Capítulo III

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—Deseadas maravillas a usted, Or Tomlinson. —dice Harry mientras se balancea en un perímetro moviéndose suavemente, Louis guarda una expresión desconcertante. No sabiendo qué hacer a momento, está un poco consternado, el timbre profundo que vibra en la caja torácica del ojiverde, le hace temblar las manos.

El más alto lo mira un poco expectante, delineando una media sonrisa. Trata de encontrar las palabras correctas para no parecer vacilante.

—Or Styles...quiero, pedirle disculpas. —contesta sin aliento.

Harry frunce el ceño por milésimas de segundo, pero amplía su sonrisa de forma coqueta.

—Si es por la forma en la que bailo, soy yo el que debe pedirle disculpas. —termina la oración prácticamente en un susurro. — Excelencia, si no le molesta. Usted podría llamarme por mi nombre, tú puedes llamarme Harry.

—N-no es... emm... ¿Harry?...Por lo de ésta mañana. Créeme, él no suele ser así. Es decir, lo que te dijo fue de muy mal gusto, incluso para mí.

Or Styles pasa de una expresión inquieta a una apacible.

Louis no está seguro, pero parece sentir un agarre un poco más ceñido contra él.

—Sólo olvídalo. La tierra del campo no se labra sola, bastan lluvias y sequías para que se vuelva fértil. Además, amo lo que hago.

— ¿Usted siempre habla con metáforas? —dice el ojiazul reprimiendo una risa. Mientras se mueven al compás de la suave melodía.

—La verdad, no. Es que Cara me dijo que hablar de forma culta y con mi voz profunda impresionaría a los residentes, así que...

—Pues la verdad no se ha equivocado —contesta de forma rápida, pero cayendo en cuenta lo que acaba de decir sonríe de forma estúpida.

—Or Tomlinson, creo que es mi deber decírselo. Tiene una sonrisa encantadora. — eso basta para que las palabras estorben en la conversación.

Harry se deleita con el tono dorado que tiene la piel satén del menor, debe agradecer el efecto de las luces.

«Bueno, respira...»

Piensa Louis cuando baja la cabeza al sentir sus mejillas escocerle.

—No tienes que responder o ponerte incómodo —enuncia Harry, conteniéndose hasta lo imposible para no acariciar las mejillas sonrosadas del castaño. Debe de recordar en donde están.

—Creo que no estamos yendo a buen puerto con esto, Or —declara aferrándose a lo poco de sensatez que le queda.

—Tiene razón, pero no me arrepiento por lo dicho.

Prácticamente hablan en susurros, así que tienen que acercarse para poder oír lo que el otro dice, bastante íntimo.

Louis se siente actuando por instinto, tal vez eso es lo que le descoloca un poco, y no de la mala manera, es decir aquello no está calculado y sin saber porque tiene una especie de "adrenalina" corriendo por sus venas, podría estar allí todo el tiempo que él quiera, siente que nada más le basta estar allí en compañía de aquel extraño, siente que puede hacer muchísimas cosas, demasiadas, tantas que el tiempo en el universo faltará para que todas ellas se realicen.

Pero él está comprometido, él está felizmente comprometido y no dejará que unas palabras dulces y brazos fuertes lo hagan cambiar de opinión, no.

Claro que no.

Se sorprende de sí mismo al pensar de esa manera ¿Qué es lo que le está pasando por la cabeza? Él es un Or, así que debe apegarse a las costumbres.

Estamentos de Honor (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora