sedentarismo. En resumen, a mi vagueza.

Es en Mintern Street donde me detengo a tomar aire. Adelante se encuentra Shoreditch Park, me pongo de objetivo llegar a él y seguir corriendo allí dentro.
De tan temprano que es apenas hay nadie, solo algunos dueños paseando a sus perros antes de ir a trabajar. Al comienzo de uno de los senderos me yergo y tomo aire, lo expulso lentamente. Es hora de volver a correr. Primero intento andar rápido, cada vez más hasta que consigo ir trotando despacio. De nuevo me tengo que parar a los pocos minutos. Pero no me importa. Sigo corriendo por los senderos, parándome cada cinco minutos aproximadamente, intentando no pensar en nada. Entonces me creo una distracción. Comienzo a pensar que querría decirle a la gente, pero que no digo. Cosas que son demasiado sinceras, cosas que son demasiado sentimentales, cosas, en definitiva, que no soy capaz de decir. Y, ahora que estoy sola, puedo hacer.

<<No deberías querer a quien no te quiere.>>

<<Intentaste matarte delante de mí.>>

<<Aún no te has disculpado por todo el daño que me hiciste.>>

<<¿Y si no puedo ser la media naranja de nadie?>>

<<Nos quisimos mucho, pero lo hicimos mal.>>

<<Solo me merece quien me ha hecho sentir.>>

<<Te quiero.>>

<<Aunque sea lejos, te quiero.>>

<<No quiero que me quieran. Quiero alguien a quien querer de verdad.>>

<<Creí que eras mi amiga.>>

<<Hazme daño si quieres. A mí ya me da igual.>>

(I'm) Yours: In love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora