CAPITULO 31

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Ron caminaba por los pasillos de la mansión. Estaba furioso, desde hacía horas que debería haberse reunido con los mortífagos, pero no estaba ninguno. Lo habían dejado plantado. Estaba enfadado, fuera de sí. ¿Quiénes se creían que eran para hacerle eso? Ellos no eran nadie. Él tenía todo el poder, y creía que había dejado bien claro que era él el dominante y los demás debían obedecerle. Pero al parecer se equivocaba, por lo que ahora los estaba buscando por las habitaciones de la mansión; y cuando los encontrara, les enseñaría quien era el que mandaba.

Abrió una puerta más. Ya había perdido la cuenta de las puertas que había abierto. Miró en su interior. No había nadie, cabreado, fue a cerrarla. Pero en ese momento, una sombra lo agarró por atrás y le tapó la boca mientras lo arrastraba hacia el interior de la habitación. El miedo empezó a hacer mella en Ronald, quien completamente aterrado por desconocer la identidad de su captor, comenzó a forcejear, pero sus forcejeos eran inútiles, pues no tenía la suficiente fuerza para liberarse. Intentó agarrar la varita que guardaba en su túnica, pero su atacante se dió cuenta y le puso la varita en el cuello. No se sabe como, pero de las sombras empezaron a salir más personas, habría como cinco, no, quizás había más. Estaba tan oscuro, que Ronald no podía ver con claridad cuantos ni quienes eran ellos. Las personas, a las que él identificó como mortífagos, se dirigieron hacia él, le quitaron la varita de su túnica y lo guiaron hacia una silla, donde con algunas maldiciones, lo ataron con cuerdas mágicas casi irrompibles y lo amordazaron para que no se pudiesen escuchar sus gritos. Entonces, una de las figuras se dirigió hacia él, se desenmascaró y lo miró fijamente. Ronald lo reconoció casi al instante, se trataba de Rodolphus Lestrange.

- ¡Hola, Weasley!-dijo Rodolphus.-Que agradable sorpresa que hayas decidido venir a saludar a tus queridísimos siervos.-dijo él haciendo una reverencia burlona. Ron lo fulminó con la mirada. Los demás mortífagos soltaron una carcajada.-Perdón, maestro, por nuestra falta de respeto. Pero no se nos ocurrió ninguna otra manera de llamar tu atención, señor.-Ronald intentaba decir algo, pero como estaba amordazado, no se le entendía nada.-Perdón, señor.-dijo Rodolphus irónicamente.-Pero no se te entiende nada.-Ronald seguía forcejeando bajo la divertida mirada de los mortífagos.-Rodolphus se acercó a Ron y le quitó la mordaza mientras Rabastan le lanzaba un cruciatus. Weasley chilló de dolor.-¿Te hice daño, maestro? ¡Cuanto lo siento! No era mi intención, créeme.-dijo él irónicamente.-Pero creo que ya puedes hablar, Weasley. Asique ya puedes estar diciéndome todo lo que quieras.-Ron empezó a chillar pidiendo ayuda. Los mortífagos se rieron a carcajadas.-Grita todo lo que quieras, Weasley, nadie puede oirte. La habitación está insonorizada y como comprenderás, sólo nosotros podremos escucharte.

- ¡Pagaréis por esto!-dijo Ron mirando a Rodolphus con odio.-¡Soltadme!

- ¿Y porqué ibámos a hacer eso, Weasley?-preguntó Rodolphus.-Fuiste tú quien decidió jugar con mortífagos y creer saberlo todo. Atente a las consecuencias. Nosotros tenemos más experiencia que tú en esto, somos los maestros de la tortura y practicamos el arte de la muerte. Somos expertos, y tú un simple aficionado. Hemos servido al Lord muchos más años que tú y no estoy dispuesto a consentir que un niñato traidor que no me llega ni a la suela de los talones, me de órdenes. ¡Crucio!

Ron se retorcía en el suelo. Los mortífagos se reían sin parar mientras veía como Ronald suplicaba que parasen. ¡Escena totalmente patética! Casi podría dar pena el muchachito. Casi, si no fuera porque ellos se divertían así, viendo como las personas sufrían. Para ellos era la mejor manera de divertirse; además de que odiaban a los traidores, y Ron era un asqueroso traidor. Había gran diferencia entre un traidor y un infiltrado. En un infiltrado siempre se podía confiar, pues se sabía el lado del que estaba, se sabían sus ideales; pero de un traidor podías esperar a que te diese la puñalada por la esplada, jamás podrías confiar en él, porque nunca tendrías la certeza de que estaba de tu lado. Peter Petegrew era un traidor, Ron Weasley era otro. Por eso ellos jamás podrían ser mortífagos, porque sólo eran marionetas, simples títeres.

Destinado O Considencia??Donde viven las historias. Descúbrelo ahora