8:10 a.m.

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"Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla".

-Paulo Coelho (fragmento tomado de El alquimista).

El ansiado sábado había llegado. La noche anterior Daniela se había acostado a las 8:30 de la noche pero terminó durmiendo alrededor de las 10:15. Despertaba en intervalos de dos horas aproximadamente desequilibrándole el sueño. En su cabeza rondaban billones de dudas y contras acerca del plan de Diana bautizado "Misión: Mis deseos"; nombre bastante ridículo según Daniela.

-Ya que no quisiste desayunar nada mínimo come esta moneda de chocolate.

Su mamá le tendió un dulce de chocolate en envoltura de aluminio color dorado. Ella le agradeció con una leve sonrisa y un asentimiento de cabeza. Ambas estuvieron calladas durante el trayecto en auto puesto que su madre se había enojado porque ella no había querido desayunar argumentado que le deba náuseas.

-¡Suerte! -Le gritó su mamá antes de arrancar de vuelta a casa. Daniela se despidió agitando la mano al aire y sin voltear para atrás.

Cuando estuvo a cinco pasos del imponente edificio se detuvo a admirar su grandeza y altivez. Ahí estaba una de las universidades más prestigiosas del país y el lugar dónde presentaría una hoja de papel que decidiría su futuro. Bueno, ella quería pensar que la primera de las tantas hojas de papel que decidirían su futuro.

Miró a su alrededor; universitarios y no universitarios caminaban por las calles de Ciudad Universitaria; algunos iban con una mochila llena de libros a más no poder de camino a sus clases, otros iban de camino a la cafetería por un café o platicar y otros iban al mismo salón que ella a presentar el mismo examen que ella.

Cuando llegó al pasillo por donde estaba su salón, notó que a cada minuto segundo de alumnos y alumnos ingresaban se paraban frente a la puerta de los tantos salones del pasillo a buscar su nombre en las listas.

Daniela hizo una mueca de disgusto, sabía que habría competencia pero no tanta.

Encontró su nombre en el onceavo salón y entró. Dentro había poco más de veinte personas. Algunos platicaban en grupitos rodeando un banco, otros con pinta de darks se aislaban de los demás en las esquina mientras que el resto se quedaba mirando como muerto un punto fijo en el pizarrón o se enganchaban con el celular.

¡Joder! Como es que siendo la primera y única vez que estaremos aquí, ya hay grupitos de amigos.

Daniela, bufó y no lo comprendía. Por su actitud fácilmente hubiera podido acoplarse al montón de falsos que platicaban pero seguía cabreada por la mini discusión con su madre por el desayuno que prefirió sentarse sola en un banco de la octava fila y segunda columna como una amargada antisocial que dependía única y exclusivamente del celular como medio social para sobrevivir.

Aprovechó el tiempo para enviarle un mensaje a Diana deseándole suerte y otro para molestar a Darla que seguramente estaría durmiendo como roca.

Cuando el reloj marcó las 8:10 Daniela frunció el ceño, pues la prueba ya debía de haber dado inicio hace 10 minutos. Miró a su alrededor y se percató que todo seguía igual salvo que había más gente.

A su lado había una chica sumamente pálida con el pelo largo lacio y negro, tenía los labios resecos y casi grises, y en sus mejillas se asomaba la sombra de lo que serían sus hoyuelos al sonreír.

Volvió a inspeccionar a su alrededor buscando a alguien igual de cercano a quién hablarle que no tuviera pinta de fantasma; sin embargo el chico más cercano a parte de la chica fantasma era un pelirrojo pecoso a cinco bancos de distancia detrás de ella.

11:11 🌠 Our wishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora