Caprice No. 03

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Anoche me quedaron muchas ganas de escribir lo que sucedió después, digo, no fue fácil enfrentarme a lo que me enfrenté...

Después de aceptar tu propuesta sonreíste y unos hoyuelos se formaron en tus mejillas, tomaste mi mano y caminamos a la salida, estaba un poco nerviosa. Llegamos en silencio hasta tu coche, nunca soltaste mi mano, lo cual me hizo sentir segura. Ocurrió que tu auto resultó ser nada modesto, es decir, se veía demasiado lujoso, lo único que puedo decir al respecto es que era un Audi color negro.

Sé tanto de autos y futbol como de física cuántica.

Hiciste un ademán que te hizo parecer realmente nervioso, me tomó un momento descubrir la razón.

—Entonces tú eras el idiota que se estacionó mal...

—Yo soy el idiota... En mi defensa puedo decir que era muy noche y los discapacitados no salen tan tarde a bares. —Te encogiste de hombros.

—Me hubieras dicho y no te hubiese hecho caminar tanto. —Hice una mueca.

¿Entonces eras rico? Interiormente supliqué que mi madre no se enterara, si se enteraba, por supuesto que le ibas a caer bien.

—¿Estás decepcionada? —Me estudiaste con tu mirada—. Porque si no te lo dije fue porque aparte de que creías que era un idiota, quería pasar más tiempo contigo dando la caminata que tanto deseabas...

Abriste la puerta para mí como todo un caballero.

—No estoy decepcionada y, si lo estuve, ya tienes un punto a tu favor por tu sinceridad...

Sonreí.

Tu coche olía a ti, no podía dejar de retorcer mis manos en mi regazo, era una manía extraña que tenía cuando estaba nerviosa, bueno, una de mis manías cuando estaba nerviosa. Comenzaste a manejar, todo parecía demasiado callado; aunque el silencio no era incómodo.

Tu perfil era exquisito, no podía dejar de mirarte.

«BASTA» Me reproché mentalmente.

¿Qué estaba mal conmigo?

— ¿Disfrutas la vista? —Me miraste y levantaste la ceja de forma altiva.

—La verdad es que sí. —Reí nerviosamente.

Con la mano un poco fría presioné el botón del estéreo reproduciendo la última canción que habías escuchado.

El sonido de la guitarra comenzó a sonar... Rápidamente detuviste la música, ¿Dónde había escuchado esa canción? Mm...

Te miré.

— ¿Por qué la detuviste?

—Eh... Yo... Esa canción... Eh... No... Mi hermana...

Ese tonito yo lo había escuchado, pero no sabía qué canción era, espera... ¡NO! No, no, no podía ser, no...sí, sí podía ser, dirigí rápidamente mi mano al botón para reproducirla de nuevo.

...Your hand fits in mine

Like it's made just for me

But bear this in mind

It was meant to be...

La detuviste de nuevo. Reí. Tenía enfrente de mí a un Directioner.

— ¿One Direction?

—A mi hermana le gusta. —Te veías realmente abatido.

Reí de nuevo y volví a presionar el botón.

Caprice No. 24 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora