Decisiones

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-¿Qué hace él aquí?-la tal Uve me señaló con desprecio y se levantó rápidamente del sofá.- ¿Por qué le has sacado?

El chico que parecía desenvolverse mejor que yo con aquella gente, ya que eran sus iguales, dio un paso al frente y yo quedé escondido tras su espalda. Me sentí raramente agradecido de que me estuviera protegiendo de aquella arpía.

-¿Quieres que muera de hambre?-el chico pareció divertido con aquella pregunta.

-¿No lo hará de todos modos?-la chica me miró con una sonrisa de maldad rodeando el cuerpo de Ben con la mirada.

El chico notó mi intranquilidad. Sabía que me había mentido y eso al parecer, arruinaba sus planes de tener alguna clase de acercamiento conmigo. Intentó cogerme de la mano y yo me zafé de él con el mismo asco de siempre.

-Tranquilo-intentó calmar mis nervios.-No es cierto. Vereena es muy dada a los finales trágicos.

-Será que no creo en los cuentos de hadas-admitió la chica con sorna.-Solo creo en la atracción física, en el sexo, los celos por poseer lo que otro tiene. El amor es para idiotas.

-Será por que nunca has estado enamorada-me atreví a decirle a aquella chica tan despreciable.

La chica rió con ganas y luego volvió a sentarse en el sofá. Ben le dio la vuelta a la sala para poder seguir la conversación y yo lo seguí, situándome escalofriantemente en el mismo sitió de aquella mañana. Una vez estuve allí, pude percibir a la otra persona que había en la sala, al lado de la chica, con las piernas cruzadas y un periódico sobre ellas, estaba el tal Andrew, sin hacer caso omiso a la conversación.

-¿Acaso tú si?-me preguntó la chica directamente cruzando las piernas todo lo que le dejaba la larga falda de tuvo de color champán y dejando un tacón en el aire.

"Cuidado con lo que respondes", pensé.

-Lo estuve...una vez-le respondí a desgana.

-¿De Ben?-inquirió la chica divertida. Yo guardé silencio y la chica adivinó a través de él.-Apuesto a que no.

-Ay el amor-dijo el chico rubio sin levantar la vista del periódico.-Amarás a quien no te ama, por no haber amado a quien te amó.

Aquel hombre tenía razón con aquella frase. Amaba con todas las fuerzas de mi ser a Patrick Collins y jamás había tenido la certeza de si el me había amado. ¿Me había amado?, ¿Me había utilizado para probar su sexualidad?, ¿Sentía cariño por mí? Solo había recibido una carta de él en la que lo dejaba claro, pero tampoco tenía la certeza de si aquellas palabras eran ciertas o no.

-No-contesté a la chica pasando por alto las palabras de Andrew.-Yo jamás podría querer a alguien como Ben.

El chico se inquietó de nuevo con mis crueles palabras, pero a aquellas alturas, cuando todo lo que había recibido de él eran crueldades, no me importaba demasiado.

-¿Por qué?, es mono-me revocó la chica.-Yo me daría un homenaje con ese pedazo de cuerpo.

Uve lo miró con deseo y el chico rubio disimuló una sonrisa.

-El amor no tiene nada que ver con el físico.

-Claro que no-ronroneó la chica.-Dime, ¿Por eso te acostabas tú con el pedazo de tío bueno de Patrick Collins?, seguro que fue por su sentido del humor. No te engañes, todo está en el deseo.

El chico rubio se aclaró la garganta mientras recogía el periódico y lo dejaba sobre el suelo.

-Bueno-comenzó.-Es una conversación interesante que no llevará ningún lado. A ver si me entero bien. Tú, Riley, ¿Verdad?, si Riley, tú amas a otro que no es Ben y te ves acosado continuamente por ese amor no correspondido. Tú, Ben, eras un hetero feliz, hasta que te encaprichaste de este chico, y ahora te sientes atraído por Uve tanto como te sientes atraído por Riley. Y tú querida Vereena, amas a Ben, aunque te niegues a aceptarlo fingiendo que solo quieres echarle un polvo.

Pequeños ReinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora