Todo puede cambiar en un minuto, quizás es una de las frases más utilizadas ya que la escuchamos todo el tiempo, pero no lo creemos hasta que nos pasa.
Cada acción genera una reacción y cada decisión que tomes acarreara una consecuencia. La vida está llena de las mismas y a medida que vamos creciendo comprendemos que las situaciones que vivimos no son más que el reflejo de nuestros actos.
No hay un manual que nos enseñe como actuar, como ser buenas personas, como tener una vida completa y feliz, pero si lo hubiera todo sería una agobiante monotonía un ciclo del cual no podrías escapar. Es por eso que la vida se presenta con sorpresas, obstáculos y enseñanzas.
*
El paso del tiempo es subjetivo dependiendo de la situación. Eso era algo que Alex había comprendido a la perfección, desde hace meses el tiempo parecía haberse detenido. El reloj parecía haberse quedado estático atrapando a ella en medio de la realidad y el dolor.
Cuando nos enfrentamos a algo doloroso reaccionamos de diferentes maneras, podemos ocultar lo que verdaderamente sentimos y simplemente seguir como si nada, algo que al fin de cuentas terminara afectándonos de peor manera.
También podemos cerrarnos no dejar que nadie se acerque, que el dolor nos consuma y de a poco dejarnos vencer. Para Alex aquella posibilidad era la más acertada, se había sumido en su tristeza que ahora nada ni nadie podía salvarla.
Aun recordaba los primeros días en el hospital, recordaba como perfección la primera vez que el medico la dejo mirarse al espejo, la manera en la que las lágrimas simplemente recorrieron sus mejillas y la forma en la que sollozo sin permitir que alguien la consolara. Recordaba las palabras de los cirujanos, de las enfermeras, de todos quienes la observaban y el dolor que aquello provocaba en ella.
¿Qué dolía más? ¿el dolor físico o el dolor del alma? Alex estaba segura que el dolor que sentía por dentro y la rabia que de apoco la consumía dolía mucho más.
Su rostro, su cuerpo eran su todo, era la manera en la que había construido su carrera. Ahora lo había perdido todo, la rabia y el dolor que la mantenían alejada de todos y todo estaban acabando de a poco con la chica llena de metas que algún día había sido.
*
La casa en la que ahora vivía Alex era realmente grande, contaba con cinco habitaciones, un jardín inmenso que llegaba directamente al bosque, frente a un inmenso lago en donde la tranquilidad reinaba, no había vecinos molestos, no había ruido.
No había más nada, de algo debía servir todo el dinero que había ganado durante los años que trabajo en lo que más amaba. El dinero era algo de lo que no debía preocuparse, no solo tenía sus ahorros, sino que Guillermo su ex jefe costeaba todo lo relacionado a su recuperación.
La modelo no quería ayuda, pero no pudo decir que no, Guillermo hizo hasta lo imposible y aun si su consentimiento pagaba cada una de las cirugías a las que era sometida. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había estado en el quirófano y estaba cansada de intentarlo. La cicatriz que el ataque le había dejado en el rostro seguía siendo bastante notoria, odiaba mirarse al espejo peor aun pasar demasiado tiempo en la ducha y observar cada una de las cicatrices con las que su cuerpo contaba. En su mente solo se repetía una palabra. Monstruo, eso era. Así se sentía como un monstruo lejos de la civilización aislada en aquella casa frente al lago.
Ahora no quedaba nada, se sentía vacía, furiosa, abatida, no quería seguir adelante. Seis meses atrás su vida había cambiado para siempre y aunque trataba de ocultar la depresión se apoderaba de ella era inútil. Hacía más de un mes que no salía de su habitación, no había motivos para hacerlo, solo se quedaba allí en su cuarto mirando por la ventana, leía de vez en cuando y escuchaba música.
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Cicatrices Invisibles
Roman pour Adolescents"Las heridas más comunes son las heridas en el corazón, aquellas heridas que nos dejan cicatrices invisibles" #175 en Novela Juvenil 09/01/2017 *SE PROHÍBEN ADAPTACIONES* Twitter: dcimaginegirl