Mimbulus Mimbletonia

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—¡No puedo creer que haya funcionado! —exclamó Sirius, mientras abrazaba a su ahijado fuertemente.

—No esperaba que hubiese sido tan fácil. —dijo Hermione con una sonrisa.

—No lo fue. —declaró Draco.

—Parecía que sí. —manifestó Harry soltando a su padrino, mientras éste se dirigía a saludar a la castaña con un efusivo abrazo.

—Nunca es fácil, cachorro. —habló Sirius —. ¿Cuál fue el trato? —preguntó mirando fijamente al hijo de su prima.

—Había un paso que no estaba escrito en el libro y la muerte me lo reclamó. —comenzó a explicar —. En el proceso de buscar el alma correspondiente, había que unir magia oscura con blanca. —finalizó, aunque sabía que su explicación de lo que había sucedido estaba arreglada a conveniencia, puesto que la muerte le había pedido magia del bando contrario al Tenebroso, y estaba más que claro que a nadie debía de importarle que era un Mortífago.

—¿Por eso tomaste mi mano? —preguntó Hermione con asombro.

—Sí.

—Vaya, ¿tan oscuro es tú interior para no haberlo hecho solo?

—Poseía el libro. —respondió, restándole importancia a las palabras de Harry.

—¿Sólo eso?

—No, al darle lo que necesitaba, nos ha extraído una pequeña parte de nosotros para traer a Black.

—¡¿Qué?!

—No seas tan chillona Granger, sólo ha sido un pedazo de alma, no vas a morir por eso.

—¿Por qué no me lo has pedido a mí? —preguntó Harry, mirando a la escandalizada Hermione.

—No quiero ligarme contigo en muerte, Potter. —respondió con desdén —. Además, esas pequeñas partes hacen que Black viva.

—Bueno, ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué me han regresado? —preguntó Sirius con mirada curiosa.

—¿No querías regresar?

—No me malentiendas, Harry. —sonrió al ver la mirada preocupada de su ahijado —. Claro que quería, aunque no puedo negar que la he pasado de maravilla con tus padres.

—¿Ellos están bien?

—Lamento mucho haber dejado a James con la furia de la pelirrojita. —respondió haciendo que Harry sonriera —. Sabes, antes de volver te han mandado sus saludos y muchas otras cursilerías de Evans que no pienso repetir, te malcriaría si lo hiciera. —rió—. Ellos te aman y están muy orgullosos de ti, cachorro.

—Gracias, Sirius.

—No tienes nada que agradecer, además que la gruñona de tu madre me ha exigido que te cuide, pero no era algo que no supiera e hiciera por mi propia iniciativa.

—¿No creen que debemos volver? —interrumpió Draco, mientras rodaba los ojos.

—¡Cállate! —exclamó Hermione, proporcionándole un codazo en sus costillas.

—Ahora que Malfoy ha abierto su gran boca, me he acordado de algo que me ha dicho tu padre.

—¿Qué es?

—Que como buen Potter que eres, debes perseguir a cierta rubia que ronda cerca de ti. — respondió haciendo que el azabache se sonrojara —. Aunque, James siempre pensó que seguirías con la maldición Potter y terminarías perdidamente enamorado de la pelirroja Weasley, pero en vista de que no es así, le he ganado una gran apuesta. —rió socarronamente contagiando al muchacho.

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