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Camila Cabello tenia dieciocho años cuando por fin se decidió por una meta en la vida, ella quería cantar y ganarse la vida tocando su vieja guitarra mientras viajaba por el mundo, quizás y con un poco mas de ambición terminaría aceptando que quería ser famosa, pero en cuanto sus padres se enteraron de que planeaba tomar su hobbie como profesión dejaron de apoyarle monetariamente, al menos en cuestiones escolares. Aún seguía viviendo con ellos y toda la cosa, incluso aún seguía estudiando derecho con tal de complacerlos y así lograr que no la sacaran de la casa.

A pesar de eso, Camila no iba a conformarse con una vida aburrida como abogada. Oh no, Camila era inteligente aunque muchos pensaran lo contrario. Lo pensó muchas veces antes de inscribirse en una página online de citas en cuanto cumplió veinte, específicamente puso que estaba mas que interesada en una sugar mommy. Necesitaba dinero para pagarse la carrera de música, aparte para poder comprarse una nueva guitarra, o bueno, varias guitarras (a lo mucho quería una guitarra acústica y una eléctrica, la electroacústica podía esperar por el momento), plumillas, amplificador, el talí, los cables, afinador, en fin muchas cosas que con un trabajo como el que ella tenía en la cafetería del centro comercial no le permitiría pagar. Acompañar a alguna mujer mayor y ese tipo de cosas no parecía demasiado desde su punto de vista, al final le recompensaría con lo que sea que ella pida.

Pasó un mes completo hasta que recibió respuesta de esa pagina y por fin encontro a una sugar mommy, al principio no estaba muy segura, hay muchos locos en internet que podrían aprovecharse de su inocencia e ingenuidad pero al final acepto tener una cita con su desconocida pretendiente.

Tenía la esperanza de que fuera una tipa demasiado rara y que al menos no pasara de los cuarenta y cinco años.

-Mamá, voy a salir- exclamó ya en la puerta principal de la casa

-¿A donde vas hija?- pregunto Sinuhe, bajando algo preocupada las escaleras. su pequeña hija nunca salía tan de noche

- Con unas amigas, supongo que vamos a perder el tiempo en alguna fiesta - mintio

-Bien, pero por el amor de Dios no tomes demasiado

-Si, mami

Dicho esto, salió de su casa acomodándose la chaqueta de cuero sintético, cerciorándose de haber agarrado las llaves y su teléfono celular al palpar los bolsillos traseros de sus jeans, luego espero menos de dos minutos a su cita. En frente de su casa llegó una lujosa mini limusina color negro, de esta bajó el conductor, quien tenía un impecable uniforme color azul marino y una ligera barba que disimulaba un poco la simpatía de su rostro, el conductor rodeó el lujoso vehículo y le abrió la puerta.

-Señorita por favor- dijo el conductor en espera de que entrara

Camila hizo caso sin protesta alguna y entró algo rápido, después de eso, el conductor volvió a su lugar de la limusina y comenzó a conducir a una velocidad moderada. Ya dentro, Camila se fijó en lo bien que lucía todo. Los asientos eran muy cómodos, a decir verdad para ser una mini limusina era espaciosa, las melodías de un piano llegaban a sus oídos de forma meliflua reconocía esa canción.

-Moonlight Sonata- pensó la morena en voz alta

-Una de mis favoritas de Beethoven- respondió su nueva pretendiente antes de tomar su vaso de cristal- Camila...

-Cabello- respondió con amabilidad

-Luces mejor que en foto- comentó con seriedad pero con un toque de galantería que causaron un ligero rubor en las mejillas de la menor

-Gracias.... En verdad, opino lo mismo de usted

-Oh, vamos, deja las formalidades. Me llamo Lauren Jauregui- me sonrió de medio lado. Camila se estaba muriendo, nunca se imagino que a la primera conseguiría una sugar mommy tan apuesta como lo era Lauren, físicamente le gustaba

Lauren tenía el cabello muy oscuro, y atado en una coleta no muy alta ni apretada, sus cejas eran, de igual forma, muy oscuras, pobladas y definidas, que podía decir de esos pómulos modelo, la piel mas blanca que la suya, los labios exquisitos y un tanto gruesos, no demasiado pero si lo suficiente como para que Camila dejara de mirarlos. Pero lo mas atrayente de todo su rostro eran sus ojos color verde intenso rodeados por unas larguísimas y rizadas pestañas. Quizás lo único que en realidad no le agradaba tanto de Jauregui eran las sospechas que tenía, al ver la mandala tatuada en su mano, se imaginó que debía tener muchos más tatuajes por todo el cuerpo, no tenía nada en contra de eso pero prefería a las personas con la piel libre de tinta.

-No tengas miedo y acércate, vamos a platicar ¿te parece?- habá algo en esa mujer que le daba ganas de gritar y salir corriendo de ahí, tal vez por la emoción de lo guapa que era o quizás porque le comenzaba a agradar la idea de recibir obsequios de ella a cambio de unos cuantos favores no harían daño a nadie.


Sugar Mommy [Camren]{Adaptación}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora