Capitulo 1 " Que puede hacer una chica para que la dejen dormir"

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--¡Despierta! -- abrí mis ojos lentamente al escuchar la voz de mi hermano gritarme a unos pasos lejos de mí. Traté de ignorar el insoportable ruido para poder volver a dormir.

¡Vamos! ¡Aun es de mañana!

Cuando al fin logré perderme lentamente en una de las etapas del sueño, sentí un escalofrío recorrer mis pies hasta esparcirse por todo mi cuerpo haciendo que mi intento de dormir sea imposible.

-- ¡Ugh! Déjame en paz Dylan -- gruñí adormilada mientras colocaba una almohada en mi cabeza y volvía arroparme con las sábanas que previamente habían sido alejadas de mi cuerpo, sintiendo el calor apoderarse de mi rápidamente.

-- No, llegarás tarde a tu primer día de escuela

¡Ugh!

Me había olvidado de eso.

Volveré a ver a mis amigos y no estaré todo el día sola encerrada en mi casa, pero como odio levantarme en las mañanas.

-- Cinco minutos más -- Murmuré en mi almohada. Sentí un fuerte empujón. En un minuto estaba disfrutando la sensación de mi cómoda cama y de la suave tela de mis sabanas, y en el otro me encontraba en el duro suelo con un dolor insoportable en mi espalda. Sentí el peso de un objeto encima de mí. Al darme cuenta de lo que habia sucedido, me levanté de un tirón sin poder creerlo.

Mi almohada, las sabanas y el colchón estaban encima de mí. Sí, MI COLCHÓN ENCIMA MIO. Al muy idiota se le había ocurrido empujarme con todo y el colchón.

Al escuchar una carcajada salir de la garganta de mi hermano, empecé a sentir como el enojo corría por mis venas -- ¡¿Pero qué demonios te pasa?!

Ahí estaba él, a unos metros de mí, con su estúpida sonrisa de niño inocente.

Tenía puestos unos shorts negros y una camiseta azul marino que hacía que sus músculos se marcaran.

Dylan Lawrence, mi hermano mayor por un año que lo único que sabía hacer para vivir era fastidiarme todo el tiempo. Alto y musculoso, tenía su espalda y pecho ancho, su piel pálida al igual que la mía. Su cabello rubio, sus ojos color azul claro y con una nariz pequeña y perfecta.

Él a pesar de su apariencia, era muy inteligente y aplicado.

-- Vamos hermanita, no te enojes -- me contestó con su amplia sonrisa burlona.

Como quiero romperle esos perfectos dientes que tiene.

-- Recuerda, nuevo año, nueva actitud.

-- Misma yo -- le dije señalándome a mí misma de pies a cabeza mientras caminaba hacia el baño. Ya que no podía dormir, lo único que deseaba en ese momento era una larga ducha caliente.

-- No, nueva tú -- replicó. Rodé los ojos mientras cerraba la puerta del baño -- Recuerda lo que dijo mamá. Si no cambias tu actitud, tendrás problemas -- gritó y escuché la puerta de mi habitación cerrarse.

Si si si, ya estoy harta de escuchar eso todos los días.

Abrí la regadera y esperé unos segundos a que se calentara mientras restregaba mis ojos intentando desaparecer el sueño de mi sistema.

Al calentarse el agua me adentré a la regadera dejando que el chorro cayera sobre mi espalda relajándome al instante. Solté un largo suspiro disfrutando del agua caliente mientras se esparcía por todo mi cuerpo dejándome con una sensación de paz y tranquilidad.

Lastimosamente solo tuve la oportunidad de quedarme cinco minutos así.

Me coloqué el shampoo y comencé a lavarme el cabello, masajeando lentamente con mis manos cada centímetro de mi cráneo. Al terminar de ducharme, me envolví en una toalla, abrí la puerta del baño y me adentré a mi habitación.

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