«Mentiste, no habías llamado, ni me habías visitado, ni siquiera mandaste señales de humo, ni nada de nada en tres días.
¿Sabes lo que es eso para una mujer que está en sus días? ¿No? Bueno, es demasiado sentimentalismo.
Pensé que tal vez estabas arrepentido de haber mandado todas esas flores o que tal vez lo habías hecho porque al final de cuentas tú habías tenido parte de culpabilidad en mi accidente, tal vez lo hiciste porque yo era tu AMIGA, o tal vez te sentías culpable por mi estado de salud, o tal vez estaba siendo una loca, tal vez... tal vez... ¡TAL VEZ!
La verdad no lo sabía, te había mandado un texto y no lo habías respondido. Eso hizo a mi instinto detenerse, no te llamé. Nunca me había sentido tan ansiosa. Pensé tantas cosas, ¿estará enfermo? ¿Le pasó algo? ¿Se arrepintió? ¿Llamará algún día?
Busqué la razón de tu desaparición, concluí que soy demasiado paranoica y ahora que lo veo fui patética, sólo habían pasado tres días, no era para tanto. En fin, la paranoia es algo con lo que todas las mujeres nacimos pero no todas desarrollamos al mismo nivel, nunca había experimentado esa desesperación y las terribles alucinaciones, en definitiva estos días la paranoia se había hecho presente a cada instante por no tener noticias de ti.
Ahora también me doy cuenta de lo jodida que estoy. Nah, ya lo sabía.
Siempre lo he sabido, ¿cuál sería entonces el objetivo de escribirte?
De todos modos eso se confirmó en cuanto te vi otra vez.
Estaba plácidamente acostada en mi cama haciendo algo de zeantangle-art, tenía un poco de aburrimiento, qué decir un poco, mucho, pero es porque había permanecido en reposo todo este tiempo. Amanda amablemente había traído a un amigo doctor (con el cual estuve fastidiándola toda la noche) para que me revisara, pues había tenido un poco más de dolor de lo común (ahora puedo atribuírselo a la paranoia).
El doctor dijo que las cervicales de mi cuello estaban un poco inflamadas y que mi tobillo no estaba mejorando aún, necesitaba más tiempo de reposo, era muy desesperante. La verdad es que me faltaban 10 días para una segunda revisión y a ver cómo me iba.
Ya me vengaré de Marco.
Amanda entró a mi habitación.
―Galen está abajo ―declaró un tanto agitada.
Mi pulso se disparó y sentí una extraña sensación en mi estómago.
― ¿Cómo lo sabes? ―pregunté y me erguí.
―Estaba a punto de salir porque hacen falta algunas cosas, decidí que era mejor ejercitarme y bajar las escaleras, entonces cuando iba en el segundo piso, alcancé a ver por la ventana cómo estacionaba su Audi, creí que era mejor advertírtelo ―habló apresuradamente y tratando de controlar su respiración.
― ¡Dios! ―grité―. Estoy horrible, mírame, Amanda, mírame ―grité de nuevo―. ¡Mírame!
¿Cómo no iba a estar horrible si tenía la mitad del día acostada? No había peinado mi cabello, mis shorts estaban manchados de pintura y mi blusa de espagueti rojo.
―Ayúdame ―pedí.
Amanda me ayudó a levantarme rápidamente, la vi rebuscar en mi clóset. Me bajé como pude los shorts del pijama y me levanté la blusa para sacármela.
―Amanda, ayúdame, me atoré. ―Lloriqueé.
Mi amiga tiró de la blusa, pero no logró sacarla hasta que se llevó con ella el collarín con un jalón.
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Caprice No. 24
Romance"Ya no puedo respirar y no volveré a hacerlo hasta que pueda arrancarme tu aroma de mi piel" Así finalizó la carta que escribió Lola a Galen después de la terrible traición que sufrió a causa de este. El amor es la parte fácil en las relaciones...