Legeremancia

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—Vaya pelirroja, debo decir que te ha quedado bien. Después de todo, no eres mala para la cocina. —dijo Blaise con una sonrisa ladeada, mientras disfrutaba el último bocado de la deliciosa pasta.

—Me alegro. —respondió con ironía y una falsa sonrisa —. Ahora sí, devuélveme mi ropa interior.

—No. Aún te faltan ciertas cosas para que pueda pensar en devolvértelas. —respondió, pensando en las mil y una cosas que le faltaban por hacer con esa pequeña y no tan insignificante arma.

—¡¿Pensar?! ¡Ya dime qué demonios quieres de mí, Zabini! —exclamó sulfúrica.

—Ya quisieras tú que yo quisiera algo de ti, Weasley.

—¡Entonces, ¿Por qué haces todo esto?!

—En lugar de estar preguntando cosas absurdas, deberías de agradecerme el hecho de que todo Hogwarts no se entere que usas tangas sexys.

—No, pues gracias. —dijo con sarcasmo.

—De nada. —respondió con diversión —. Aunque deberías de tener cuidado con Thomas, no creo que le vea inconvenientes en difundir tu secreto.

—¿Y cómo sabes tú si me las ha visto o no? —preguntó rechinando los dientes.

—Oh, cierto. Dejaste de ser mojigata conmigo. —contestó, antes de soltar una carcajada.

—¡Cállate! —bramó —. ¡Que te quede claro que entre nosotros no pasó nada y nunca pasará!

—¿Y tú cómo puedes estar tan segura?

—¡PORQUE ASÍ FUE! —exclamó tratando de auto convencerse; aunque, por más que gritara y pensara que nada había sucedido, la incertidumbre creía cada vez más.

~°~

—Ya era hora que asomaras tú engreído rostro. —declaró Snape abriendo la puerta y sin pizca de diversión.

Draco sin decir una sola palabra, se encaminó al despacho de su gruñón padrino para encontrarse con una sorpresa poco agradable.

—¿Qué demonios haces aquí, Potter?

—Lo mismo te podría preguntar a ti, Malfoy.

—Te dije que Potter también tomaría clases personales de Oclumancia, por sí no recuerdas, Draco.

—Sí son personales, ¿qué demonios hace él aquí?

—Dumbledore lo quiso así y no es algo que a usted le incumba, ¿o sí, Potter? —respondió un sombrío Snape, apuntando al azabache con su varita —. ¡Legeremens!

Me has desobedecido, has fallado... y pagarás por tú error... Fuiste igual de cobarde que tú padre, ustedes los Malfoy son una gran deshonra para nuestro mundo, no merecen ser llamados sangre limpia... —siseaba Voldemort con su voz de serpiente.

—¿Madre? —preguntó sorprendido al ver a la rubia mujer tirada en el piso siendo magullada por los hermanos Carrow.

—Draco, vete... aléjate cariño, vete. —medio susurraba Narcissa Malfoy antes de sentir un nuevo Crucio.

''

¡Concéntrate pedazo de engendro! ¡Eres igual de inepto que tú padre! ¡Maldita sea la hora que mi hermana se casó con tú padregritaba Bellatrix con furia, mientras que hurgaba la mente de su sobrino.

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¿Es que acaso no tienes algo mejor que hacer que estar molestándome? —preguntó Hermione Granger tratando en vano de ocultar su gran sonrojo.

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