Trato

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Cerca del bosque de las mil sombras se encontraban distintos poblados pequeños, algunos se confundían con el follaje de los arboles por lo que muy pocas personas se acercaban a ellos, ni siquiera los guardias se atrevían a ir ya que estos pueblos eran conocidos por ocultar peligrosos ladrones y bandidos. En este lugar se alojaba Kevin, había pagado por la información acerca del duque que vendría a visitar al reino para poder atracarlo. Donde se encontraba había muchas otras personas que se dedicaban a la vida delictual todos hablaban en las noches cerca de una fogata de sus orígenes y sus fechorías.

- Pues yo me crie en este bosque, siempre he hecho pequeños asaltos en Pardella pero no he salido del lugar más que para asaltar algún camino.

- Yo nací en Carídola, un pequeño pueblo cerca del desierto de Mosankhol, me dedico al asesinato, soy un sicario que por el precio justo puede matar a quien sea, aunque mientras más difícil el trabajo más aumenta el precio.

- ¿Oye y tú? He flaquito, ¿de dónde vienes?

- Pues vengo del desierto de Mosankhol.

- Nadie vive en ese desierto, es imposible la vida ahí.

- Pues la verdad soy de un poblado, Zu'Rathra.

- Y ¿a qué te dedicas?

- Pues de todo un poco, pertenecí a una banda, todos amigos, nos llamaban Las Banshees de Mosankhol.

Se genera un silencio rotundo en todo el lugar, solo quedaba el sonido del fuego, el solo nombre de las Banshees causaba temor incluso en estos días que habían asesinado a la mayoría de sus integrantes. Los otros bandidos guardaron silencio y a Kevin le agradó mucho más el ambiente, ya que el sonido de la fogata junto con el mecer de los árboles era uno de sus preferidos, crecer en un desierto te hace apreciar aquello de lo que careciste toda la vida, como árboles.

Para costearse su estadía en ese lugar mientras esperaba el gran atraco del duque debía hacer algo de dinero, caminando entre los árboles escabulléndose para que nada de lo que pudiera andar por ahí lo viese, aunque por ahí no anduviera nada, nunca la precaución estaba de más, se encaminaba a la senda oscura, el principal camino para atravesar el bosque de las mil sombras, aunque la mayoría de las personas prefería pasar por fuera del bosque, aun así habían quienes se armaban de valor y pasaban por alguno de los tres senderos dado que el bosque era muy grande y tapaba justo cualquier entrada por el oeste a la gran ciudad humana de Pardella. Llega a un lugar que era perfecto, tenía buena ubicación y vista, se queda esperando unas horas hasta que se asoma una carreta tirada por dos caballos, aparte iban dos caballeros montados y armados, dos lacayos a pie, se veía que era mucha gente para una simple carreta con esta información decidió que esa era la victima elegida para su atraco, los sigue por un momento escondido entre las sombras mientras nota cual es el mejor blanco para atacar, toma sus puñales en mano, se adelanta un poco y se sube a un árbol siguiendo una rama quedando justo por encima del camino, espera pacientemente y ve que la carroza va a pasar por debajo suyo, en ese preciso instante se deja caer sobre el techo de la carroza sin hacer ruido alguno, había decidido que la mejor manera de hacer el trabajo era sin enfrentarse a nadie y ser muy sigiloso, cae sin emitir ningún ruido sobre la carroza y nadie se da cuenta de que esta sobre aquel vehículo, con los puñales en mano comienza a perforar el techo del carruaje que siendo de madera no tenía posibilidad de resistirse a los puñales hechos en las tierras de Tarhann, la tierra de los alquimistas. Abre un hueco en el techo, al sacar la tapa se da cuenta que nadie va dentro, esto lo tranquiliza ya que solo transportan mercancía, se adentra en el carro y comienza a revisar todo el sector para llevarse lo más valioso, habían jarrones y pinturas que a él por ahora no le importaban, necesitaba algo que pudiera reducir lo más pronto posible, mientras removía las bolsas y cajas encuentra una cajita pequeña, de unos 15 cm que al abrirla se sorprende al encontrar un montón de joyas que parecían muy valiosas, solo con eso ya se podría dar por pagado pero hecha una última mirada y a su suerte encuentra un bolsita mediana llena de monedas de oro, ahora entendía por qué la seguridad de la carroza, debe ser el transporte del tesoro de algún tipo rico o acaudalado, con su botín vuelve a salir por el agujero que hizo en el techo de la carroza, coloca la tapa y se recuesta un momento en el techo, se bajaría más adelante, cosa de quedar más cerca de donde se alojaba y así no tener que caminar tanto.

El castillo del sol nacienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora