CAPÍTULO 54

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Esa noche, Hermione apenas pudo dormir. Después de que McGonagall consiguió calmarla un poco, decidió irse a dormir con Weasley, pues tenía que seguir finjiendo o todo podría tambalearse. Aunque la profesora de Transformaciones insistió mucho para que esa noche no fuese al cuarto de Weasley y descansase algo, Hermione alegaba que no podía poner en peligro la misión por la que tanto había trabajado; y aunque sabía que era un error lo que estaba cometiendo su alumna, Minerva no pudo oponerse a su decisión, porque por mucho que odiase admitirlo, tenía razón.

Minerva vió subir a Lavender hacia la habitación de los chicos, y la asustó por lo indefensa que se veía. Se quedó un rato, mirando a la chimenea. No quería pensar en nada, pero lo cierto es que ya estaba cansada.

Demasiado cansada...

Ya había dejado que se cometiesen demasiadas atrocidades en Hogwarts bajo la tutela del director Dumbledore.

Ya lo había defendido demasiado.

A él, le entregó los mejores años de su vida; y no sólo en lo profesional. Aún lo recordaba. Fue hace tantos años...ella aún era una chiquilla. Y él le sacaba más de 20 años...pero eso no la importó. Por aquel entonces, ella era bastante alocada.

Por aquel entonces...era sólo una estudiante de Hogwarts. De pequeña no fue muy popular, y tampoco de las más hermosas del colegio. Pero era inteligente...y algo curiosa.

Más bien, era como Hermione, sólo que no poseía esa capacidad de meterse en problemas ni ese arrojo por saltarse las normas por ayudar a quienes lo necesitaban.

Por eso, pasaba algo desapercibida; pero no para Albus Dumbledore.

Aún recordaba ese día...el día en que perdió su virginidad...con él.

Flashback

- Vamos Minerva, no pasa nada.-dijo Albus cerrando la puerta de su despacho.-Quieres aprobar pociones ¿verdad?

- Sí, profesor.-dijo una chiquilla de 12 años.

- Pues entonces tienes que hacerme caso.-dijo Albus acercándose a ella.-Para que te pueda aprobar, tienes que darme algo a cambio ¿comprendes? Y lo que quiero ahora, es que te desnudes. Muy despacito. Así se empieza...

- Pero profesor Dumbledore...-dijo Minerva. Calló al sentir unos dedos en sus labios y después un beso, un apasionado beso, que no creyó que viniese de él. Ella correspondía al beso, con toda la pasión que tenía una niña de 12 años y las manos de él se aferraban a la cintura de la muchacha, sujetándola con fuerza.

Minerva se aferraba al cuello de Albus y continuaba besándolo como si la vida se le fuera en ello; quería desahogar su deseo, su entrega pero... finalmente se separó de él y miro su rostro, ambos tenían la respiración agitada y sus corazones latían con fuerza.

- Profesor... yo... – decía aun abrazado a él. Albus la tomo de la nuca y la aproximo a él.

- No hables, sólo deja que suceda- le dijo y volvió a besarla, con fuerza con frenesí y locura, un deseo más allá de lo previsto se apodero de él, de sus labios y sus manos; quería hacerla suya, poseerla en ese momento, en su despacho. Minerva no se resistió al beso, pero se quejo de dolor al sentir que el profesor mordió sus labios con avidez, pero segundos después se dejó llevar y su lengua jugueteaba con la de él y recorría cada rincón de la boca del muchacho.

Continuaban abrazados y Dumbledore dando el primer paso, más allá de besos, bajo sus manos, desde la cintura de la muchacha, pasando por sus caderas hasta llegar al trasero de Minerva, el cual apretó y sintió la firmeza de su cuerpo. Ella no dijo nada, pues estaba demasiado asustada, quería sacar el curso, los estudios y llegar a ser profesora de Transformaciones. Y sabía que Dumbledore podía hundirle su sueño si quería, si se negaba a acostarse con él.

Destinado O Considencia??Donde viven las historias. Descúbrelo ahora