«No sabes lo muy feliz que me hiciste hoy.
Después del fin de semana terrible que tuvimos, creí que tardarías más tiempo en buscarme, si es que lo hacías.
El timbre sonó a las 8:40 a.m.
Gruñí y me puse la almohada sobre la cabeza.
Ahora tocaron la puerta. ¡Toc, toc, toc!
Amanda estaba durmiendo, sabía que ella jamás se levantaría a abrir y considerando que ella trabajaba y yo no, y encima anoche se había quedado a escuchar todas las cosas importantes que tenía que contarle sobre ti... era mi deber, apenas terminó de sonar el timbre por segunda vez y me levanté a trompicones de la cama, movimientos calculados para no lastimarme.
¿Había olvidado tomar los analgésicos? ¡Uff qué dolor!...
Como sabes, aún sigo con collarín y con una férula en el tobillo, en ese momento me arrepentí de haberme negado a comprar unas muletas o un bastón, mi abuela bien me lo había dicho pero...muy chula me iba a ver.
Además, el no comprar artefactos que me ayudaran a caminar lo había usado como excusa para mantener contacto físico contigo, tu mano en mi cintura, mi brazo alrededor de tu cuello... tampoco es como si parecieras molesto por ayudarme, los recuerdos de cuando me habías traído a casa me inundaron.
Uff, qué beso nos habíamos dado, creí que iba a ser el de despedida...
Me di cuenta que tenía que dejar de ser negativa, obligué a mis pensamientos mantenerse a raya.
Era una tortura tener que levantarme temprano, bueno, no tan temprano, pero me había desvelado una noche anterior con Manda, esa era una de las razones por las que sabía que ella no se levantaría a abrir la puerta, podrían tirarla o destruir la casa y nada haría la diferencia, ella seguiría durmiendo, ella sí que tenía un sueño pesado.
Ni siquiera me molesté en mirar por el orificio de la puerta para ver quién era, seguramente era la viejecilla de enfrente que de vez en cuando me pedía que le ayudara a buscar a su perro que solía escaparse y rondar por todo el edificio ¿Cómo es que escapaba el pobre animal? No sé, pero por suerte hoy no tocaría a todas las puertas de los vecinos.
Abrí con los ojos aún entrecerrados por la luz cegadora de la mañana.
―Buenos días, Lola. ―Una sonriente Mila me saludó.
Abrí los ojos con sorpresa y el sueño había desaparecido.
―Mila, hola, buenos días ―contesté con entusiasmo.
Tu hermana estaba deslumbrante con un vestido beige, una capa de peluche y unas lindas zapatillas, me sentí un poco mal por mi apariencia, pues me había dormido con shorts de mezclilla y una camiseta de Coldplay, ya que fue lo único que conseguí ponerme yo sola, Amanda no me había querido ayudar a cambiarme, seguramente mi cabello no tenía mejor apariencia.
Mila llevaba dos bolsas de compras de papel y detrás de ella venía un hombre con dos arreglos florales.
―Por dios, pasa. ―La invité a entrar, por un momento me había olvidado de mis buenos modales.
Me hice a un lado para dejarla pasar y me llevé la mano a la nuca de los nervios.
―Mi hermano me contó lo que te pasó, ¡Uff! Qué desastre, ¿no? ―Ella entró y colocó las bolsas en la mesa―. Pasa, Jaime y trae lo demás, ponlo donde veas lugar y espérame abajo.
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Caprice No. 24
Romance"Ya no puedo respirar y no volveré a hacerlo hasta que pueda arrancarme tu aroma de mi piel" Así finalizó la carta que escribió Lola a Galen después de la terrible traición que sufrió a causa de este. El amor es la parte fácil en las relaciones...