Al sonido de los cuernos de guerra

16 3 4
                                    

Como pocas veces desde que comenzó con sus entrenamientos para tomar el puesto de la comandancia de la guardia real y de general en jefe del ejército, fue Fernanda a hablar con sus padres, no le agradaba tener que hablarlos, habían sido muy cansinos con el tema del matrimonio con el duque con las intenciones de aumentar las arcas del reino, cosa que a ella no le había agradado y luego de la muerte del duque se habían encerrado en ellos mismos evitando tomar responsabilidades, por este motivo es que solo los veía cuando era estrictamente necesario, pero esta vez quería decirles lo que pasaría como también los riesgos que iba a correr para defender al pueblo que habita en Pardella y el reino de Fonteiure.

– Padre, madre, quiero informarles que el día de mañana, por la mañana partiré con el ejército y la guardia real a una guerra, enfrentaremos al crimen que habita en el sur trayendo así el orden y la paz de una vez por todas a Pardella y al reino, quiero que lo sepan, esta es una decisión como general, comandante y futura reina – sus padres se miraron, no sabían bien que decir, ya que tampoco sabían cómo era que había llegado su hija a este punto, su madre que solo quería que ella se fuera de ahí comienza a hablar para apurar el proceso.

– Si lo encuentras necesario ve, no vamos a detenerte – dijo con un tono que demostraba que no estaba muy interesada con lo que le pasara a su única hija, seguido a esto suena una voz raspada, gastada y enferma.

– Por mi parte hace lo que quieras – sentenció el rey que no le devolvió la mirada, eso le recordó exactamente el por qué ella evitaba por todos los medios hablar con sus padres, en ese momento el rey comienza a toser de una manera muy fuerte.

– ¿Qué te pasa padre? – pregunta con real preocupación Fernanda mientras la reina con una gélida mirada de odio la encara.

– No vengas a hacerte la preocupada por tu padre, desde que conociste a ese chiquillo pobretón Pedro, que nos has abandonado, prefieres estar revolcándote con el pobre tipo ese, metiste a la asquerosa de su madre a nuestro castillo mientras tu padre ha enfermado todo este tiempo, ni siquiera lo has venido a ver y ¿quieres parecer preocupada? As preferido codearte con la gente de allá, esa sucia gente inmunda en vez de tu propia familia.

Fernanda no podía creer lo que le estaban diciendo ¿de verdad su madre, la que le dio la vida pensaba eso de ella? ¿Pensaba eso de Pedro? ¿De la gente del pueblo? Las lágrimas amenazaban con salir, la garganta se le apretaba mientras veía a su padre que de entre los dedos de su mano salían hilos de sangre, en verdad estaba mal.

– ¿Qué tiene papá? – le preguntó con un hilo de vos a su madre que sujetaba al rey por los hombros.

– Solo lo diré porque ya estás aquí y es probable que mañana también mueras, tu padre tiene una rara enfermedad en los pulmones, no sabe el médico cual ni cómo tratarla, solo sabe que ha empeorado y que es muy probable que le queden solo días o quizá unas horas de vida ¿y más encima tu vienes con la noticia de que te vas a la guerra? ¿Ves como no piensas ni un segundo en tus padres?

No es cierto, pensaba Fernanda, ella si pensaba en ellos y si no los iba a ver es porque cada vez que iba peleaban, discutían o tomaban decisiones sobre la vida de ella sin preguntar ni nada, siempre era tratada de mala manera, eran despectivos con ella y crueles, es injusto que me traten así pensaba mientras trataba de hablar.

– Lo, lo siento mucho, yo... no sé qué decir – se dio la vuelta y se marchó de la habitación, tenía sentimientos muy encontrados con todo esto, sabía que sus padres eran injustos con ella, desde pequeña había sido consentida pero con el dinero de sus padres, pero las que la vieron crecer, jugaron con ella, cuidaron de ella cuando enfermaba, quienes la habían alimentado, arropado y se habían preocupado por ella eran sus criadas, en especial Olga que no le perdonaba si se perdía una comida y ni hablar Esperanza que había corrido detrás de ella toda su infancia para evitar con lo inquieta que era le pasara algo malo e incluso ahora que ha tenido que tomar responsabilidades como el mando del ejército y la guardia no ha dejado de preocuparse de Fernanda. Nuestra princesa siempre había visto a Esperanza como una madre, incluso como una amiga, ya que se tenían plena confianza y hablaban de sus días o de lo que les emocionaba en sus vidas. Los padres de Fernanda solo han querido enriquece más incluso a cuesta de la felicidad de su propia hija, pero no por eso los iba a odiar.

El castillo del sol nacienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora