Espejo de Oesed

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Con esos pensamientos, el rubio se encaminó al Gran Comedor para tomar una buena merienda, ya que por culpa del fuerte entrenamiento que había planeado había quedado exhausto. Draco daba gracias a Merlín que les hubiesen dado la hora libre, pues después de ingerir alimento se dispondría a buscar a cierta castaña, ¿para qué?, sencillo, tenía que descubrir qué era lo que planeaba.

Luego de haber merendando y vigilado cada uno de los movimientos de Hermione, se dio cuenta como la chica con una mirada desesperada trataba de encontrar algo que había perdido, -que sin que lo supiera, lo tenía en su poder- y de cómo se disponía rápidamente a salir del Gran Comedor; Draco sin chistar y suponiendo a dónde se dirigía la castaña, decidió salir yendo por uno de los pasadizos del colegio para conseguir llegar más rápido. Al llegar, se posó detrás de las bancas de la tribuna del estadio de Quidditch logrando escuchar los fuertes pasos y jadeos de la castaña.

—¡Maldición! —exclamó Hermione con desespero, al darse cuenta que el libro ya no se encontraba donde lo había olvidado.

—No sabía que la santurrona podría maldecir. —manifestó el rubio con burla saliendo de su escondite, haciéndole pegar un pequeño brinco a la ojimiel.

—No estoy para tus jueguitos ahora, Malfoy.

—¿Por qué tan desesperada, Granger? —preguntó, haciéndose el desentendido.

—No es tu asunto. —respondió, secamente mientras continuaba buscando.

—Apuesto a que estas buscando esto. —anunció con tranquilidad, sacando el libro de su túnica.

—¿Dónde lo has encontrado? —preguntó dando un suspiro de alivio, mientras se acercaba a tomar el libro.

—¿Por qué tanto esmero en querer traer a alguien de la muerte? —inquirió con curiosidad dejando el libro fuera del alcance de la chica, haciéndole resoplar.

—No es de tu incumbencia, Malfoy. —respondió secamente —. Ahora devuélveme el libro.

—No lo haré hasta que me respondas.

—Ocúpate de tus propios asuntos, Malfoy. —recalcó por tercera vez con molestia.

—Entre más tiempo te demores en responder, menos tiempo tienes para investigar. —puyó, mientras pasaba las páginas del libro con suma tranquilidad.

—¡Maldición, Malfoy! ¡Necesito arreglar unos asuntos!

—¿Unos asuntos? Pero deben ser unos buenos asuntos, digo, pues para querer traer a alguien de la muerte, debe ser importante. ¿De qué se trata?

—Sí, es importante, pero no te lo puedo decir.

—Bueno, entonces no hay libro. —respondió con una sonrisa de medio lado mientras se disponía a abandonar el lugar.

¡¿ES EN SERIO?! ¡MALDITO MALFOY!

—Necesito saber lo que decía una segunda profecía. —explicó rápidamente, haciendo que le rubio para en seco.

—¿Una segunda profecía? ¿Y de quién? —preguntó con interés.

—De Harry.

—¿Y quién se supone que sabe sobre eso?

—Sirius Black. —respondió en un susurro.

—¿Tan difícil se te hacía responder eso?

—No es eso, es lo que implica.

—¿Potter sabe que buscas regresar a Black?

—No. —contestó sintiéndose realmente mal.

¿De verdad tenía que saberlo?

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