CAPÍTULO 23

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Abrí los ojos con los primeros rayos de sol que bañaban mi habitación, los volví a cerrar y los abrí de golpe cuando sentí una mano en la cintura, me giré a la derecha y vi su hermoso rostro apaciguado por el sueño, pero ¿qué estaba haciendo Nate en mi cama? Le dí unos suaves golpes en el hombro y lo único que hizo fue agarrarme con mas fuerza y apretarme contra el, abrí mucho los ojos y me puse roja de vergüenza cuando noté "eso" clavandose en mi vientre. Intenté zafarme de su abrazo de oso pero no pude.

- Nate, despierta - no sirvió de nada. - Nate venga despiertate - se le escapó una sonrisa.

¿Así que se estaba haciendo el dormido? Pues ya sabía que tenía que hacer.

- Bueno como está dormido me cambiaré de sujetador aquí, para qué me voy a ir al baño.

Salí de la cama y esperé de pie mirándole fíjamente. Hice ruidos con las manos como si no pudiera ponermelo y por fín le vi abriendo los ojos.

- Pero, ¡seras pervertido! - le dije saltando hacia él.

Aterricé sobre él, pero con las piernas a los lados de sus costados. Le iba a pegar en el pecho, pero me cogió de los brazos y dio una vuelta haciendo que yo quedase abajo.

- Me has engañado, no te estabas cambiando. Eso no se hace - me dijo con una sonrisa en la cara.

- ¿Sabes qué es lo que tampoco se hace? - le pregunté. - Colarse en la cama de los demás.

- Venga Kate dime que no te ha gustado la sopresa de haberme tenido en tu cama - negué con la cabeza mientras acercaba sus labios a los míos. - ¿Ni un poco? Venga, seguro que sí.

No dije nada hasta que paró el recorrido de sus labios y quedaron a centímetros de los míos. Negué con la cabeza sin poder mediar palabra, acto seguido juntó sus labios con los míos pero lo separó rápidamente. Me miró y vi algo nuevo en sus ojos, tenían un brillo que no le había visto desde ese verano que le dije que me teía que ir a otro país, como si de verdad estuviese a gusto, como si de verdad le gustase yo. A veces no hacían falta palabras para explesar lo que el corazón siente y este era uno de esos momentos.

- Venga ya, la verdad es que ha sido una sorpresa un poco agradable justo antes de que me diese cuenta de que eras tu. No sé, yo me hubiera imaginado a Brad Pitt o Brooklyn Beckham, pero tampoco estas tan mal - le dije mirándolo de arriba abajo como si fuese poca cosa.

Que Dios, no lo era, y ahora me daba cuenta cuando por primera vez desde hacía dos veranos le veía sin camiseta. Se notaba que había ido al gimnasio y la verdad eso me gustaba, no solo me gustaba. Me encantaba.

- Si, vaya esos no son nada al lado mia. Y te lo voy a demostrar hombre - dijo justo antes de que me atrapara y me besara con enfado, pero a la vez dulce, como si me quisiera demostrar algo que yo, por supuesto, ya sabía.

Seguimos allí, besándonos hasta que sonó mi móvil y yo me escapé de sus brazos para mirarlo.

"A las 7 te recojo y vamos a cenar a algún lado antes de que tenga que coger mi avión, ah y díselo también a Nate y a tu prima, así los veo también antes de irme"

Le contesté diciendole que lo haría, y me volví hacia la pared para ver la hora. Eran las seis, así que me tenía que arreglar ya, además necesitaba ducharme.

- Nate, coge mi móvil y envíale un mensaje a mi prima diciéndole que a las 7 tiene que estar aqui porque nos vamos a cenar con mi madre - me dirigí hacia mi armario para coger la ropa pero él me atrapó antes.

- ¿Y no me vas a invitar? - me preguntó mirándome con cara de pena.

Hice como si me lo estuviera pensando y él se puso a darme besos por el cuello.

Las casualidades, ¿existen?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora