2: Desubicada
Una persona puede sentirse completamente sola a pesar de estar rodeada de gente.
La soledad no siempre implica la falta de compañía, la soledad se refiere a la falta de compañía de calidad, de alguien que en realidad consiga entenderte, que consiga hacerte sentir bien sin necesidad de utilizar las palabras.
Para Natalia la soledad era el pan de cada día, no importaba con cuantas personas estuviera o lo grande que fuera la fiesta a la que asistía siempre llegaba a un punto en el que no podía más, en el que el vacío que sentía era tan grande que solo quería llorar, pero claro no se iba a permitir hundirse.
Jesica Jiménez, pelirroja, ojos color azul, delgada y mucho más alta que cualquier chica de su edad era estudiante de diseño y había conocido a Natalia en su primer día en la Universidad. Desde entonces eran inseparables. Confiaban la una en la otra y eran las compañeras perfectas para una fiesta.
Aquella noche Jesica había organizado una gran fiesta en su casa ya que sus padres para variar habían salido de vacaciones. Para ella no había nada mejor que ocultar lo que verdaderamente sentía que con una buena fiesta.
La casa era enorme tenía dos pisos un salón lleno de gente bailando, bebida por doquier, una piscina en la parte de atrás y claro buena música. La gente sin duda se estaba divirtiendo.
― Salud ― le sonreía a Natalia mientras le ofrecía un vaso de vodka. Lo bebió de una sola vez y comenzó a bailar dejándose llevar por el ambiente
― Salud ― se rió y continúo observando a su alrededor. Había mucha gente bueno estaba acostumbrada a aquello, pero aquella noche había más gente de lo acostumbrado.
― Parece que está todo el mundo aquí.
― Solo un par de conocidos ― le decía mientras bailaba al ritmo de la música. Decidió dejar de pensar demasiado y disfrutar de la fiesta, bailo un par de canciones con su amiga y otros conocidos, pero no pudo más. Había demasiada gente.
Algo agobiada por la cantidad de personas que estaban disfrutando de la fiesta salió al jardín para refrescarse un poco. Abrió su pequeño bolso y tomo un cigarrillo. Fumaba a menudo y ahora se había vuelto un feo habito de él que no conseguía deshacerse.
Había sido un día bastante largo. Primero el maldito desfile del cual lo único que había disfrutado era ver a hermosas modelos pasearse por delante de ella. Oh si papá supiera pensaba mientras le daba otra calada a su cigarrillo.
― ¿Por qué tan sola?
― Piérdete Luis ― le decía irritada. Aquel chico era un constante dolor de cabeza, no entendía que no quería nada con él, pero el chico parecía ser demasiado terco. Era su compañero en la facultad y por más que le cortaba las alas el siempre terminaba volviendo.
― Tan linda y con un humor tan feo ― se reía ante la molesta mirada de la chica.
― No sé qué parte de me gustan las mujeres no entiendes ― lo miraba mientras el chico solo sonreía.
― Es porque no has estado con un verdadero hombre ― se acercó ganándose un rodillazo por parte de la chica.
― Aléjate estúpido, una mujer es mil veces mejor y créeme, aunque fueras el último hombre en la tierra me acercaría a ti.
― Me gustas así toda ...
― Lárgate imbécil ― termino su cigarro y se alejó del tipo. Odiaba ese tipo de situaciones, pero lastimosamente se estaba acostumbrando a aquello.
Enojada por lo sucedido camino deprisa entre la multitud, quería algo de beber lo necesitaba de urgencia cuando choco bruscamente con una persona que empezó a gritarle.
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Cicatrices Invisibles
Teen Fiction"Las heridas más comunes son las heridas en el corazón, aquellas heridas que nos dejan cicatrices invisibles" #175 en Novela Juvenil 09/01/2017 *SE PROHÍBEN ADAPTACIONES* Twitter: dcimaginegirl