2 primera parte

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-¿Qué  hago  aquí?  -gritó Katniss  por  encima  del estrépito  de  la  multitud.

-¿Te refieres  filosóficamente?  -bromeó  Johanna mientras  sacaba dos  copas  del  bar improvisado  y  le  entregaba una a su  amiga.

-No, ya sabes  a qué  me  refiero 

-nunca  había  encajado  en  ese tipo  de  fiestas  para  ligar. Empezaba a dolerle  la cabeza. Se  dijo  que  debería haberse  puesto  las  gafas.

Desde  el centro  de  la  habitación,  donde  había  dos  parejas,  llegaron  unas  risas. Katniss no  pudo  dejar  de  notar  la  postura  incómoda  y  la  sonrisa  forzada  de  una  de las  mujeres.  No  le  apetecía  una  velada  igual.  Le  devolvió  la  copa  a  Johanna.

-Esto es  una  locura.  Yo odio las  fiestas.

-Razón  por  la que  necesitas  estar  aquí. Necesitas  volver  a la escena. Hace  unos  años, eras  la  vida  de  una  fiesta.

-Las  fiestas  no son  lo mío.  Aquí  no  hay  ni  un espíritu  afín. Johanna  enarcó  una ceja.

-¿Es  que  intentas  encontrar  a un  alma gemela?  No, sólo  tratas  de  pasar  un  buen  rato, quizá  mantener  una  conversación inteligente  con un hombre  interesante.

Durante  seis  meses,  su mejor  amiga  había  asumido  la  misión  de  darle  una  vida.  La sorprendía  que aún  lograra  mostrar  energía  en  el  proyecto,  en  especial  después  del fiasco  de  esa  tarde  del picnic.

  Desde  luego,  a  Johanna le  tocaba  la  mejor  parte.  Su  amiga se  entusiasmaba  con  las sugerencias. Pero  a  pesar  de  todos  los  esfuerzos  de  su  amiga, Katniss  sabía que  esa fiesta era un error. Sí, era momento  de  marcharse. 

  -¿Ves algún  posavasos?  -le  preguntó. Johanna  se  encogió de  hombros  mientras  se  alzaba  un  poco el  top,  para  resaltar  todavía más  el piercing  que  llevaba  en  el ombligo.

-Déjala  en  cualquier  parte. Katniss  movió  la  cabeza y  examinó  la habitación. Una sensatez profundamente arraigada le  impedía posar  una copa sobre  la madera.

Johanna  se  irguió  y sonrió. -Eh,  ahí  está  Gale.  Vamos  con él.

Katniss  miró  hacia  donde  apuntaba  Johanna  y  gimió  en  silencio.  Debería  haberlo adivinado.  El grupo  estaba  formado  únicamente  de  hombres. 

  -Oh,  esos chicos  no.

-¿Qué tienen  de malo?

Muchas cosas.  No  tenían  ojos azules.  Ni  una  cicatriz  encima  del  ojo  derecho  ni  le sacudían  cada  átomo de  su  cuerpo. No eran  Peeta.  Katniss  movió  la cabeza.

-No  puedo  creer  que  me  marchara antes  de  la oficina para venir  a esto.

Johanna  frunció el  ceño. -Tienes  que pensar  en  alguien  que no  sea  tu  jefe,  y  esta  fiesta  es  el  lugar  idóneo  para empezar. Ya hemos  pasado  por  lo  mismo.

-Lo  sé y  me callaré.  Sólo  quiero  que dejes  de perder  el  tiempo  con  él  y  pienses  en conocer  a  alguien  nuevo. 

Cariño,  sé  que  cuesta  oírlo  y a  mí  decirlo,  pero ese  tipo jamás  va  a  fijarse  en  ti.  Está  demasiado  involucrado  en  su empresa,  demostrando  que no  es su  padre.

Como Seducir Al JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora