12:00 p.m.

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"Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla".

—Paulo Coelho (fragmento tomado de El alquimista).

—Jóvenes, recuerden que los logaritmos que tienen base e son los neperianos... —y fue lo último que Diana escuchó antes de distraerse evocando el sueño que tuvo la noche anterior.

Ella, desde la mañana del día de ayer había apagado su celular y no había prendido la laptop en todo el día como ofrenda a su sacrificio para dedicar doce horas al absoluto estudio; sin embargo, la pesada noche que tuvo no ayudó en nada a su desempeño hoy, pues desde que la clase dio inicio no había podido concentrarse al cien por ciento. Sentía que le fallaba a la maestra Julia, ella amablemente se había ofrecido a dar asesorías a todo el que necesitaba recuperar matemáticas, al contrario de la maestra Irene —lamentablemente la maestra de Diana— que alegó que no tenían derecho a un repaso. Casi queriendo demostrar lo indignos que sus alumnos reprobados eran ante ella. Por eso y mucho más Diana la detestaba.

La noche anterior Diana había soñado nuevamente, pero esta vez no estaba en una cafetería, sino en la costa, sumergida en una interminable oscuridad. Allí, a metros de distancia, localizó a una chica muy delgada y pálida. La luz de la luna era tan escasa que no pudo ver su rostro, pero si podía ver los huecos que se formaban por debajo de sus clavículas y las costillas tan pronunciadas alzándose en la piel de su abdomen. Podía escuchar sus desgarradores sollozos; quizá lloraba a causa de la triste melodía que tocaba un chico guitarrista sentado en la arena de espaldas a ella; quizá lloraba por la tormenta que, supo Diana que se avecinaba cuando vio un relámpago al norte del cielo; o quizá lloraba porque a lo lejos había un barco que al parecer tenía problemas con la inminente tormenta. Pero lo que más le consternó de su propio sueño, fue que al voltear hacia su derecha, vio a un chico un poco más alto que ella con el cabello semi rapado, parecía un joven normal, salvo por una cosa: no tenía rostro.

—Espero que hayan aprovechado esta clase jóvenes —dijo la maestra Julia­—. Recuerden: no se pongan nerviosos. Y no les deseo suerte porque sé que no la necesitarán. ­—Sonrió y empezó a recoger sus cosas y desconectar su laptop de la pantalla del proyector.

Ahora el problema de Diana no era quedarse dormida en clases, sino estar sumida en sus pensamientos, divagando lejos del ahora.

Diana miró a su alrededor, todos ya estaban parados toando sus libros listos para irse.

La asesoría había terminado y de nuevo ella se había perdido en el laberinto de su mente. Soltó un pesado suspiro y salió del aula.

Faltaban tan solo tres días para que llegara el día en que tenía que recuperar la materia. Sabía que tenía que estudiar, pero cada vez que abría el vasto libro de matemáticas, no sabía por dónde empezar, mientras tenía las herramientas frente a ella, su mente estaba clara; más, cuando se hallaba frente a la hoja de papel con los problemas redactados en ella, su mente era un caos.

No sabía que estaba mal con ella.

¿Será acaso que los nervios la traicionaban y su desconfianza despertaba?

De cualquier manera ella tenía que solucionarlo, el problema radicaba en que no sabía cómo empezar. Estaba en aprietos.

Pero tal parecía que los aprietos en que estaba, no eran los bastante agobiantes; pues nada más entró a biblioteca dispuesta a estudiar, sacó su celular e ingresó a twitter.

Ayer por la noche había llorado un poco, no a mares, pero unas cuantas lágrimas traviesas se escaparon de sus ojos. Diana todavía no creía que realmente One Direction no existiera. Si bien, todas las pruebas estaban delante de ella, pero el póster pegado a la puerta de su casillero le recordaba que ellos estaban por ahí, en alguna parte, perdidos, esperando a ser encontrados. Ella aún conservaba la pequeña luz de la esperanza, la misma que para muchos era la más tonta expresión de necedad. Un intento del ser humano por no ser tan cobarde, una excusa para limitarse de lo que está al alcance. O un incentivo para avanzar hacia adelante.

11:11 🌠 Our wishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora