Lauren.
Me pasé el domingo entero pensando en ella. En aquellos ojos en los que nadie hubiera encontrado nada más allá de la normalidad. Nadie, excepto yo. Por supuesto.
Sus ojos habían analizado mi cuerpo, sus manos habían recorrido mi piel. Su mente... ojalá supiera lo que había pasado por su mente. Aunque lo que había pasado por la mía aún estuviese tratando de descifrarlo.
El domingo traté de relajarme, aunque sus labios perfilados no salieran de mi mente ni a empujones. Aún así, salí al balcón de mi apartamento e intenté que la brisa fresca de las mañanas veraniegas de Miami, me hicieran pensar en otra cosa que no fueran ni Camila, ni la operación que tendría al día siguiente.
Me pasé gran parte del día allí. No quería moverme, aunque sabía que estaba a menos de dos medias noches de no poder hacerlo durante días. ¿Qué sería de mí? No tenía nadie que me hiciera de comer, por supuesto. Ahora que había dado el gran paso de dejar la comida precocinada...
Por otra parte, nadie en el equipo sabía que iba a ser operada tan pronto. Ni si quiera Dinah, mi mejor amiga. No quería que se preocuparan demasiado. Aunque sabía que Will, el entrenador, lo comentaría el lunes en el entrenamiento. Seguro que le preguntaba a Dinah si tenía noticias; pero para entonces yo ya habría salido de quirófano y estaría esperando su cabreada visita en mi apartamento.
El lunes me desperté temprano. Entraba a quirófano a la una de la tarde, pero no podía dormir. Cada vez las molestias en mi tobillo izquierdo eran mayores y casi agradecía que fuera aquel mismo día la operación.
Preparé unos panqueques apoyando mi cuerpo en la encimera, tratando de descansar mi peso sobre la pierna derecha. Demonios, si seguía de aquella forma mucho más tiempo, tendrían que operarme del otro tobillo también.
Me senté en la pequeña mesa de madera que venía amueblada en la casa y unté la masa con mermelada de frambuesa. Recogí el café que puse antes de asearme en la cafetera y me lo bebí deliciosamente. Suspiré, quería correr.
Pero algo me detuvo. Escuché la bocina de un coche. Un pito, dos, tres, cuatro. Uno alargado, me asomaría a ver quién armaba tanto escándalo a las once de la mañana en una calle tan solitaria.
Abrí la puerta y allí estaba ella. Fuera del coche, pero con su mano apoyada en el volante para hacer sonar la bocina de su Range Rover Evoque blanco.
-¡Eh, ahí estás! -exclamó soltando una envaucadora sonrisa.
-¿Qué haces aquí? -pregunté a la cantante sonriendo, con la cabeza asomada por la puerta. -Habíamos quedado a las doce y media.
-Pensé que podíamos tomar algo antes de que probablemente mueras en una operación -ella tenía sus ojos achinados porque el sol estaba golpeando su rostro, pronto puso una mano extendida sobre su frente y pude ver que seguía sonriendo. No había dejado de hacerlo.
Invité a Camila a pasar mientras me vestía, pero insistió en quedarse en el salón con un vaso de refresco en la mano.
-¿Tocas la guitarra? -preguntó la chica desde la habitación de al lado, mientras yo me abrochaba el botón de mis pitillos negros.
-¿Por qué lo preguntas? -cuestioné confundida, arreglándome el cabello con mis manos frente al espejo.
-Hay aquí una foto tuya.
Mi corazón se paró. Miré mis pies o, mejor dicho, mis zaptillas negras. Apagué la luz del dormitorio y salí a encontrarme con la cantante, dando un paseo por el tiempo, mirando el montón de fotos mías en la pared.
ESTÁS LEYENDO
Both Worlds (Camren)
FanfictionLauren Jauregui era jugadora de fútbol profesional. Era, a decir verdad, una de las mejores jugadoras del momento. Era la capitana de su club, Miami Vice; y había llevado a su equipo a la gloria desde que tenía 21 años. Pero cuando Camila Cabello, l...