El viaje

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Pasaron unos años y la princesa ya tenía 17 años cuando se fue de viaje, no había vuelto a ver a Pedro ni sabido nada de él, ella lo pensaba bastante sin quererlo, de todos modos había sido su primer beso, siendo con el hijo de una simple vendedora de frutas.

Las posibilidades que da ser la hija consentida de unos reyes al ir de viajes son casi infinitas, comprar cuanto quieras, llevar montañas de regalos, comida, telas, ropa, zapatos de distintas partes del país, donde paseaba conocía cosas nuevas, músicos, arlequines, actores con unas obras dramáticas que en su vida hubiera sabido que el amor podía llegar a tales parámetros. El viaje fue al sur, a la ciudad de Pardella, es una ciudad enorme y cada cosa que conocía era preciosa, es una ciudad de humanos principalmente, la más grande de humanos aunque se emocionó mucho al ver un elfo caminando por el mercado de Pardella, era alto delgado, de test blanca y con orejas puntiagudas que lo hacía un poco gracioso pensaba ella. Caminaba mirando maravillada los circos con grandes atracciones e inmensos juegos que habían sido traídos por los faunos de Plin Pam, obviamente jugó todos, y se enojaba cuando no podía ganar, aunque sus padres se ofrecían en pagar cada uno de los premios y llevárselos, a sus 17 años no podía dejar ese carácter infantil ni la obstinación que la caracterizaba desde siempre.

Dentro de los propósitos del viaje era generan lazos con las familias más poderosas y así asegurar el bienestar del reino de Fonteiur y de paso ver candidatos para ser la pareja de la princesa, a ella no le agradaba para nada andar de allá y para acá siendo ofrecida como ganado para aquel que tuviera más dinero, habían muchas personas que siendo familias de dinero, de mucho dinero precisaban un título de la nobleza para acceder a los más selectos grupos de la sociedad. Al encontrarse sin éxito decidieron viajar al reino de Solmaris un reino que era habitado principalmente por elfos, humanos y ninfas, se le denomina reino en Mírconhez a las ciudades que dominan ciertos sectores del país. Para llegar al Reino de Solmaris deciden viajar por el Rio Broma, así que salen por el sur de Pardella luego de recorrer la gran ciudad humana la princesa queda maravillada, nunca había salido tan lejos y le emocionaba la idea de pasar por el bosque de damascos y conocer a las hermosas ninfas. Al salir por el sur de Pardella se acercan al Valle seco que se encuentra junto al Desierto de Mosankhol donde encuentran un lugar muy pintoresco, con gente bastante agradable pero no había nada que le llamara la atención a Fernanda, ellos viajaban en 5 carruajes, el primero era el carruaje real donde viajaban dos personas de la guardia real en caso de sufrir un ataque, el segundo carruaje que por fuera era un carruaje de carga era donde viajaban los dos reyes, aunque por fuera pareciera de carga, por dentro tenía los mejores lujos que el dinero pudiere comprar, en el tercer carruaje iba la princesa con Esperanza su criada, los otros dos eran carros de carga para llevar los caprichos de la princesa, al pasar por el Valle seco siguen un camino lleno de plantaciones, valles enteros sembrados muy lindo para la vista, aunque Fernanda se quejaba cada 2 minutos con Esperanza de que estaba aburrida, pobre Esperanza, al avanzar a la criada se le ocurre contarle una historia que conocía a ver si así podía entretener a la princesa.

- Cerca de las montañas de Molgar, las más altas de Mírconhez, hay un templo que se le llama el templo de la luna roja – dijo esto último con un tono para tratar de asustar a la princesa y parece que va funcionando el plan, porque Fernanda queda mirándola con los ojos muy abiertos – oculto por un bosque y atrapado entre las montañas y el mar se encuentra el templo, se cuenta que en él se hacen rituales que conllevan sangre y muerte – la princesa estaba muy interesada con esta historia – en aquel lugar nacen los que se le conocen como vampiros, quienes se alimentan de sangre – para Fernanda que esto era algo nuevo era muy grande para entender, tenía muchas preguntas pero no quería interrumpir la historia – cuentan las leyendas del país que hace muchos miles de años hubo una guerra, entre los ángeles, unos seres de luz y los vampiros, seres que habitan en la oscuridad, esa guerra devastó al país, lo dividió en dos bandos y acabó con casi la totalidad de ángeles y vampiros, se cuenta que los ángeles huyeron al norte, más allá del mar del ocaso, a un lugar que nadie conoce – Fernanda no despegaba la vista de esperanza – y los vampiros fueron al oeste, nadie sabe si aún hay a dia de hoy, pero de que el templo está, está.

- ¿Cómo sabes que el templo existe? – preguntaba verdaderamente intrigada Fernanda.

- Un tío me dijo que fue a buscarlo cuando era joven, me dijo que cuesta encontrarlo, pero aún está ahí – Fernanda había quedado maravillada con la historia y se fue gran parte del viaje pensando en lo que le había contado esperanza.

El camino se abría en cierto punto para dejar al descubierto un valle gigantesco todo lleno de las más hermosas flores que te puedas imaginar, entre las flores se veían las mujeres más lindas de todo Dárian como diría nuestra princesita.

- Esas son ninfas, se dice que son las mujeres más bellas de todas, viven de la tierra, el sol y el agua, representan los espíritus de los árboles, ellas cuidan de los Jardines de Fonsamas que son los jardines más bellos que se puedan ver – Fernanda estaba maravillada con todo lo que se le presentaba.

Fonsamas posee la mayor cantidad de flores y ver a las ninfas cuidando de él con sus largos vestidos, sus caras preciosas, delgadas y piel de porcelana era la mejor postal que había visto Fernanda en toda su vida, ella tenía la mitad del cuerpo fuera de la carroza viendo con sus ojos enormes y brillantes de la emoción toda la hermosura del valle. Fernanda inhala hondo y siente el aroma de las flores, de las ninfas, del aire puro, siente la felicidad, la tranquilidad, la belleza, ella misma se va sintiendo mejor y más alegre. Fernanda una vez dentro del carro le comenta a Esperanza.

- Quiero vivir aquí – le decía con una voz toda esperanzada.

- Pero es muy lejos del reino princesa – trataba de hacer entrar en razón a una personita muy obstinada.

- No me importa quiero vivir aquí, si no es hoy, si no es mañana algún día, después de todo algún día seré reina – esto lo dijo altanera para demostrar que sus caprichos iban enserio.

Se va mirando embelesada por la ventana y admirada de la belleza de las ninfas que se encuentran en el camino mientras el carruaje sigue su camino, se siente tranquila y se olvida de todos los problemas que le atañen, aunque la espina en su corazón es la insaciable búsqueda del futuro esposo.

La entrada de una gran ciudad se abre ante ellos, grandes torres se presentan y son recibidos por dos elfos que custodian la entrada, cuestionan de donde vienen y a que vienen a lo que los guardias que iban con los reyes responden.

- Traigo a la realeza del reino de Fonteiure, al rey y reina del castillo del sol naciente, venimos en busca de generar lazos entre el reino de Solmaris y el reino de Fonteiure.

- Muy bien, espero que tengan una buena estadía.

Fernanda otra vez con la mitad del cuero afuera de la carroza viendo con admiración a los elfos que estaban con sus armaduras en la entrada, le parecían simplemente sensacionales y muy graciosos por sus orejas puntiagudas, aunque hermosos de sobremanera. Pasaron por las mansiones de los más renombrados actores de la aristocracia del reino de Solmaris comiendo charlando y bebiendo, a Fernanda no le agradaba para nada lo que le estaba pasando, solo se remitía a saludar cortésmente para no arruinarles el día a sus padres, pero ella no estaba nada interesada. En uno de las tantas mansiones que visitaron aprovechando el viaje llegaron a un lugar inmenso, tan grande que podías correr a galope en un caballo y se cansaría primero el caballo antes de que se terminara el terreno, una mansión casi tan grande como el castillo de sus padres, había unos jardines inmensos que le encantaron a Fernanda desde el momento cero. Al bajarse solo quería sacarse los tacones y andar a pie descalzo por el verde césped que se notaba precioso y fresco pero muy por el contrario la hicieron descender por el empedrado y la recibieron las criadas del conde que habitaba en tan gigantesca morada. A penas puso un pie en el empedrado de la entrada fue recibida por la servidumbre y estas tomaron su equipaje ya que pasarían la noche ahí, salió la Señora de la casa, con un precioso vestido celeste que se pegaba a su cuerpo perfectamente, a su lado el conde que habitaba ahí, un señor alto de buen talle y de facciones algo rígidas, un tipo con el cual no le gustaría compartir el té, pero a sus espaldas aparece un chico que si bien es guapo se notaba una altanería y que era caprichoso, un chico molesto.

El castillo del sol nacienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora