Ayudas

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—¡Por Merlín, Malfoy! ¡¿Quién te hizo esto?! —exclamó la castaña escandalizada, al ver lo profundo que eran los cortes.

—Dedícate... a curarme, Granger. —gruñó adolorido.

Hermione rápidamente comenzó a buscar un antídoto en una pequeña estantería de pociones que la Sala de Menesteres le había ofrecido.

—Esencia de Díctamo. —susurró tomando el pequeño frasco, antes de acercarse nuevamente al rubio —. Malfoy, esto te va a doler un poco, pero te repondrás pronto. — añadió, llevándose un pequeño asentimiento por parte del chico. La castaña se dispuso a rociar la esencia en cada uno de los cortes, haciendo que comenzaran cerrarse y el rubio dejara de gimotear —. Será mejor que te vayas a tú sala común y descanses, lo necesitarás.

El rubio negó rotundamente al ver como la chica que lo había ayudado comenzaba a levantarse.

—Granger n-no te vayas —balbuceó dificultosamente, haciendo que Hermione abriera los ojos de sorpresa.

¿Es cierto o estoy soñando? ¿Acaso Draco Malfoy me ha pedido que me quede?

A pesar de que se sintiera adolorido y débil, Draco no pudo negarse a mostrar una sonrisa ladina al interpretar la sorpresa de la chica.

—No es lo que estás pensando, sólo que puedo empeorar y no habrá nadie que me cure.

—¡Eres un imbécil! —exclamó ofendida.

¡Eres un estúpida Hermione! ¡¿Cómo pudiste creer que quería tú compañía?! ¡Sólo quiere que le cures! ¡Esa es tú utilidad!

—Y tú sigues siendo una sangre sucia. —respondió socarronamente, haciendo que Hermione le lanzara miradas asesinas.

—¡Ya cállate antes de que me arrepienta y me vaya!

—No te irás.

—No querrás probarme, Malfoy.

—¿Segura que no?

—¡Ni enfermo se te quita lo indecente!

—No tienes derecho a hablarme de indecencias, Granger.

—¡Yo no soy retorcida como tú!

—¿No? ¿Quieres que te recuerde aquel día en el castigo de pociones cuando me miraste el trasero?

—¡Yo no te estaba viendo nada! —replicó la castaña, tratando en vano de ocultar su fuerte sonrojo.

¡Jodida sea mi suerte!

—Sí claro, hasta puedo estar seguro que disfrutaste del espectáculo.

—¡YA CÁLLATE! —gritó completamente roja, haciendo que el rubio soltara una dificultosa risa.

—Ya déjate de estupideces y acéptalo.

—¿Me vas a decir quién te hizo eso? —preguntó, señalando las ahora cicatrices.

—¿Vas a aceptar que me miraste el trasero? —contraatacó con una sonrisa de medio lado.

—¡ESTÁ BIEN! ¡LO VI! ¡¿Y QUÉ?!

—No era tan difícil admitirlo, Granger.

—¡Cállate! ¿Ahora si me dirás quién te lo hizo?

—Nadie me lo hizo, es completamente natural. —respondió con diversión.

—Se ve que ya estás bien, ¿no, Malfoy?

—No, Granger, que me divierta a costa tuya no quiere decir que me sienta bien. — contestó, haciendo que Hermione bufara.

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