Capítulo II

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Esplendor.

Es la única palabra que tiene en la mente. La noche está cubierta por las mejores piezas de joyería astral que jamás ha imaginado. Todo fulgura en el ambiente, es el retrato de la perfección y la utopía del hombre. Los Or lucen, hablan, sonríen sintiendo el encanto del aquel momento.

Se encuentra frente al Camino de la Gloria, aquella escalinata tan solemne.

Empieza a sudar, trata de convencerse de que es sólo el cansancio. La cara le duele de tanto sonreír. Hacía rato que dejaron el transporte y avanzan esa en ese alfombrado escarlata con las tomas fotográficas estallando como mar de centellas ante ellos.

—Tus hoyuelos están estampándose más en tu rostro —bromea Cara quien corteja a su lado izquierdo.

—Estamparé mi zapato en tu rostro, si sigues así. —amenaza.

—Quiero que Kendall estampe algo en mí. —contraataca disimuladamente, mientras se detienen para poder ante las lentes.

Vaya ocurrencia en un momento inoportuno. Solamente ella es capaz de eso, bufa resignado. Él no puede con ella, Or Jenner apenas logra contenerla. La rubia atrevida es el espíritu libre en una relación con el mundo, sin excepciones. Y ella se encarga hacérselo saber a todos. Así como aquella misma noche, en la que lleva un vestido de plumas blancas, cuando la temática de la Visita es "joyería". Aunque luce, espléndida

—Debemos mantener la seriedad Cara, al menos durante la alfombra—habla Kendall al lado derecho del ojiverde. La rubia resista de mala gana.

—Aburridos —dice finalmente.

Ahora están subiendo los escalones con aquellas sonrisas bien ensayadas, repitiendo los saludos cada vez que tienen que congratular a alguien. Harry está empezando a detestar el protocolo de la Mort. Todo es estricto y sistemático, demasiado plástico para su gusto. Siente la fibra de la refinada alfombra bajo sus pies. Aquel felpudo tan vanagloriado y legendario, pisado por los primeros residentes.

Es un torbellino de emociones para él. Se siente honrado y a la vez indigno, le cuesta adecuarse. No quiere volverse uno de ellos, ser igual de plástico. Pese a que esté luciendo un fardo bordado en azul profundo, con diseños sutiles y formas delicadas en los trazos de las superposiciones en la tela, adornado con apliques de oro.

Se halla incómodo con el traje, que se torna un poco más pesado. No quiere admitir sus nervios ahora. Debe ser el fijador para cabello que le han puesto, percibe la dureza en su cutis, es como si congelaran su rostro con esa expresión sonriente. Él ha sabido que aquel momento llegaría, el de ser un Or.

Llegan al último escalón, busca el rostro de Kendall a su derecha y ella le devuelve la mirada con un gesto de aprobación. Lo ha hecho bien. Agradece al más allá por pasar esa primera instancia.

Cuando llegan al claro de la cima. Todos están ubicados simétricamente en una fila, esperando para subir al elevador.

— ¿Qué tal estuve? —inquiere el ojiverde.

—Considerando la cara que tienes y teniendo en cuenta que es la primera visita a la que participas. Todo está bajo control, sólo procura no vomitar cuando estemos dentro. —responde la ojiazul a su izquierda.

Mientras, él siente un bloque pesado en el estómago.

—Sí, los flases marean un poco —admite.

—Y no has probado los estimulantes —inca la rubia.

—Cara. No lo pongas más nervioso, no va a vomitar aden...—se detiene a sí misma— Lo importante es que no vomite mientras salude a los anfitriones.

Estamentos de Honor (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora