Capítulo 14

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Oliver y yo no hemos vuelto a vernos... de esa forma. Las únicas veces que hemos quedado no hemos hecho más que hablar sobre qué hacer. Por un lado está Flora, y ambos sabemos que aún es inestable y corre un grave peligro si Oliver decide dejarla, sobre todo después de las últimas semanas. Por otro lado está claro que yo he de dejar a Gideon, pero me resulta cada día más difícil. Gideon, de pronto, ha vuelto a ser ese chico del que me enamoré en Abbey College cuando llegué. Sus sonrisas, radiantes y perfectas, cada vez son más habituales. Y eso a mí me reconforta, cada vez que él sonríe, sonrío yo. Además tiene detalles preciosos conmigo, muy pequeños, pero perfectos. Por ejemplo, una tarde llegué muy cansada tras las clases, además estaba muy decaída porque Brenda sigue sin querer saber nada de mí. Al entrar en mi habitación vi sobre la cama una pequeña cesta con un lazo. Dentro había pequeños botes de geles y sales de baño, y una pastilla de jabón que huele a las mil maravillas. Bajo el lazo había una nota que decía: <<He pasado por delante de una tienda y he visto esto. He pensado que te gustaría.>> Solo el hecho de saber que había pensado en mí me hizo ruborizarme. Y sé que está mal. Está mal porque estoy dispuesta a estar con Oliver, pero algo dentro de mí comienza a ver a Gideon con otros ojos. 


Estamos en casa de los Barnes, esperando para ir a visitar la iglesia donde se oficiará la boda y, más tarde, donde se hará la celebración. Tendría que hablar ya, hacer que paren ahora y no dejarlos seguir adelante. Pero no lo hago, me quedo callada y subimos al coche. 
Tardamos en llegar a St. Clement Danes unos veinte minutos. Al bajar del coche, nuestras madres casi corren hasta la entrada. No corren porque nosotros no hacemos eso. Pongo los ojos en blanco y suspiro, Gideon me coge la mano y me sonríe. Y le sonrío. De pronto me siento mejor y eso me asusta.

El sacerdote nos espera en la puerta. Es un hombre no muy mayor, me lo imaginaba de unos sesenta años y debe tener unos cuarenta. Nuestras madres lo saludan y esperan impaciente a que lleguemos. 

- Estos deben ser los novios, ¿no, Clarise?

Mi madre me sonríe y luego mira al cura.

- Sí, Padre, esta es mi hija Alexia. Él es el novio, Gideon Barnes. Gracias por hacernos un hueco en su agenda, Padre.

- Para ti y tu familia siempre, Clarise. 

Mi madre vuelve a sonreírle y entramos en la iglesia. No sé por qué este sacerdote ha dicho esas palabras, por qué tiene mi familia un trato especial y no sé si me apetece saberlo. Como si me leyera la mente, mi madre se acerca a mí y me dice:

- Es un amigo. Fuimos juntos al colegio y al instituto. 

Miro a mi madre sorprendida antes de que vuelva a irse con el cura. ¿Mi madre tiene amigos? Me resultaba imposible creer que pudiera ser cierto, en todos estos años nunca ha mencionado nada de cuando era joven, de cuando iba al colegio, al instituto. Lo que siempre repetía cuando estaba borracha era que había sido una idiota casándose con alguien que no la quería. Que no debería haberse casado tan joven. 
Recordando esas palabras no puedo evitar mirar a Gideon y esta iglesia. No puedo seguir callada, tengo... debo hablar con él. Debo parar esto.

- Gideon...

- ¿Nos imaginas en el altar? -pregunta él de pronto, mirando al altar y sonriendo-. Será perfecto, y las fotos serán preciosas. ¿Qué opinas?

Entonces me mira, y yo me quedo pensando un momento, sin dejar de mirarlo. Entonces desvío la mirada al fondo de la iglesia y me fuerzo a sonreír. <<No puedo.>>

- Será precioso. 

Él sonríe más aún y me pasa un brazo por los hombros. Vuelvo a notar su calor atravesándome la ropa. No recordaba lo que era estar bajo los brazos de Gideon, estar pegada a su cálido cuerpo, siempre ardiendo, como si tuviera fiebre constantemente. 

(I'm) Yours: In love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora