Isla Tortuga.

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Naruto suspiró, lamentándose por su mala suerte, mientras trapeaba la cubierta del barco, el cual viajaba entre una densa neblina, con aguas bastante agitadas.

El rubio suspiró de nuevo, apoyándose en el trapeador.

-Oye, mocoso-

-¿Qué?- Naruto miró arriba, para ver a Kurama, recostado en el techo de los camarotes, mirándolo divertido.

-Creo que te ha faltado una mancha- el zorro apoyo el mentón en su mano.

-¡Kurama!- el rubio lo miró echando humo de la cabeza- ¡No me ha faltado nada-dattebayo!-

-¿Seguro?- el zorro lo quedó mirando- Ya escuchaste a la mocosa escandalosa: No almorzarás hasta que la cubierta quede reluciente-

-¡Pero no soy Cejas Grandes como para dejarla así-dattebayo!- reclamó Naruto, harto de que el nueve colas se burlara de él por hacer la limpieza.

El zorro simplemente se quitó cerumen del oído.

-¡No me ignores!- pataleó Naruto- ¡Bien! ¡Sí así estamos!- hizo una pose de manos, captando levemente la atención del zorro-¡Kage Bunshin no Jutsu!- hizo aparecer a unos diez clones- ¡¿Listos, tropa Naruto-dattebayo?!-

-¡Sí!-y los once rubios empezaron a fregar, limpiar, y barrer la cubierta, todo a un ritmo apresurado.

-Oye, oye...- el zorro lo quedó mirando, sin poder creer que malgastara chakra para hacer una simple limpieza. ¿Realmente ese mocoso salvo al mundo?

Kurama bostezó, y se rascó el cuello, frunciendo levemente el ceño, mientras sus orejas se empezaron a mover. De nuevo ese llamado resonaba en su cabeza... Cada vez era más molesto, demasiado.

"Demonios..." se agarró la cabeza, con esa sensación que retumbaba sin parar.

Los Naruto fregaban sin descanso, con la idea fija de dejar la madera tan brillosa, que aquel viejo zorro no podría tener absolutamente ninguna queja de la labor. El sonido de un golpe los hizo saltar de la impresión.

-¡Oye, Kurama! ¡No me andes presionando-dattebayo!- exigió el Naruto real.

Pero, al ver al zorro tirado en el techo, sin moverse, se quedó quieto, al igual que sus clones.

-¡Kurama!- el rubio de un salto, subió al techo, acercándose al zorro- ¡O-Oye, no es gracioso-dattebayo!- lo zarandeó.

El zorro gruñó levemente, pero no por el zarandeo, sino por el dolor de cabeza... Ese llamado le estaba explotando los sentidos. Tembló, ya sin poder aguantar esa presión...

-¿Kurama?- Naruto lo miró preocupado.

-... Detenlo... El llamado... Detenlo...- pidió el zorro, sin poder moverse.

-Tranquilo, amigo- el rubio puso su mano en el lomo de su compañero, notando como el pelaje se erizaba-Todo está bien-dattebayo- le aseguró, aunque el zorro seguía temblando.

-N-No me hables... como si fuera un niño- gruñó Kurama-¿Qué demonios me sucede...?- abrió apenas sus ojos rojos- Nunca antes... me había pasado... Que se detenga-

Naruto lo miró preocupado, mientras le acariciaba el lomo, esperando que, al menos, ese simple gesto calmara las dolencias de su amigo, quien temblaba, sin ser capaz de descubrir el origen de aquel llamado que le estaba alterando los sentidos.

Después de unos desagradables minutos para Kurama, el llamado disminuyó, volviendo a hacer aquel eco que sentía todos los días.

El zorro se quedó quieto, aliviado, pero cansado.

¡Vamos a hacer una visita, Kurama-chan!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora