Galen se había quedado dormido en la cama abrazado a la almohada favorita de Lola, era una de esas extrañas en forma de bastón que usaban las embarazadas y, aunque ella no lo estaba, le gustaba abrazarla por las noches. Galen se la había comprado porque a veces, cuando el salía de gira, a Lola se le hacía imposible dormir por no tener a quien abrazar y, bueno, a él a veces no le gustaba que Loli pareciera lapa pegada a su cuerpo. Tiempo después Galen se arrepintió, pues a ella le gustaba más dormir con la almohada que con él mismo. Claramente después llegaron a un acuerdo, cuando él estuviera en casa la almohada se quedaba fuera de la cama, a excepción, por su puesto, si peleaban, entonces Lola la ponía en medio de los dos para molestarlo.
Todo estaba impregnado de su aroma, incluso su piel. Recordó aquella cita en la pizzería donde habían conocido sus más íntimos secretos, ahora mismo se sentía demasiado perdido, los recuerdos golpeaban su mente una y otra y otra vez haciéndole trizas su corazón, quería sentirse de nuevo como se había sentido con su Lola.
Su hermana Mila le había abierto los ojos, incluso lo habían zurrado Sergio, Maya y Teresa, pero no pudo hacer nada para remediarlo porque ya lo había perdido todo.
Se levantó de la cama con la mitad del rostro impreso de marcas, tomó su violín Stradivarius que le fue obsequiado por su padre y tomó las llaves de su coche, buscaría a la preciosa morena que había robado su corazón aquella noche en el bar, aquella que lo amó incluso cuando fue nada y que lo veía como realmente era, Lola estaba equivocada, aún quedaba mucho Galen para ella y mucho amor también.
Manejó a la mayor velocidad posible sin provocar que le pusieran una multa, ya tenía suficiente con todo lo que estaba pasando para alertar a los medios, Llegó al edificio en donde estaba el departamento de Amanda y que en un tiempo había compartido con Lola.
Galen tocó la puerta número 75 desesperado.
— ¡Lola! —gritó—. ¡Amanda! —Lo intentó de nuevo.
Dentro del departamento Lola estaba tirada en el sillón de la sala abrazada a una almohada exactamente en la misma posición en la que Galen había despertado; toda la noche se la pasó escuchando el mensaje de voz que él había dejado. Abrió los ojos con sorpresa al escuchar la voz de Galen al otro lado de la puerta, creyó que era un sueño, una realidad muy confusa y aún más cuando este empezó a cantar con su voz rasposa.
—Your hand fits in mine like it's made just for me, but bear this in mind It was meant to be. And I'm joining up the dots with the freckles on your cheeks. And it all makes sense to me. —Galen se detuvo titubeante, pero continuó—. I know you've never loved the crinkles by your eyes. When you smile....
La voz de Galen no estaba hecha para el canto.
Lola estaba con los ojos llorosos de nuevo, Amanda llegó a la sala con coraje, acababa de iniciar una sesión de besos con Sergio y hasta a su habitación llegaron los alaridos de Galen y, si él supiera lo que había batallado para calmar a Lola, él no estuviera ahí, sólo la dejaría en paz.
—Amanda —susurró Lola débilmente—, dile que no estoy aquí, que se vaya, que no vuelva a molestarte, que no regrese.
Sergio entró en la habitación y compadeció a Galen.
—Loli, tal vez deberías hablar con él, las cosas no siempre son como parecen.
Amanda lo fulminó con la mirada, Sergio comprendió inmediatamente que ahora mismo no era un buen momento para que ellos hablaran; pero a pesar de ser su manager también era su amigo y, aunque no había estado de acuerdo en muchas aptitudes que Galen había optado, él amaba a Dolores. Todo el mundo lo sabía, joder.
—Cállenlo, o lo haré yo... pero a besos y ahora mismo no puedo, ya le perdoné suficiente. —Se levantó del sillón—. Y más vale que no le digas nada, Sergio.
Lola estaba tan afectada como Galen, aunque no de la misma manera, los dos sufrían, los dos se amaban y la verdad era muy confusa, tanto como el canto indescifrable de Galen.
Amanda se dirigió a la puerta y la abrió. Galen estaba arrodillado en la puerta con la cabeza gacha, estaba perdiendo la esperanza. Aquella imagen de Galen arrodillado le estaba causando problemas a Amanda, no sabía cómo sentirse o cómo actuar para ser ruda, había deseado partirle la cara pero esa vista sobre él ya era suficiente.
—Levántate Galen y vete, Dolores no está aquí. —La voz no le había salido ni un poco borde, sino más bien acongojada.
—Ella está aquí, abajo está su coche, el coche que yo le enseñé a manejar. Por favor, Manda, por favor, necesito hablar con ella. —Juntó las manos sobre su pecho y se inclinó.
Todo aquel poder, ego y altivez que caracterizaban a Galen se habían esfumado. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué si podía tener miles de mujeres e incluso había decidido engañarla, por qué estaba ahí? Miles de preguntas rondaban la cabeza de Amanda, ¿qué dirían los medios de comunicación al ver a Galen en ese estado?
Ella sólo pudo negar con la cabeza.
—Dímelo —gritó y se puso de pie—. Dímelo —repitió y la sacudió por los hombros—. Dímelo.
Lo que él no sabía y no se había dado por enterado es que Amanda estaba saliendo con Sergio, bueno, Sergio se lo había dicho, pero Galen había estado demasiado distraído para prestarle atención a alguien y en ese momento también para haberse dado cuenta de su presencia.
— ¿Qué mierda te pasa, Galen? —gritó Sergio poniéndose por delante de Amanda.
— ¿Sergio? ¿Qué haces aquí?
—Te lo dije miles de veces, estoy saliendo con Amanda —dijo recuperando la compostura.
Galen estaba fuera de órbita. ¿Se lo había dicho realmente miles de veces? Sergio lo tomó del brazo y lo jaló fuera del departamento.
—Te llamo, nena. —Besó a Manda y terminó de sacar a Galen del edificio.
—Ella estaba ahí, ¿verdad?
Sergio tiró de él, pero Galen seguía mirando la puerta del apartamento 75.
La mirada de Galen parecía perdida.
—Lo siento Gal, pero si Amanda dice que Lola no está, pues ella no está, deberías saber que uno no contradice a las damas.
De pronto Galen se sintió tan distante de Lola, de Sergio, de Amanda, de sí mismo. Se sentía a kilómetros de distancia de ser quien era y la única manera de volver a ser el mismo era recuperando a Lola, porque solo ella y nadie más que ella le hacía mantener los pies en la tierra.
—Necesito explicarle, quiero que vuelva.
—La engañaste, Galen, no creo que...
Inmediatamente Sergio se arrepintió, tal vez no todo estaba perdido y Galen tenía derecho a luchar por lo que quería, tenía que tener esperanza, si no, él y su carrera se irían a la borda, aunque a esas alturas a Galen ya no le importara.
—Entonces roguemos para que regrese —se corrigió Sergio.
Definitivamente es muy difícil confiar en quien ya te ha engañado. Y aún más tener diferentes conceptos acerca del engaño.
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Caprice No. 24
Любовные романы"Ya no puedo respirar y no volveré a hacerlo hasta que pueda arrancarme tu aroma de mi piel" Así finalizó la carta que escribió Lola a Galen después de la terrible traición que sufrió a causa de este. El amor es la parte fácil en las relaciones...