Estoy aquí escribiéndote en esta libreta que creí no volvería a tocar.
Tuvieron que pasar semanas para vernos de nuevo, en las cuales no pude sacarte de mi cabeza, ¿la razón?, trabajé en ti en un lienzo, simple, fácil y sencillo, formé cada uno de tus rasgos, me perdí en las pinceladas que daban vida a tu cabello, tus rizadas pestañas, labios rosados...
Quizás esa era la razón por la cual no abandonaste mi mente hasta encontrarte por accidente o por cosa del destino.
La exposición empezaría una vez terminara el bloque musical.
Todos los compañeros estábamos listos, me puse un vestido color borgoña sin espalda, maquillaje un poco cargado, zapatillas y accesorios; en realidad este día me esmeré mucho en mi apariencia física (y lo habría hecho más si hubiera sabido que me verías ahí), era importante para mí la graduación y, bueno, para mi madre también el hecho de que su hija no pareciera una piltrafa en la fotografía con sus compañeros.
Debo admitir que el programa fue un poco tedioso, cada uno de los talleres artísticos estaban presentando sus mejores obras.
Por un momento me desconcentré mirando la hora y mis uñas, las cuales habían sido arregladas en la mañana, saqué un espejito y miré que mi labial se había caído un poco, así que busqué en el pequeño bolso incómodo el lápiz para rellenarlos de nuevo.
El maestro de ceremonias habló en el presídium.
-Bueno, damas y caballeros, nos complace presentar a uno de los mejores violinistas de nuestros tiempos, su carrera artística ha subido a la fama a una velocidad vertiginosa y hoy nos da la dicha de poder escuchar una de las piezas más bellas y complicadas del gran maestro Paganini, con ustedes...
Se me cayó el bolso. Maldije mientras lo recogía y me estiraba por alcanzar un tampón que había ido a dar a los pies de mi compañero de enfrente.
-Galen Damiani...
Realmente me pregunté si estaba escuchando bien, pensé en ti al instante y me quedé un poco rígida bajo los asientos. Debías ser tú quien estaba en ese escenario por tres razones.
1.- Violinista.
2.- Galen.
3.- Intuición.
Mi corazón empezó a palpitar de sobremanera. ¿Acaso tenía problemas cardiacos? No, no eran problemas cardiacos, era emoción, felicidad y miedo. Emoción por verte, felicidad por verte, miedo por verte y por el tampón que estaba muy lejos de mi alcance.
Me levanté rápidamente olvidando el molesto tampón y accidentalmente me golpeé con la butaca, al principio hice una mueca de dolor, pero quedó borrada por tu increíble imagen, tenías puesto un traje, llevabas el cabello recogido en un moño bajo, te veías muy apuesto y elegante, aun así seguías conservando ese estilo peligroso y único como tú.
No creí que hubiera imagen tan perfecta como la que estaba viendo, es decir, eras todo un espectáculo, movías los dedos ágilmente y sólo eras capaz de reproducir notas perfectas que hacían sentirme en el cielo.
Finalizaste y el público se quedó en silencio por un momento, habías dejado a todos y cada uno con los ojos abiertos y hambrientos de más, más notas, más música, más violín, más Galen, el público estalló en ovaciones, te inclinaste en agradecimiento y sucedió de nuevo, me miraste.
Dentro del mar de gente que habías puesto de pie me miraste, de verdad que lo hiciste. Yo estaba sentada con el labial abierto en las manos y la boca entreabierta, me habías encontrado entre la multitud y esta vez me sonreíste, a mí me dedicabas aquella deslumbrante sonrisa perfecta que desarmaba corazones, o al menos el mío.
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Caprice No. 24
Romance"Ya no puedo respirar y no volveré a hacerlo hasta que pueda arrancarme tu aroma de mi piel" Así finalizó la carta que escribió Lola a Galen después de la terrible traición que sufrió a causa de este. El amor es la parte fácil en las relaciones...