CAPITULO 39

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Hermione estaba desecha, pero sabía que debía ser fuerte. No podía permitir derrumbarse, no podía permitir que a Theodore le pasara algo.

Apenas hace unos minutos, Ronald la había estado golpeando. Cada vez sus palizas eran más frecuentes. Esta vez era porque la había pillado mirando a Theodore.

Hermione sabía que lo que hacía estaba mal. ¡Aún amaba al Slytherin! Pero no debía mostrar sus verdaderos sentimientos, incluso si ella no sabía si los estaba mostrando. ¡Debía controlarse! Pero no podía evitarlo. Era ver como Greengrass se acercaba a él y los celos empezaban a dominarla. Aunque sabía que el Slytherin tendría que rehacer su vida, y que no tardaría en buscarse una nueva novia. Aunque ella en el fondo conservó la esperanza de que tardaría un poco más en olvidarla. ¡Ilusa! Pero eran esas ilusiones las que le daban fuerza para continuar con lo que estaba haciendo. No era fácil fingir frente a todos que era feliz, fingir las risas con Ron, las miradas a escondidas, dejar que la tocase, que la abrazase...esto no era fácil para ella, sobre todo porque cuando nadie estaba mirando, él dejaba de actuar y de comportarse como el Ron que una vez amó, y la golpeaba una y otra vez sin descanso, la hechizaba con maldiciones imperdonables, la obligaba a estarse quieta mientras él la violaba una y otra vez. Y cuando se cansaba de ella, se iba con la asquerosa de Lavender.

La situación se estaba comenzando a desbordar. Ella estaba llegando a su límite. No podía estar así durante tanto tiempo. Aislada de los demás, despreciada por los Slytherins, y cada vez más distante de Luna, puesto que Ron la vigilaba en todo momento. A veces tenía ganas de rendirse y largarse de aquel lugar, abandonarlo todo, y marcharse lejos...tal vez al mundo muggle, pero luego se arrepentía de esos pensamientos. ¡Ella no era una cobarde! Nunca lo había sido, entonces ¿porqué serlo ahora? Y entonces recordaba, aquel tiempo con Theodore donde fue feliz, donde sus risas no eran fingidas y donde un despertar a su lado bastaba para hacerla sonreir.

Sí, definitivamente, las navidades en la mansión Nott habían sido las mejores de su vida. Y era precisamente por él, por lo que aguantaba a cada instante.

- ¡Perdona, no vi por donde ibas!-dijo Hermione ayudando a levantarse a la chica que había tirado en el suelo.

- ¡Tú!-dijo Pansy Parkinson levantándose y sacando rápidamente la varita.-Te parecerá bonito ¿no? Hacerle eso a Theodore. ¡No sé que vió en ti! Y encima de que él te abre su corazón, tú se lo destrozas marchándose con ese...¿pero cómo pudiste? ¡Con todo lo que hicimos por tí!

- Pansy...-dijo Hermione.

- Para ti soy Parkinson, Granger.-dijo Pansy.-Y no hagas el amago de tocarme, perdiste ese derecho cuando nos traicionaste. ¡Asquerosa Sangre Sucia!

A Hermione le dolieron profundamente esas palabras, pero tenía razón. ¿Qué era lo que esperaba? ¿Qué Pansy la comprendiese? ¡Si ni siquiera sabía porqué estaba con Ron! Para ella sólo era una traidora. Tal vez era mejor así.

- ¿Te está molestando, Pansy?-preguntó Draco llegando junto con Blaise y Luna.-¿Qué estás haciendo aquí, Granger? Conseguiste lo que querías, humillarnos a todos. ¡Enhorabuena! Ahora, lárgate. No queremos que te vuelvas a acercar a nosotros.

La castaña miró el semblante serio de Blaise y la mirada de Luna, quien parecía que la pedía disculpas. Hermione negó con la cabeza dándole a entender a su amiga que era mejor así, instantes después, se marchó sin pronunciar palabra alguna. En otro tiempo, habría contestado, pero ahora no tenía ganas ni siquiera de eso. Cuando estuvo a una distancia considerable y llegó a una esquina, se giró y observó como Draco abrazaba a Pansy, y como ella le correspondía. Sonrió, recordando cuando ella y Theo se abrazaban así.

- No podemos seguir permitiendo esto, Lunático.-dijo Canuto sentado en uno de los sillones de Grinmund Place.

- ¿Crees que no quiero ayudar, Sirius?-preguntó Remus.-¿Qué no me preocupo por Hermione? ¡Merlín sabe que sí lo hago! ¿Pero qué quieres que hagamos? Molly y Arthur no quieren escuchar, Harry cree que Ron es su mejor amigo y que Hermione les ha traicionado.

- Pues entonces, encarguémonos nosotros de él.-dijo Sirius apretando los puños.

- ¿Y que los mortífagos se nos hechen encima?-preguntó Remus.-¡Estás loco!

- No sé lo que pensarás tú, Remus.-dijo Sirius.-Pero yo voy a ir a ver como está Hermione.-acto seguido, desapareció.

Lejos de allí, en la terrible y tenebrosa prisión de Azkaban, en una de las celdas, un hombre miraba directamente a la nada. Decían, que no estaba vivo, porque no tenía alma, más, sin embargo, sí que estaba vivo, mucho más de lo que la gente creía. Puede que no se pudiese mover y que llevase años sin decir palabra alguna, pero poseía todas su facultades mentales. Y recordaba, sobre todo, porqué estaba en esa situación.

Sí, recordaba muchas cosas de su pasado, y nunca olvidaría, que él era Regulus Black.

A su lado, en la misma celda, otro hombre se encontraba en las mismas condiciones que su compañero. Respondía al nombre de Evan Rosier.

Ambos sangre pura, ambos mortífagos, y ambos encerrados en esa prisión y condenados a una existencia infernal por el mismo hombre: Lord Voldemort. Aquel que consideraron su maestro, su mentor, aquel a quien sirvieron con fidelidad.

Pero ahora, ambos querían venganza, reclamaban venganza. Y, aunque sabían que por el momento no podían hacer nada, puesto que no podían ni moverse, sabían que su momento llegaría.

Sólo tenían que esperar.

Nada más aparecerse Sirius en Hogwarts, buscó a Hermione con desesperación, buscándola primero en los lugares que ella frecuentaba más. Se dirigió a la biblioteca, pues era uno de los lugares preferidos de la castaña. No se equivocó y la halló allí, sentada en la última mesa, escondida tras una enorme montaña de libros.

- Hola, Hermione.-saludó Sirius. Al principio, la castaña se sobresaltó un poco, pero se recompuso enseguida y le devolvió el saludo.

- Hola, Sirius ¿qué tal?-preguntó Hermione. Sirius pudo ver las ojeras que asomaban tras los ojos de Hermione, y sin darse cuenta, apretó un poco los puños. ¡Maldito Ronald! Ese pelirrojo poco a poco, estaba acabando con ella.

- Eso debería preguntártelo yo ¿no crees?-preguntó Sirius. Hermione le miró asustada.-Sé lo que estás haciendo, Hermione. Muy valiente por tu parte, pero dime ¿en serio vale la pena tanto sacrificio? ¿Soportar tanto dolor? ¿Porqué lo haces, Hermione?

- Porque si no lo hago, hará daño a Theodore.-contestó a Hermione.-Y no quiero que le ocurra nada.

- ¿Pero soportar tú todo esto?-preguntó Sirius.-Es demasiado.

Hermione se echó a llorar y Sirius no pudo más que abrazarla, en un intento de consolarla. Ninguno de ellos se dieron cuenta, de que alguien los estaba viendo, mas no escuchando. Ese alguien estaba cada vez más furioso; decidió no hacer ruido para no molestar a la "parejita". Más tarde, hablaría con Hermione y le pediría explicaciones de lo que acababa de ver. Y, por supuesto, Ron se enteraría de esto, para que estuviese informado del comportamiento que tenía su novia cuando él no estaba.

Mientras tanto, en la sala común de Slytherin, Theodore estaba leyendo un libro, absorto en sus pensamientos.

- Hola, Theodore.-saludó Greengrass.

- Hola, Daphne.-contestó Theodore.

- ¿Te ha llegado ya la carta?-preguntó Daphne.

- Sí.-respondió Theodore.

- ¿Entonces te has enterado de nuestro compromiso?-preguntó Daphne.

- Sí.-respondió Theodore. Daphne esperó impaciente a que continuase.-Voy a aceptar, Daphne, pero desde ya te digo que no estoy enamorado de ti.

- No te preocupes, Theodore.-dijo Greengrass.-El amor no va incluido en el contrato matrimonial. Yo tampoco estoy enamorada de ti, pero ¡estoy tan ilusionada! Mis padres se pondrán muy contentos cuando se lo diga.

"Sí, era cierto."recordó Theodore. "El amor no iba incluido en el contrato matrimonial. ¿Pero qué más daba? Una mujer como Hermione era muy difícil de reemplazar."

Destinado O Considencia??Donde viven las historias. Descúbrelo ahora