12:12 a.m. (final 1era parte)

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"Entre tantas generaciones, tan sólo somos un eslabón de una cadena interminable, una cadena que llega muy atrás, y que también se extiende hacia el futuro".

—Bert Hellinger.


Diana sabía que ahora tiene una bisabuela que deseó no tener a quién tenía por padre y una tía que deseó no haberse casado nunca con el hombre a quién tenía por esposo. Sus deseos las llevaron a eventos desafortunados e inexplicables; tan probables como improbables. Probables en otra vida, improbables en ésta. El padre de su bisabuela murió cuatro meses antes de que ella lo supiera y la tía de Diana nunca se casó con el hombre con el que estaba casada, ni siquiera lo conoció y por ende, nunca nació su hijo, Isaac.

Sí, por supuesto que tuvieron la oportunidad de enmendarlo; pero cuando Micaela lo descubrió, era demasiado tarde, e Isabel, subestimó el tiempo.

—Entonces lo que a mí me pasó, más que por la hora, se cumplió porque a mi familia ya le había pasado antes —reflexionó Diana en voz alta—. ¿Como si fuera un problema de psicogenealogía; algo así como las Constelaciones Familiares?

—Sí y no —le respondió si bisabuela, no muy segura de a qué era lo que se refería su bisnieta; sin embargo, supuso, no debía ser muy diferente a lo que estaba a punto de contarle.

La joven frunció el ceño. De nuevo, cuando creía entenderlo, surgían nuevas cosas que debía entender.

—¿Por qué sí y no?

Su bisabuela apartó la mirada de ella y la posó por los diversos relojes qué poseía. Con base a su experiencia, había aprendido que el fervor en su deseo, fue el principal ingrediente para hacerse realidad; luego, cuando conoció a Isabel y ésta le contó lo sucedido, dedujo que la hora en la que se pedía el deseo, no era irrelevante en absoluto; después, cuando conoció a Jonas, aprendió la razón del por qué suceden éstas cosas y la manera de solucionarlo; aunque demasiado tarde para ella e Isabel; pero quizá, no para Diana.

¿Qué tanto debía de decirle a su bisnieta? Esa era la cuestión de Micaela.

Sí estaba dispuesta a irse a Londres mientras ignoraba la realidad detrás de su deseo, ¿qué estaría dispuesta a hacer una vez que conociera la verdad? La respuesta le aterraba a Micaela.

—¿Qué, abuela? —insistió Diana.

Micaela tragó saliva. Diana ya no era una niña, ella podía tomar sus propias decisiones, sólo rogaba a Dios que las emociones de su nieta no la dominaran de nuevo, no de manera negativa.

—Te lo diré, hija y tienes que prometerme no alterarte, ¿está bien? —le dijo apoyando una mano firme sobre su rodilla.

—Lo prometo.

Y si Diana creyó que temblaba por la falta de calefacción en el hogar de doña Mickey, se equivocaba.

—Ha habido personas a lo largo de mi vida que me han dejado sus más maravillosas y trágicas experiencias. Otras me han marcado y me han ayudado a crecer. Gracias a todos ellos, sé que Él siempre está con nosotros, que a veces parezca que no, no significa que no nos mire, y que siempre nos da una segunda oportunidad.

» Yo creo en esa teoría rara de los Multiversos, y también creo en Dios. Creo que Él tiene una mano firme y una mano amiga, pero que primero debe actuar la firme para que nosotros como especie pecadora, aprendamos de nuestros errores y nos forjemos un camino de paz.

» Yo antes creía que la hora en la que pedías el deseo no tenía nada que ver; pero después de lo que le pasó a tu tía, conocí a un amigo. Gracias a él, supe para qué nos pasa esto y cómo podemos enmendarlo. El reloj no sólo marca la hora, sino también, el tiempo que tenemos para corregir nuestros errores; y éste a su vez, trabaja en conjunto con la fecha para designar el tiempo total.

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