Capitulo 2

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Ada yacía inconsciente en una cama suave, con sábanas color de oro, las paredes eran blancas con decoración de lirios dorados pintados en estas, su piel estaba sudorosa, su cabello azul ensangrentado, sus mejillas rosadas y ojos hinchados, en su cabeza un par de cuernos habían aparecido, eran cafés obscuros, además brillaban un poco, eran pequeños, parecían orejas de gato si no les tomabas mucha importancia.
Cuando despertó, sintió un inmenso dolor de cabeza, se la toco, y al sentir su cabello algo raro, se miró la mano, y sorprendida del color rojo que la manchaba miró el lugar y al ver una puerta semi abierta se acercó ahí, confirmando que era un baño, se metió, se acercó al espejo y sus ojos se abrieron como platos al observar sus pequeños cuernos y la sangre en su cabeza.
Estuvo unos minutos tocando sus cuernos por curiosidad, sentía algo de dolor pero ya no era tan fuerte, era soportable
-disculpa, niña- la llama una mujer de cabello muy corto, pegado a su cuello, era rubia y piel pálida, ojos grises y sonrisa angelical
-¿qué?- respondió Ada girándose molesta
-tienes que arreglarte, nuestro señor solicita tu presencia- responde la Ángel con voz dulce
-¿y no puede verme así?- pregunta Ada, no había toque de sarcasmo, su voz era tranquila, a un volumen oíble y entendible
-si, pero debes tener buena presentación, he dejado en la cama un cambio de ropa, puedes ducharte, paso por ti en un rato- con esto la Ángel se retira, dejando sola a la peliazul.
Después de que Ada salió de ducharse, salió envuelta en una toalla del baño y caminó hacia la cama, pasó sus dedos por la suave tela del vestido blanco, dejó caer la toalla y se colocó el vestido, parecía que se lo habían hecho a la medida, encajaba a la perfección, se puso unas zapatillas color rosa pálido y se sentó en la cama, recordando
-Dean..papá...mi familia...mi hogar- piensa en voz alta, todos, absolutamente todos estaban muertos, las manos de estas criaturas mataron su mundo sin piedad, sin titubear, y dicen ser ellos los bondadosos
-es hora- dice la Ángel, Ada se levanta, se limpia las pocas lágrimas que habían escapado sin su permiso, y sale de aquella habitación siguiendo a la rubia con alas.

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