Burbuja de tiempo

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Despierto en la mañana, comparto cuarto junto a Esperanza por lo tanto me sentía tranquila y bien durmiendo en aquel lugar, el ritual de la mañana era pasar a la bañera, era inmensa, así que tomé un largo baño, solo me salí porque Esperanza ya estaba esperándome para vestirme, con pocas ganas me salgo, tomo la toalla y entro al cuarto, ella me seca y me viste con un lindo vestido color crema que se me veía muy bien, aunque el solo pensar de que no era para mí, para que yo me sintiera bien sino para tratar de agradar a esa persona que ni siquiera conozco y ya me cae bastante mal, es inaudito que prefieran aumentar las arcas del reino en vez que la felicidad de su propia hija, eso me molestaba mucho, Esperanza parecía notar lo molesta que estaba porque me pregunta.

- ¿Qué le pasa señorita? – de verdad estaba preocupada, a ella también le parecía molesta toda esta situación, Fernanda era como su hija.

- Es que encuentro inaudita y muy muy molesta la idea de que no se tome en cuenta mi opinión en lo que se supone que es mi propio futuro – decía esto casi gritando - y ¿todo para qué? ¿Para tener más dinero? Eso me enoja y me molesta mucho.

- Pero usted sabe que sus padres jamás harían algo que le haga daño – decía esto más que nada para calmarla porque ella misma no estaba segura de la calidad de "padres" de los reyes a los que servía - ellos también deben velar por la integridad y el bienestar de todo el reino.

- Me da igual el reino –esto lo dijo gritando - yo soy una persona aparte, yo debería poder tener la opción de elegir mi propio destino fuera de lo que digan mis padres y fuera de lo que digan las estúpidas costumbres de la realeza.

A ese punto la princesa ya se estaba poniendo algo triste por lo irremediable de la situación y al notarlo Esperanza le dijo.

- Fernanda, hija. El futuro es y siempre será incierto, a pesar de lo que digan las demás personas no sabemos que pudiere pasar y lo mejor que podemos hacer es trabajar y esforzarnos por crear nosotros mismos nuestro propio futuro – las palabras de esperanza calaban en el corazón de Fernanda.

Con esas palabras la princesa quedó algo más calmada y salió, se veía de verdad hermosa, caminaba por la gigantesca mansión conociendo un poco y no podía evitar maravillarse por un lugar tan lindo, en ese momento sus padres con los padres del chico que había visto ayer estaban en una reunión hablando lo que seguramente serian cantidades de dinero y títulos que podrían obtener de ganancia si sus hijos se casaran, seguía molesta por la idea.

En esa reunión se encontraban los dos reyes de Fonteiure y los Duques de Mostras, una localidad bastante grande dentro del reino de Solmaris

- Bueno como hemos hablado sería un agrado para la realeza de Fonteiure tener en nuestra familia a la gente de Mostras, sé que ambos recibiremos grandes beneficios con esta unión.

- Debo admitir que me siento contento de saber que ambas partes en este asunto quedan contentas por la unión que se va a llevar a cabo, entonces sellemos la futura unión con este brindis.

Todos en la habitación brindan y sonríen por conseguir lo que quieren, los reyes obtener poder más allá de Fonteiure y las grandes cantidades de dinero que poseen los duques de Mostras mientras que estos últimos ven a su hijo como el futuro rey de un gran imperio poderoso.

Mientras todo esto pasaba Fernanda nuestra siempre inquieta princesa se encontraba extrañamente sosegada al tiempo que se encontraba mirando a los jardines de la mansión parada al borde de un balcón en el cual había algunas mesas con unas preciosas sillas, estaba en ello cuando siente que se abre el ventanal detrás suyo.

- Oh, hola princesa, no sabía que estabas aquí – le decía un sorprendido Tilos, el niño que había visto Fernanda, su prometido.

- Hola, solo miraba el jardín, es muy lindo y la verdad, no tengo muchas ganas de estar en ningún lado donde pudieren estar mis padres.

- Entiendo, cuando me dijeron que vendrían personas muy importantes a hablar de matrimonio y que si se lograba podríamos tener al fin los títulos de la realeza en la familia me molestó bastante – dijo esto mirando el piso, le costaba mantenerle la mirada a la princesita.

- Así que ¿Tú tampoco quieres hacer esto? – Fernanda estaba sorprendida.

- La verdad es que no estoy seguro, no te conozco y si tengo que compartir mi vida con alguien al menos espero saber su nombre – era una clara invitación a que se presentara.

- Me llamo Fernanda, princesa del Castillo del sol naciente que gobierna el reino de Fonteiure al norte de la gran ciudad humana Pardella – dijo todo esto con una mirada altanera que solo Fernanda podía dar.

- Impresionante, yo soy Tilos, vivo aquí – lo dijo casi en sentido de burla.

La princesa quedó algo impactada por la simpleza de la presentación del tal Tilos, ella se esperaba a alguien más altanero y soberbio.

- Hola Tilos, es muy bonito... Aquí – hizo el gesto levantando las manos para mostrar, aquí.

- Pues sí, pero eso no es gracias a mi ni a mis padres, los que mantienen todo así son las personas que trabajan aquí, la verdad no es que yo haga mucho, solo nací en una familia que tiene mucho dinero y poder, no hay nada aquí de lo que pueda sentirme orgulloso... lo lamento, no quiero aburrirte.

- No te preocupes, si lo pienso detenidamente es parecido a mi caso, todo lo que tengo lo tengo porque nací siendo princesa.

Se sentaron ambos en la mesa del balcón y pidieron que se les llevara algo de té y galletas, Fernanda no pudo evitar sentir el aroma de las flores que se encontraban en el jardín, mientras pensaba en Tilo, era un buen indicio pensó. Estuvieron conversando un momento y Fernanda cada vez se llevaba una impresión totalmente distinta a la que tenía en un principio, no digamos que el tal Tilo le gradaba pero al menos ya no parecía ese chico presumido y altanero que había visto cuando llegó al reino de Solmaris. Los padres de los chicos preguntaron dónde estaba y los criados les respondieron que se encontraban tomando el té en el balcón por lo que decidieron no interrumpirlos y dejar que se conocieran un poco, ellos ya habían arreglado todo, se casarían dentro de 5 años.

El viaje de vuelta Fernanda no hablaba, le habían dado la noticia de que en 5 años se casaría con el chico que había conocido en aquel lugar, si bien aquel chico ya no le parecía tan malo como en un principio, no era motivo para casarse, le resonaba en su cabeza lo que le había dicho Esperanza en la mansión de los Duques de Mostras, que ella debía esforzarse en crear el futuro que ella quería, no debía rendirse si ella se veía en su futuro junto a alguien a quien amaría de verdad pues lucharía porque ese sueño se hiciera realidad. Continuaron con el viaje de regreso en silencio, Fernanda ya no disfrutaba ni de elfos ni de ninfas, pasaba sin admirar los bosques, los caminos o los sembradíos, solo quería volver a su cuarto y encerrarse tratando evitar que el tiempo pase.

El castillo del sol nacienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora