Lecciones

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—¡¿Dónde demonios han estado en todo el día?!

—Hay mucho que tenemos que contarte. —dijo Harry sentándose en el sofá de su sala común.

—¡Por supuesto que tienen! —exclamó —. Hablen.

—Hemos sacado a Sirius del velo. —soltó Hermione con un suspiro.

—¿Qué? ¿Por qué no me lo habían dicho antes? —preguntó un poco más calmado, mientras abría la gran caja de chocolates que le habían dejado sobre su cama.

—No sabía si mi plan iba a funcionar. —respondió la castaña.

—Pero ha funcionado, lo has logrado Hermione y no sabes cuánto te agradezco.

—Malfoy ha hecho su parte Harry, deberías de agradecerle.

—Esperen, ¿Malfoy?

—¡No le voy a agradecer a Malfoy, Hermione! Ha estado ahí de metido. —bufó.

—Sin ese libro no hubiésemos podido sacar a Sirius de ahí.

—¡Hubiera podido entregar el libro y largarse, pero no! ¡Se ha quedado y ahora está ligado a ti!

—Saben, no entiendo nada de lo que hablan. —comentó Ron, metiéndose el octavo chocolate a la boca mientras se comenzaba a sentir cada vez más agitado y mareado.

—Ron, ¿te encuentras bien? —preguntó su amiga con preocupación.

—Sí, perfecto. —mintió, aclarando su voz —. Entonces, ¿para qué querían revivir a Sirius?

—Existe una segunda profecía sobre cómo destruir al señor Tenebroso y Sirius tiene el conocimiento de lo que es.

—¡¿Por qué no me lo han dicho antes?!

—¡Hasta a mí me lo había ocultado, Ron! ¡Malfoy fue el primero en enterarse!

—Malfoy, Malfoy, Malfoy... ¡¿por qué demonios todo tiene que ser con ese hurón albino?! —gruñó el pelirrojo.

—¡¿Cuantas veces te tengo que decir que me ha sobornado?!

—Es un Mortífago.

—¡Por Merlín, Harry, no te consta!

—¡¿Por qué diablos siempre le defiendes?! ¡¿Acaso te gusta?!

¿Me gusta? ¡POR SUPUESTO QUE NO!... Tal vez, sólo su odioso y perfecto trasero... ¡Hermione! —se reprendió mentalmente por pensar indecencias, volviendo a la realidad y darse cuenta que Harry esperaba su respuesta tanto como ella misma, y que Ron había abandonado la Sala sin saber dónde podría haber ido y a qué horas lo había hecho.

~°~

Draco nuevamente se encontraba en aquel lugar que lo exasperaba de una forma nunca antes imaginada, no sabía cómo diablos iba a poder arreglar aquel armario, pero tenía bastante claro que los días comenzaban a pasar cada vez más rápido y no existía alguna forma para escaparse de su misión.

El rubio tiró del manto que cubría el armario y lo observó mientras recordaba aquel día en Borgin & Burkes lo que el vendedor y su tía le habían dicho, y el hechizo que ahora recordaba que le habían insinuado 'Armonia Nectere Passus'.

—¡Estúpido armario! —resopló frustrado, pues la necesidad de repararlo se hacía cada vez más grande e importante —. Vamos Draco, puedes repararlo. Entre más rápido lo hagas, más rápido sales de toda esta mierda. —suspiró, y sin más que esperar o pensar, sacó su varita de su túnica y apunto al objeto conjurando el hechizo, para luego abrirlo sin obtener absolutamente nada a cambio —. ¡Maldita sea!

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