-1 año y tres meses después-
- Bueno, pues ya hemos llegado- dijo Nate poniendo las maletas fuera de su coche, después de aprobar el bachillerato decidimos sacarnos el carnet de conducir y él después de estar todo el verano ahorrando se compró un coche de segunda mano, que gracias a Dios, nos había traído a Madrid sanos y salvos. - Después de estar seis horas en el coche tengo las piernas dormidas - se quejó estirándose al lado mía.
Una sonrisa se me escapó de los labios al observar la fachada de lo que sería nuestro hogar hasta que terminásemos la universidad. Era preciosa, pero lo que más me fascinaba era que se encontraba en la Gran Vía, una calle de la que había estado enamorada toda mi vida. Abrimos la puerta y entramos cargados, nos dirigimos a la habitación y dejamos las maletas en el suelo, al lado de una cama de matrimonio con unas sábanas de un color grisáceo muy feo.
- Menos mal que nos hemos traído sábanas, porque estas no son más feas porque no pueden - le dije examinando la habitación. El resto era bonito, lo que pasaba era que estaban las paredes muy sosas, necesitaban vida. - Nada más que coloquemos las cosas en su lugar pienso colgar nuestros cuadros, y fotos y todas las cosas que nos hemos traído de casa, tengo que personalizar nuestro cuarto. ¿Te parece bien?
- Cariño, como si quieres colocar un cuadro de una caca de perro, seguiría gustándome esta habitación porque va a ser nuestro primer dormitorio, donde pueda abrazarte por la noche mientras duermes, donde pueda mimarte cuando estés mala, y donde pueda hacerte sentir como si estuvieras en el paraíso, este será el dormitorio donde empezaremos una historia que no terminará nunca, porque cariño, no me imagino una vida sin ti.
Ese discurso no me lo esperaba, cada vez que decía algo tan bonito como eso hacía que mi corazón le quisiera un poco más, y no sabía si llegaría el momento en el que me cansara de estas cosas, porque aunque alguna gente diría que era demasiado acaramelado para mí era perfecto.
- Cada vez me sorprendes más - le dije dándole un beso. Me toqué el cuello con cara de dolor. - No puedo con los viajes en coche, me dejan el cuello destrozado.
Nate se acercó a mí y sin decir ni una sola palabra me sentó en la cama y se puso detrás de mí. Iba a preguntarle qué estaba haciendo cuando noté que ponía sus manos en mi cuello y me hacía un masaje. Suspiré de alivio al notar que el dolor desaparecía poco a poco, y me entró un sueño arrollador, miré la hora en el reloj que había colgado en la pared y observé que ya eran las once de la noche.
- Nate, será mejor que ahora nos acostemos y ya mañana ponemos todas las cosas en su sitio, es que estoy muerta - dije girándome hacia él.
- Vale nena, mañana nos despertamos temprano porque también tenemos que ir a la universidad a recoger los horarios y todas esas cosas - asentí con la cabeza, incapaz de articular otra palabra más.
Abrimos la cama y antes de meterme en ella me quité la ropa, odiaba dormir con ella porque como yo me movía tanto se me enrollaba y era muy incómodo a veces, además, sabía que a Nate le encantaba que durmiera así, lo sabía por la mirada que me echaba cada vez que me metía en la cama así. Esta vez tenía una mirada de quiero pero no puedo porque sabía que necesitaba descansar para mañana estar radiante en la universidad, no quería perderme ni un solo detalle, llevaba esperando ese momento toda mi vida.
- Buenas noches cariño - le dije dándole un beso mientras me acurrucaba cerca de él.
- Buenas noches - dijo acercándome más y pasando un brazo por detrás mio, de modo que mi cabeza quedaba en su pecho. Comenzó a tocarme la espalda con delicadeza porque sabía que me encantaba.
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Las casualidades, ¿existen?
Teen FictionKate, una chica normal, pelo y ojos marrones, alta, no estaba todo lo delgada que ella quisiera, pero no se deprimía por ello, nunca había salido fuera de la ciudad sin sus padres , y ahora se encontraba en California, sin nadie de su familia cerca...